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Concentran 65 colonias pobreza y baja escolaridad de sus habitantes

Martín Orquiz
El Diario

2014-09-14

A sus 14 años, Paco tuvo que dejar la secundaria para ayudar a su madre Hortensia –trabajadora de maquila– en la economía de su casa.
Paco (Francisco Flores Rodríguez) consiguió trabajo en un yonke donde ha llegado a sacar hasta mil 200 pesos por semana junto con lo que vende “al kilo” en un negocio de compraventa de metales cercano a su casa, en la colonia Ampliación Felipe Ángeles.
“Lo que saco en la maquila no es dinero suficiente para darles escuela y mantenerlos”, dijo Hortensia Flores, mamá de Paco y de otros dos menores que acuden a la primaria.
Ella gana entre 600 y 800 pesos a la semana, por lo que dijo desconocer si Paco regresará a la escuela o si sus otros dos hijos, Rosa María, de 10 años y Esteban, de 7, seguirán el camino de su hermano mayor.
“Está difícil la vida. Si se consiguen un trabajo a lo mejor ya no van a la escuela, porque yo no creo que pueda pagarles la preparatoria”, sentenció.
La familia de Hortensia es apenas una muestra de lo que sucede en 65 colonias de las 994 que hay en total en la ciudad, donde se concentra el mayor cúmulo de población de 15 años y más con un bajo nivel educativo.
En 27 de esas mismas colonias se detectó, además, una baja asistencia escolar en niños y adolescentes de 6 a 14 años, de acuerdo con el estudio “Bienestar y Seguridad en Ciudad Juárez: Atlas de las condiciones de vida y convivencia de sus habitantes”, auspiciado por el Observatorio Ciudadano de Prevención, Seguridad y Justicia de Chihuahua.
Autoridades educativas y profesores que trabajan en escuelas ubicadas en las colonias donde su población tiene un bajo perfil académico coinciden en que este problema y que los niños no asistan a los planteles públicos, es difícil de resolver por todos los conflictos sociodemográficos y económicos que sufren sus habitantes.
Pero además existe una relación negativa entre baja escolaridad y entorno deprimido con la generación de conductas delincuenciales.
José Antonio Enríquez Tamez, director del Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), indicó que estos factores inciden en la baja calidad de vida de sus habitantes, así como en los conceptos de educación y deserción escolar.
Indicó que en el estudio mencionado, el primer factor educacional importante a rescatar es la escolaridad, entendida en palabras simples como años de escuela que se traducen en la superación de distintos niveles educacionales.
Citó que una de las conclusiones promovidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el Décimo Congreso sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente realizado el 2000, establece que a una mayor escolaridad disminuye la probabilidad de que las personas asuman conductas delincuenciales.
El efecto de la educación con las conductas antisociales sería indirecto, indicó Enríquez Tamez, ya que la escolaridad influye directamente sobre el futuro trabajo e ingresos de quien estudió, disminuyendo la probabilidad de desempleo lo que, a su vez, disminuiría la utilidad/probabilidad de cometer un crimen.

Pobreza y bajo nivel educativo

De acuerdo con el Atlas mencionado, la problemática del bajo nivel educativo en las 65 colonias se genera, entre otros factores, por el escaso índice de bienestar que se vive en el entorno, por la poca densidad de unidades económicas (negocios, tiendas, etc.), por la escasa población económicamente activa y por la insuficiente población ocupada.
Además cuentan con viviendas que tienen máximo dos recámaras, que no tienen tres servicios básicos ni automóvil, circunstancias que redondean el bajo nivel educativo de sus habitantes.
El Atlas indica que esas 65 colonias están ubicadas en diversos sectores que forman parte de cuatro de los distritos en que Seguridad Pública Municipal ha dividido a la ciudad.
Así, se distribuyen en 21 sectores del Distrito Centro, en siete del Distrito Poniente, en dos del Distrito Valle, y en uno del Distrito Sur.
Por ejemplo, la colonia donde vive la familia de Hortensia y Paco (Ampliación Felipe Ángeles) se ubica en el sector 5 del Distrito Centro y, según el estudio, tiene una población total de 6 mil 709 personas, de las que 2 mil 460 son económicamente activas (el 36.67 por ciento) y donde la población ocupada con al menos un grado aprobado en educación media superior, llega apenas a 334 (el 14.60 por ciento).
Se establece además en el Atlas que 130 personas son analfabetas, así como que mil 548 no tienen derecho a servicios de salud.
Casi una quinta parte de las mil 997 viviendas que existen en esa microzona no están habitadas, mientras que casi la cuarta parte no tiene tres servicios públicos básicos y sólo cuatro de cada 10 cuenta con automóvil.
Todos esos factores, reiteró el director del Ficosec Enríquez Tamez, necesariamente repercuten en la calidad de vida de sus habitantes, en su educación y en la deserción escolar.

Pobreza y delincuencia

El director del Ficosec, José Antonio Enríquez Tamez, indicó que la falta de oportunidad para estudiar, que provoca la deserción escolar, es uno de los factores de riesgo más influyentes a la hora de cometer algún acto ilícito.
Enríquez Tamez mencionó que si bien es cierto que la marginación del sistema educativo no es la única causante de la actividad delicuencial, sí cumple un rol de gran importancia como lo señalan investigaciones.
Los estudiantes que abandonan sus estudios, expuso, tienen una mayor probabilidad de cometer delitos.
De acuerdo con el “Análisis especial de la delincuencia juvenil en Ciudad Juárez”, presentado en 2010 por académicos del Colegio de la Frontera y de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la mayoría de los adolescentes que llegan detenidos a la Escuela de Mejoramiento Social provienen de los sectores urbanos más marginados de Juárez, como el poniente y el suroriente.
Según el estudio, “se concluye que la segregación urbana es un factor apremiante en la formación del menor a que se convierta en delincuente, y que se ha dejado de lado dentro de la planeación de Juárez la justicia social”, dice el reporte, terminado en 2009.
Luis Cervera, investigador del Colegio de la Frontera y coautor del análisis, explicó que, si bien el fenómeno de la delincuencia juvenil es multifactorial, el estudio muestra que existe una clara relación entre ese problema y los déficits de infraestructura y equipamiento, sobre todo de preparatorias.
El fenómeno se observa claramente en un mapa de la ciudad que, con la información de las colonias de origen de los jóvenes infractores, forma una franja del norponiente hacia el suroriente, recorriendo las zonas que históricamente han sido las más marginadas del desarrollo urbano, dijo Cervera.
En otros estudios de corte internacional se indica que la deserción escolar es un factor de riesgo que no actúa de manera aislada, sino que lo haría en conjunto con otros factores como socialización con pares de riesgo e inasistencia, entre otros.
Estos factores aumentarían las probabilidades de entrar en dinámicas de exclusión o desintegración como el desempleo, subempleo, drogadicción y delincuencia.
En consecuencia, señaló Enríquez Tamez, se entiende al factor de deserción escolar como una causa y también como el primer hito en la trayectoria delictiva.

Aun con limitantes, todos quisieran estudiar

La Escuela Primaria Federal Guadalupe Victoria está ubicada en calle Rocinante de la colonia Ampliación Felipe Ángeles, una de las señaladas en el estudio con población mayor de 15 años con bajo nivel educativo, pero donde la de 6 a 14 años se esfuerza por acudir a instruirse.
Al llegar a la institución se puede percibir el fuerte olor que proviene de “las marraneras”, granjas particulares donde se crían puercos, ubicadas en las cercanías, pero a los 350 alumnos que asisten parece no importarles esa inconveniencia y con entusiasmo realizan las actividades académicas.
Sin embargo, asistir a la escuela no es siempre fácil para los habitantes de esa unidad habitacional, dijo el director de esa primaria, abierta hace apenas 18 años, Heriberto Delgado López. “En nuestro medio vemos que se pierden muchos chamacos de la secundaria a la universidad. Ya no llegan”, comentó.
El principal problema que enfrenta esa comunidad, desde su perspectiva, es la falta de preparatorias ya que en el poniente no hay, sólo la Altavista que es por cooperación.
Al margen de esta observación, cabe mencionar que en la colonia Juanita Luna, ubicada también al norponiente de la ciudad, se abrió el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS) 269 en agosto de 2010.
“Ahí es donde se pierden los muchachos, si no quedan en El Chamizal (Bachilleres 19), Bachilleres 5 o en las preparatorias particulares del centro se pierden y dejan la escuela”, comentó.
El maestro recordó que cuando él y otros de sus compañeros llegaron a fundar ese plantel tampoco había secundarias, sólo la Altavista, pero luego se comenzaron a fundar más en Anapra y todo comenzó a cambiar.
“Aquí no había electricidad, agua ni drenaje, comenzamos a hacer las solicitudes y empezaron a llegar, no porque yo fuera importante, sino porque era una escuela, había niños y se requerían los servicios”, contó. “Eso le empezó a ayudar a la colonia”.
A finales de los 90 había grupos de adolescentes en las esquinas porque no tenían qué hacer, ahora con la construcción de escuelas a las 7 de la mañana o a la una de la tarde hay muchachos en la calle, pero que están en espera del camión para irse a la escuela.
Sin embargo, el problema educativo principal que se enfrenta es la carencia de preparatorias.
El profesor rechazó la creencia de que si los padres no fueron a la escuela, sus hijos tampoco lo harán porque, al menos en su comunidad, los tutores se esfuerzan porque sus descendientes se preparen aunque ellos mismos no hayan cursado siquiera la primaria.
Bajo ese concepto, afirmó que remontar en la educación tiene que ver con las oportunidades que cada quien tiene para desarrollar sus aptitudes. Ahora los menores tienen oportunidades que sus padres no, pero si no hay escuelas no habrá tampoco evolución.
Aunque, a veces, la falta de educación de los padres sí afecta el respaldo que deben dar a sus hijos por esa misma carencia.
“Se preocupan por que sus hijos sobresalgan, pero a veces no saben cómo apoyarlos, en otras cosas que se les explica no pueden por su mismo déficit”, expresó. “Tenemos niños inteligentes, que si les dan condiciones aprovechan lo que tienen a su alcance y sobresalen”.
Las personas en general no entienden o creen que tienen un déficit de educación, sino que no tienen oportunidades, si migraron a esta ciudad y llegaron a esa colonia fue porque no tuvieron las oportunidades necesarias para progresar en el lugar de donde provienen.
En la periferia, sobre todo en la Ampliación Felipe Ángeles, la mayoría de los habitantes llegan del interior de la República porque no tuvieron oportunidad de estudiar y desarrollarse.
“La comunidad está consciente de que la única forma de salir adelante es el estudio, pero tienen sus limitantes en cuanto al apoyo”, acotó.

No se puede obligar que regresen  a la escuela

Jesús Manuel Giacoman Román, coordinador de escuelas primarias federales de la Subsecretaría de Educación, Cultura y Deporte en la zona norte, declaró que aun cuando la autoridad no cuenta con datos estadísticos en el trabajo diario se perciben factores que afectan a la actividad educativa y generan deserción.
“Lo vemos en las comunidades escolares, Ciudad Juárez sigue padeciendo de una actividad demográfica viva porque sigue llegando gente todos los días y se sigue yendo, algunos vienen a estacionarse mientras pueden pasar a Estados Unidos, otros dejan aquí a sus hijos, los mayores, encargados con los abuelos y después de un tiempo se los llevan”, explicó.
Lamentablemente, dijo, existe el fenómeno de deserción en la primaria, aunque no son muchos alumnos sí es una situación importante.
Hay grupos que comienzan con 40 en primero, en sexto terminan con el mismo número, pero con niños diferentes.
“No podemos saber a ciencia cierta si los niños de cierto sector están asistiendo o no, porque a veces viven en uno pero asisten a un plantel que está en otro lado debido a su situación familiar”, comentó.
Cuando detectan a algún menor que no asiste a un plantel, lo único que la autoridad puede hacer es notificar a alguna instancia oficial para que tome cartas en el asunto, porque los profesores no pueden obligarlos.
“Se les invita, se les abre las puertas, se les convoca a la inscripción, pero está un poco fuera de nuestro alcance”, indicó.
La problemática entonces se pone difícil tomando en cuenta que obligar a un menor a que asista a clases corresponde a la familia y no se pueden meter a su seno, así que hace falta que el gobierno abra alguna institución que tenga la facultad para acudir a los domicilios y exigir a los tutores que los niños acudan a un plantel.
Los funcionarios educativos, dijo, tienen marcada la línea para que no haya motivos que obligue a los infantes dejen de asistir a la escuela, pero si hay factores que están fuera de su alcance.
Han detectado, por ejemplo, que el padre se lleva a sus hijos a trabajar o que los dejan encerrados simplemente porque la madre no tiene dónde dejarlos porque la pareja se separó.
“Las víctimas son los niños, nos han traído menores que perdieron dos o hasta cuatro años por una situación conflictiva en su familia, los atendemos a extra edad o destiempo para que se recuperen, pero son casos muy complicados”, expuso. (Martín Orquiz/El Diario)

Algunos datos

994
colonias tiene la ciudad

65
concentran la mayor población de 15 años y más con un bajo nivel educativo

27
de ellas registran baja asistencia escolar en niños y adolescentes de 6 a 14 años


Características de las microzonas

•Bajo índice de bienestar
•Baja densidad de unidades económicas
•Baja población económicamente activa
•Baja población ocupada
•Baja población ocupada con nivel postbásico
•Viviendas habitadas con menos de dos dormitorios
•Viviendas habitadas sin tres servicios básicos
•Viviendas sin automóvil

Fuente: Bienestar y Seguridad en Ciudad Juárez: Atlas de las condiciones de vida y convivencia de sus habitantes


morquiz@redaccion.diario.com.mx

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