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Catedral Cada pieza cuenta una historia

Alejandra Gómez
El Diario

2014-07-27

Cada vez que el badajo metálico se eleva por el aire y termina por impactarse en el interior de la campana Fray García de San Francisco, el sonido se esparce por las torres de la Catedral de Ciudad Juárez como una ola estruendosa que se siente correr en la piel de quienes la escuchan.
Paredes de piedra, pasillos estrechos y escaleras en espiral es el camino que por años han recorrido quienes se encargan de hacer vibrar las campanas de la que fuera Parroquia de Guadalupe –que comenzó a construirse a principios de los 40– hasta que en 1957 se creó la Diócesis Católica de Juárez y abrió sus puertas como Catedral.
Para acceder a la torre el visitante debe cruzar una gran puerta de madera donde está grabada la imagen de “el regreso del hijo pródigo”, la cual alberga en su interior los confesionarios, y luego ascender por escalones de piedra rodeados por oscuros muros de concreto.
Los peldaños desembocan en una escalera colgante en forma de espiral que con dificultad permite subir por ella pues apenas tiene el suficiente espacio para que el cuerpo de una persona pise un escalón al tiempo que se gira para seguir el enroscado camino.
Una vez en la cima la vista desde las torres de la Catedral es magnífica: el Centro de Ciudad Juárez se extiende por estrechas calles abarrotadas de gentes que buscan introducirse en algún edificio o esconderse bajo los árboles de la Plaza de Armas.

Derrumbe y
reconstrucción

La edificación del templo la inició en 1941 monseñor Baudelio Pelayo, y cinco años después, el 12 de diciembre, fue consagrada por Antonio Guízar Valencia –entonces obispo de la Diócesis de Chihuahua– y terminó de construirse hasta la década de los 60, narra el sacerdote Isidro Payán Meléndez, actual párroco de la Santísima Trinidad, pero quien fungió como encargado de Catedral desde enero de 1963 hasta noviembre de 2000.
La nueva Catedral sólo permaneció en pie una década porque en 1968 comenzó un proceso de examinación de su estructura con el fin de determinar si el principal edificio de la Iglesia católica en Ciudad Juárez sería derrumbado, lo cual aconteció cinco años después (1973).
A diferencia del diseño que hoy contemplan los ciudadanos que pasean por las calles de la zona Centro, la primera construcción contaba con una cúpula sobre el área del presbiterio, la cual sólo fue concluida por la parte exterior y por dentro el diseño se quedó sin terminar hasta el día de su demolición, en febrero de 1973.
La obra original contaba con tres naves sobre las cuales había la misma cantidad de bóvedas, pero los muros y columnas que las unían comenzaron a separarse. “Cuando descubrimos que la parroquia se iba abriendo llamé a una junta con los arquitectos de Ciudad Juárez en agosto de 1963”, dijo el sacerdote Payán Meléndez.
El agua que se filtraba al interior de la Catedral durante la temporada de lluvias fue la señal que se tuvo de que la construcción se estaba separando, fenómeno que se registraba particularmente en la nave lateral norte, la cual daba hacia la avenida 16 de Septiembre.
Entre los arquitectos e ingenieros que analizaron la obra se encontraban Manuel Camacho, Adolfo Álvarez y Oscar Sánchez Cordero, quienes en un principio decidieron instalar “testigos” –cuadros de yeso– en las rupturas que presentaba la construcción, pero el problema no se resolvió.
Finalmente en 1973 se decidió demoler la Catedral por el riesgo que la construcción representaba para los fieles y la gente que trabajaba en ella, pues la pared lateral norte tenía una desviación de 17 centímetros en la sección alta.
Ese mismo año, por orden del obispo Manuel Talamás Camandari comenzó el derrumbe de las paredes, el techo, el altar y la cúpula, dejando sólo la parte frontal del edificio en el que se encuentran las dos torres, construcción original que se conserva hasta el día de hoy.
Una vez demolido el edificio se identificó el problema que generó la separación de los muros: “Encontramos que tenía muy poquita armazón de fierro, las bóvedas tenían un armazón de apenas tres octavos y un vaciado en los cimientos de un espesor de 80 centímetros, lo cual no le dio al edificio una solidez segura”, contó el sacerdote Payán, quien siguió el proceso de derrumbe y reconstrucción.
La demolición fue realizada sin el permiso previo de la nación o de alguna autoridad de bienes patrimoniales porque el edificio representaba inseguridad para quien lo visitaba y fue hasta el 8 de diciembre de 1975 que se recibió el permiso para realizar la reconstrucción que cuatro meses después se comenzó.
En el derrumbe se invirtieron 870 mil pesos de aquel entonces, cifra que no representó un alto gasto porque se contó con el apoyo de la ciudadanía que prestó materiales y empleados para realizar el trabajo de retiro de escombro, pero en la construcción se gastaron 22 millones y medio de pesos.
En septiembre de 1977, cuando aún la construcción estaba sin terminar –le faltaban las puertas y ventanas–, la Catedral fue bendecida por el cardenal de Colonia, Alemania, Joseph Hoepfner, porque los sacerdotes de aquel lugar donaron la sexta parte del costo del edificio.
La intención de monseñor Baudelio Pelayo, quien inició la construcción de la antigua Catedral, era para conservar el altar, pero no fue posible porque se modernizó el estilo del edificio a tal grado que pasó de tener tres naves a un aula donde hoy en día reciben prédica miles de fieles.

Las torres, símbolo
de la ciudad

De la construcción original, que comenzó en 1941, la actual Catedral aún conserva la fachada, las dos torres y las campanas, de las cuales la principal data de 1954 y tiene grabado el nombre con que fue bautizada: Fray García de San Francisco.
“Se decidió dejar las torres de la Catedral porque son un símbolo e imagen de Ciudad Juárez”, dijo el sacerdote Payán.
En la torre izquierda hay siete campanas instaladas: tres en la parte posterior, tres en el costado izquierdo y la más grande al centro, la cual marca la hora a través de un sistema de electromartillos.
Sólo la campana Fray García de San Francisco y dos pequeñas cuentan con este sistema, el cual consiste en martillos metálicos que están programados para tocarlas; dos lo hacen por la parte exterior y uno por el interior, produciendo así diversos sonidos.
A partir de 2013 cada cuarto de hora es anunciado de manera electrónica por las campanas de Catedral: a los 15 minutos una campanada alerta a los paseantes, a la media hora se escuchan dos, a los 45 minutos se producen tres y al llegar la hora las campanas menores reproducen cuatro toques hasta que la Fray García marca el tiempo.
Cada torre cuenta con tres niveles: en el primero de la torre derecha hay instaladas otras cuatro campanas que eran un sistema de reloj eléctrico que se empleaba antes, pero actualmente está en desuso, explicó el sacerdote Eduardo Hayen, actual párroco de Catedral.
Los ingenieros que realizaron la demolición en la década de los 70 reforzaron las torres uniéndolas con un armazón de concreto por la parte del cimiento y el nivel intermedio, donde se localiza actualmente el coro, para evitar su desplome.
Desde la parte alta, en el balcón donde canta el coro, son visibles las dos arquitecturas de que está construida la Catedral, pues justo encima se unen el techo que diseñó el arquitecto Sánchez Cordero y el original que forma parte del área de las torres.

El Plan de Salvación
en los vitrales

El interior de Catedral es iluminado por los colores de los rayos solares al atravesar el vitral instalado en el costado izquierdo, el cual representa “El Plan de Salvación de Dios para México”.
En el vitral, que mide 35 metros de largo por 7 de altura, está plasmada de izquierda a derecha, una mano extendida de la cual salen rayos luminosos que representan la creación y culminan en unas olas que significan el movimiento del espíritu de Dios sobre las aguas, de acuerdo con el libro del Génesis en el capítulo primero, explica el sacerdote Payán.
Sobre las olas está una paloma que simboliza al Espíritu Santo dirigido hacia el vientre de la Virgen de Guadalupe, la cual no tiene la figura tradicional sino sus manos abiertas, con la izquierda señala a Jesús y con la derecha a Juan Diego inclinado ante ella.
La imagen del indígena que es dirigido a Jesús por la Virgen María resume el significado del vitral: “el Plan de Salvación de Dios para México” porque por encima de las figuras están plasmados los colores de la bandera mexicana.
El autor del diseño es Miguel Montes Pérez y fue realizado por el arquitecto Willys Griffith, quien empleó una especie de resina y vidrio facetado –tiene quiebres para producir luminosidad–, el cual fue importado de Carolina del Norte, Estados Unidos.
El vidrio fue quebrado y formado en El Paso, Texas, donde residía Willys Griffith, y con una técnica de fuego fue unido con la resina para dar forma al diseño final.
Sobre el presbiterio, del lado izquierdo, hay otros ventanales en los que están plasmadas dos cruces y dos peces, en ambos casos hay una figura más grande que otra que simboliza a Jesús en su redención y salvación para el hombre, además de la eucaristía; las imágenes más chicas representan a los sacerdotes como ayudantes del hijo de Dios.
En la parte frontal de la Catedral, sobre las puertas principales, se encuentra el rosetón o ventana principal del edificio en la que está instalado un vitral donde dominan los colores rojo, amarillo y azul, inspirado en una fotografía que capturó el sacerdote Payán –la imagen se tomó en el 72 y el vitral se hizo en el 78– de un atardecer en Acapulco.
Al centro del vitral está plasmado un sol coronado que simboliza a Cristo como el sol de justicia que ilumina a la humanidad desde el oriente, el cual está envuelto por azul en la parte inferior y superior que representa el mar y el cielo.

Mausoleo para
los obispos

A las puertas de Catedral, del lado izquierdo, yace el cuerpo del primer obispo de la Diócesis Católica de Ciudad Juárez: Manuel Talamás Camandari, quien en mayo de 1957 fue nombrado pastor de esta sede por el Papa Pío XII.
Talamás Camandari falleció el 10 de mayo de 2005, luego de haber sido intervenido en dos ocasiones por problemas gastrointestinales y fue velado en el interior de Catedral dos días después a las 12 de la tarde, de acuerdo con información de la página oficial de la Diócesis.
La cripta en la que descansan sus restos fue elegida por él mismo y a su alrededor hay otras cinco, tres al costado izquierdo y dos en la parte inferior, donde serán sepultados los próximos obispos de Ciudad Juárez.
Talamás estuvo al frente de la Diócesis Católica hasta el 11 de julio de 1992, después de que fuera aceptada su renuncia por el Papa Juan Pablo II, misma que presentó el 16 de junio de ese año al cumplir los 75 años, tal como lo establece el canon 401 del Código de Derecho Canónico.

El presbiterio

Las principales imágenes y diseños de la Catedral se encuentran en el área del presbiterio, al cual se llega después de recorrer 50 metros de piso de mármol Santo Tomás –producido en Valsequillo, Puebla– y bajo un techo colgante a 10 metros de altura.
El Cristo de Catedral fue importado de Bolzano, Italia, donde estaba instalada una fábrica productora de esculturas de madera y con la cual el obispo Talamás tenía relación gracias a un artista del lugar.
Tanto la sede obispal como el ambón y el altar están hechos con mármol negro que fue adquirido en esta ciudad y a los cuales se llega después de subir los tradicionales siete escalones.
En la sede del obispo, al fondo del presbiterio, están plasmadas las figuras de un báculo y una mitra que fueron diseñadas por el escultor juarense Raúl Ayala.
Al costado derecho del presbiterio se encuentra un dorado sagrario que simboliza una tienda de campaña del pueblo judío en su peregrinar de Egipto a la tierra prometida de Israel, el cual fue diseñado y construido por un arquitecto juarense.
La pared al fondo del presbiterio originalmente estaba hecha de concreto martelinado –corriente arquitectónica que estaba en boga en Francia en la década de los 70–, pero en 2005 fue recubierta con pliegos de madera, diseño que aún se conserva.
En el aula o nave están las bancas para los fieles que fueron fabricadas en 1979 especialmente para la Catedral y diseñadas por el arquitecto Sánchez Cordero. La madera con que están hechas es caoba traída desde Chetumal, Quintana Roo, la cual fue seleccionada por el sacerdote Isidro Payán y un carpintero.

Otras áreas

Detrás del presbiterio, como parte del mismo edificio y además del sótano, están tres pisos: el primero es la sacristía, en el segundo hay un recibidor y áreas de servicio y en el tercer piso hay habitaciones para los sacerdotes.
Debajo de la sacristía está la contaduría, la cual está conectada al piso superior con tubos por donde se vacían las donaciones de los fieles. Esta estrategia fue sugerida por el sacerdote Payán para evitar el manejo continuo del dinero.
Bajo el presbiterio hay un aljibe, depósito para agua, que fue instalado por el arquitecto Sánchez Cordero a petición del sacerdote Payán en caso de que hiciera falta el suministro de agua.
Al frente del templo hay 520 metros cuadrados de atrio, terreno que fue cedido por el presidente municipal Raúl Lezama Gil en 1976, donde fueron construidas las oficinas, jardineras, tragaluces y la librería actual, a cambio de destruir una librería de piedra que existía entonces.

agomez@redaccion.diario.com.mx

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