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Con datos de niños detenidos en EU, estafan a sus familias

The New York Times

2014-07-24

Miami— El Gobierno federal de Estados Unidos está investigando estafas cometidas contra familias de los niños migrantes que al cruzar solos la frontera quedan retenidos en albergues instalados en bases militares.
Defraudadores han obtenido información personal de los niños para luego contactar a sus familiares en la Unión Americana y pedirles hasta 6 mil dólares para reunirlos con los menores.
El FBI dijo que ya se está investigando cómo esa información tan detallada terminó en manos de criminales que se aprovechan de las familias que han estado separadas por años.
Decenas de miles de menores no acompañados, procedentes de México y Centroamérica, han cruzado la frontera sur de Estados Unidos en el último año, lo que provocó una tormenta política para la administración Obama.
En medio de la oleada, ha enviado a miles de ellos a albergues en bases militares mientras son reubicados con sus familias o tutores en Estados Unidos hasta que su caso se resuelva en los tribunales.
Ahora, de acuerdo con el FBI, los delincuentes han obtenido detalles precisos de los niños para contactar a sus familias a lo largo del país, afirmándoles que pagos son requeridos para cubrir los gastos del proceso y del viaje.
Hasta el momento, se han reportado casos de fraude en 12 estados del país, desde Nueva York a California. Los estafadores piden entre 350 y 6 mil dólares, por sus “honorarios”, agregó el Buró.
“Estamos viendo el número suficiente de casos para descartar un incidente aislado. Se trata de un problema”, comentó Michelle Lee, portavoz del FBI en San Antonio.
La información filtrada representa el revés más reciente de un tema que ha comprometido las aspiraciones del gobierno de Obama de implementar una reforma migratoria. Investigadores están tratando determinar si una base de datos sobre los niños fue “hackeada”, o si algún contratista o empleado gubernamental con acceso a información sobre los menores la vendió a estafadores, según comentó un funcionario gubernamental familiarizado con el caso.
Los niños cuyas familias fueron seguidas se encontraban en la Base Lackland de la Fuerza Aérea en San Antonio y en Fort Sill en Oklahoma, instalaciones militares donde se ha dado albergue a casi 4 mil 500 menores no acompañados desde que empezaron a hacerse cargo del gran número de niños centroamericanos que llegan a la frontera.
El FBI empezó a investigar la semana pasad tras enterarse de que quienes financiaron el traslado de menores no acompañados habían sido abordados por una persona que se hizo pasar por voluntaria, quien supuestamente facilitaría las reuniones.
En todos los casos, los estafadores hablaban un español fluido y parecían estar informados sobre el proceso migratorio, lo cual hacía las llamadas aún más convincentes, de acuerdo con Lee. La persona que llamaba parecía estar al tanto del viaje realizado por los menores y saber a quién llamar justo antes de la liberación de los migrantes.
“Suelen ser padres de familia, tías, tíos y amigos cercanos de los niños que están aquí en Estados Unidos”, dijo Lee. “Básicamente les llaman y les dicen que se deben pagar tarifas por honorarios o viáticos, y la mayoría de las personas asumen que los costos existen y no cuestionan la información”.
En un esquema similar, alguien parece haber utilizado el número telefónico de una organización empresarial de San Antonio en un intento por dar credibilidad a la llamada, de acuerdo con el FBI. Los pagos son solicitados por transferencia electrónica, pago de débito o giro bancario.
“Piden 6 mil, 3 mil, 350 ó 750 dólares”, dijo Lee. “Son cantidades suficientes para hacernos pensar que alguien lo planeó e hizo un gran número de llamadas. Algunos de los pagos fueron hechos con débito y debieron haber solicitado la información bancaria. Es bastante atemorizante”.
Una empleada doméstica de Miami que recientemente pagó a un contrabandista para que trajera a su hija de 16 años de Honduras comentó que estuvo comunicándose con una mujer que aseguraba ser una trabajadora social en el refugio de Texas donde se encontraba su hija. La mujer le dijo que tenía que pagar 2 mil dólares por el boleto de ida de su hija desde Texas.
“Le pregunté por qué tanto, que cuánto costaba el boleto”, comentó la empleada doméstica, Eva, quien solicitó que no se publicara su apellido puesto que se encuentra en el país de manera ilegal. “Empecé a sospechar cuando no supo decirme cuánto costaba el boleto. Le dije que cómo no sabía si ella lo compraría”.
Luego la mujer disminuyó el precio a mil 500 dólares y pasó el teléfono a otra persona, quien recibió la información de la tarjeta de crédito de Eva. Al llegar el estado de cuenta de Eva, tenía tres retiros distintos.
“Le cuento la historia a la gente y nadie me cree”, dijo. “Ahora me doy cuenta de que me estafaron”.
La mujer agregó que no había visto a su hija en 14 años, lo cual la llevó aún más a hacer a un lado sus dudas.
“Con la emoción por ver a mi hija, el dinero fue lo último que me preocupaba”, dijo. (The New York Times)

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