El Diario
2014-09-21
Familiares y amigos dieron ayer el último adiós a Uridiana Trejo Castillo, cuyo cuerpo fue sepultado en el panteón San Rafael, que se ubica en el kilómetro 30 de la carretera Panamericana.
En punto de las 13:17 horas el féretro blanco en el que reposó el cuerpo de Uridiana fue sacado del templo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, recinto en el cual fue velado todo el sábado y parte del domingo.
La madre de familia murió ahogada la mañana del viernes luego de que su vehículo derrapó y cayó en un pozo de absorción, en el fraccionamiento Praderas del Sol.
La carroza color verde ya esperaba afuera del templo Adventista, lugar en el que se congregaron decenas de feligreses para despedir a su ser querido.
Varios testigos que presenciaron el accidente la mañana del viernes también se hicieron presentes para dar el último adiós.
Gamaliel Bautista, esposo de Uridiana, permaneció todo el tiempo al lado del ataúd sin pronunciar palabras.
A un costado de él también se encontraba Novileth de 14 años, quien acompañaba a su madre al momento del accidente.
Mientras que el pequeño de Gamaliel de dos años, también hijo de la víctima, era sostenido en brazos por una mujer que lo cuidó desde el inicio del funeral.
Un día después de haber velado el cuerpo de Uridiana en el templo de la colonia El Mezquital, los llantos y lamentos continuaban entre los allegados.
A las 14:02 horas el cortejo fúnebre arribó arribo al panteón San Rafael, acompañado de una caravana de 30 vehículos y dos camiones de transporte de personal lleno de feligreses.
El recorrido inició en la prolongación de la avenida De Las Torres, luego tomó al poniente por el bulevar Libramiento hasta llegar a la glorieta de la carretera Panamericana, y por último tomar camino hacia el sur, donde se ubica el cementerio.
El contingente de automóviles permaneció en todo momento con las luces encendidas.
Una vez frente a la sepultura, el féretro donde descansan los restos de Uridiana Trejo Castillo fue inhumado. En eso momento sus seres queridos soltaron en llanto mientras cantaban coros de su iglesia. (Francisco Chávez/El Diario)
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