Local

La muerte aún tiene memoria

Martín Orquiz
El Diario

2014-07-20

Lo que más impresiona a quienes pasan por esos lugares es el profundo silencio y la soledad que se respira en el ambiente. Son los sitios donde se cometieron siete multihomicidios entre 2008 y 2013, de cuyo entorno los vecinos han preferido cambiarse o encerrarse porque desconfían de todo y de todos.
Hoy, a modo de cicatrices resaltan en los edificios –casi todos abandonados– cadenas y candados que clausuran el paso desde el exterior. En algunos todavía quedan huellas de las masacres cometidas, como múltiples agujeros de las balas que se dispararon durante los ataques.
“A esa casa se me haría muy difícil entrar” , “por aquí ya no pasa nadie”, “nadie sale a la calle”, “es una historia difícil”, “creo que ya nos acostumbramos a la violencia”, “se oye que le pegan a la pared y piden auxilio”, “la gente tiene miedo de que se aparezcan los muertos”, “en cuanto oscurece, sale el miedo”… susurran vecinos de esas fincas, ubicadas en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.
Aunque los niveles de violencia en Ciudad Juárez son menores a los registrados entre 2008 y 2011, esos sitios permanecen como vívido recuerdo de aquellos hechos, cuyo impacto no ha cauterizado todavía en las comunidades donde están enclavados.
Villas de Salvárcar, Horizontes del Sur, El Papalote, Francisco I. Madero, Bellavista y Primero de Septiembre, son las colonias donde se perpetraron esos siete ataques que cimbraron a la comunidad, donde en conjunto fueron asesinadas 81 personas.
La memoria viva de aquellos hechos ocasiona que sus calles permanezcan aún solitarias, que muchas casas contiguas hayan sido abandonadas e incluso que se tejan leyendas en torno a esos sucesos.
Si bien esas construcciones perviven en el abandono, incluso la casa de Villas de Salvárcar que se convirtió en referente internacional de la crisis de inseguridad está ya afectada por la apatía oficial y ciudadana.
Vecinos de esas comunidades dicen que los lugares donde fueron victimadas decenas de personas están en el desuso total, condenados a permanecer solos ante la negativa imagen que proyectan. La mayoría opina que deben ser derribados o darles un uso comunitario, como convertirlos en templo, para revertir su reputación y darles alguna utilidad.

‘Autoridades deben rescatar esos
lugares y a sus comunidades’

La socióloga Catalina Castillo Cervantes considera que es importante que tanto las autoridades como las comunidades reviertan esas representaciones negativas para transformarlas en un recuerdo no de dolor, sino de la experiencia que ayudó a los fronterizos a enfrentar esa crisis.
La también activista social opina que aquí se está viviendo una posguerra, en la que se está dando la reconstrucción de la ciudad.
Dice que es importante que las instancias gubernamentales comiencen a trabajar directamente en esas comunidades y que se requiere sacar a las instituciones hacia esos sectores, no al revés.
“Es importante que el DIF salga con toda su institucionalidad, así como el recién creado Centro de Salud Mental y otras instancias, porque las comunidades no van a ir a los edificios oficiales”, comentó.
Los habitantes de los sectores que fueron visitados coinciden en que “algo” se tiene que hacer, porque esos espacios permanecen sólo como recuerdo de las tragedias.
“Nos contaban algunas promotoras (sociales) que los niños que vieron algún hecho violento o les asesinaron a sus padres, escuchan voces, están viendo aparecidos”, dice.
Para contrarrestar esas manifestaciones se ha utilizado la estrategia de hacer memoriales y hasta algunos rituales simples, como encender una veladora, acto que está relacionado con las tradiciones y espiritualidad de los mexicanos.
Los espacios descritos deben ser convertidos en memoriales dedicados a quienes murieron ahí, lo que resulta fundamental para expresar el duelo, dice Castillo.
Señala que estuvo trabajando en el centro comunitario Francisco I. Madero, donde le comentaron –sobre todo las mujeres– que no acuden al sitio porque tiene un significado de muerte.
“Todo lo que pasó tuvo un costo de sangre para la ciudad y los colonos. Esos lugares representan para ellos algo que se hizo a costa de la sangre de sus hijos, es algo muy difícil de romper”, explica.
La especialista sugiere que la sociedad en su conjunto debe trabajar mucho en la parte de contención, hacer los rituales necesarios para cerrar los duelos, lo que debe hacerse en general porque todos los ciudadanos vivieron la violencia.
“Esos lugares van creando ciertos mitos urbanos de Ciudad Juárez, como que los fallecidos se aparecen, pero lo que realmente se necesita en la ciudad es un comité de promotores para las convivencias entre la comunidad”, opina.
Además, expresa, se requiere de la inversión gubernamental para generar programas y proyectos que permitan habilitar e ir haciendo vida en las comunidades en vez de que se perpetúe la muerte.
morquiz@redaccion.diario.com.mx

• Sangre en el futbol

El 23 de enero de 2011, siete personas, entre integrantes de equipos de futbol rápido y aficionados, fallecieron en un ataque ocurrido a las 6 de la tarde de ese día en el Centro Comunitario de la colonia Francisco I. Madero, establecida al norponiente de la ciudad.
Si bien, ahora la comunidad disfruta de las instalaciones de su centro comunitario, fue difícil y complicado retomar el control, expone el director del sitio, Salvador Saucedo.
La agresión ocurrió en la cancha poniente de futbol rápido, ubicada en el cruce de Juan Balderas y Porfirio Parra.
Saucedo indica que durante meses recientes se trabajó para sacar a los vendedores de drogas que estaban apoderados del espacio público y para retirar a los asaltantes que, armados, despojaban de sus pertenencias a quienes acuden al sitio.
Ahora, afirma, se está trabajando a plenitud y tanto las autoridades como la comunidad recuperaron esas instalaciones, pero considera que se requiere continuar con los esfuerzos y trabajo para mantener el control en beneficio de la ciudadanía.
Hoy las instalaciones están funcionando, incluso las canchas donde ocurrió el ataque. Usuarios del lugar indican que apenas recuerdan el hecho, pero que ahora el sitio está muy tranquilo.

• Centro de Rehabilitación CIAD

El 13 de agosto de 2008, un comando ingresó al centro de rehabilitación CIAD, ubicado en Casa de Janos casi esquina con Barranco Azul, colonia Primero de Septiembre, en el surponiente de la ciudad, donde asesinó a nueve personas.
Las bardas de lo que fue el centro lucen desoladas y con mensajes pintados que el tiempo ha ido difuminando.
“Descansa en paz Signo”, “Te extrañamos papi Yanni” y una cruz de madera sembrada en la banqueta con el nombre de Juan Manuel Martínez M. dan cuenta de la tragedia.
Guadalupe Corral Castillo, madre de Luis Ángel González Corral “El Signo” –una de las víctimas–, cuenta que en ocasiones escucha golpes del otro lado de la pared y gritos de auxilio, tal como aquella tarde, ya que su casa está enseguida del lugar.
Al limpiar con sus manos las lágrimas, recuerda las caóticas escenas de personas heridas y ensangrentadas, cómo ella misma trató de ayudar a algunos, mientras que otro de sus hijos y su esposo se metieron para sacar a Luis Ángel, quien a pesar de que recibió los primeros auxilios murió minutos después.
A casi seis años de la desgracia, su hijo mayor Fernando todavía se sienta en el escalón de la puerta tapiada con bloques de concreto y se pone a llorar.
“Me siento con él, lo abrazo para consolarlo”, dice mientras solloza. “Nunca creí que algo así pudiera pasar”.
Hoy el edificio está abandonado y sin utilidad. Los vecinos gestionaron que fuera tapiado y cerrado ya que personas ajenas se introducían para drogarse. Algunos de ellos dicen que la construcción debe usarse como templo u otro tipo de instalación comunitaria.

• Centro de Rehabilitación Aliviane

“En cuanto se mete el sol esto parece una boca de lobo”, menciona un habitante de la calle Uranio de la colonia Bellavista (norponiente). La casa marcada con el número 1243 fue adaptada como centro de rehabilitación, donde 17 personas fueron asesinadas el 2 de septiembre de 2009.
Sin abrir la puerta de mosquitero de su vivienda, el hombre se rehúsa a proporcionar su identidad y comenta que ahí no se confía ni en los propios vecinos. Incluso él ya no sabe quién vive en las casas de alrededor.
Menciona que es raro que personas pasen por ahí debido al antecedente, por lo que considera que tirar la vivienda es lo más adecuado bajo las circunstancias.
Otra vecina, que tampoco se quiso identificar, señala que sus hermanas tuvieron que trasladar a su madre a otro domicilio ya que desde que ocurrió el ataque no tuvo paz.
“Le daba miedo, ya no pudo estar aquí y nos la tuvimos que llevar”, cuenta.
Hoy la propiedad se encuentra abandonada y semidesmantelada. Desde el exterior se pueden observar los cuartos vacíos y algo de basura. La vivienda, que está formada por dos casas comunicadas por un patio, fue ocupada por una familia que la dejó en cuestión de semanas. Los vecinos consideran que esa construcción debe derribarse porque nadie la ocupará jamás. Aseguran que por las noches ni personas ni automóviles transitan por esa arteria.


• Centro de Rehabilitación
Anexo de Vida

En la colonia El Papalote la tragedia se cebó al doble. Primero, el 16 de septiembre de 2009, un grupo de hombres armados llegó hasta el número 564 de la calle Plan de Ayala (suroriente), ingresó al centro de rehabilitación Anexo de Vida y disparó hasta matar a 10 personas.
A casi cinco años del hecho las instalaciones están totalmente deshabilitadas. El local fue despojado de ventanas, puertas, alambrado eléctrico y de los muebles del baño. La entrada permanece libre. Sólo quedan las paredes con grafiti y decenas de agujeros que fueron producidos por las balas disparadas ese día. También subsisten restos de la cinta amarilla colocada por la Policía.
Un vecino, que se negó a proporcionar su identidad, señala que el sector está muy solo ya que muy pocas personas circulan por ahí, incluso el sitio no es visitado ni por los vagos del sector.
“Ese día estaba viendo la pelea de ‘El Travieso’ (Arce), como a las 11 de la noche, de pronto escuché las detonaciones, pero creí que eran cuetes”, recuerda. “Luego me di cuenta de lo que pasó porque comenzaron a llegar las patrullas y ambulancias”.
Agrega que desde entonces apenas comienza a oscurecer y las personas evitan caminar por ahí, mientras que muchos vecinos, de los que la mayoría era de fuera de la ciudad, dejaron sus viviendas.
Hoy los vecinos consideran que esas instalaciones deben ser derrumbadas ya que no tienen ningún uso.

• La tragedia que le
dio la vuelta al mundo

En la calle Villa del Portal del fraccionamiento Villas de Salvárcar (suroriente), el domicilio marcado con el número 1310 se encuentra solo, pero con evidencias del recuerdo de las 15 personas que fueron asesinadas ahí el 30 de enero de 2010.
Aunque el lugar ha sido utilizado para conmemorar a las víctimas e incluso operó como centro comunitario donde se impartían diferentes cursos a los habitantes de ese y otros sectores, ahora prevalece en el abandono.
La puerta principal es sostenida sólo por un alambre, mientras que en el interior yace un sillón, las paredes lucen figuras religiosas, así como fotografías y mensajes de los asesinados.
En la pared donde quedó plasmada la palma sangrienta de una de las víctimas ahora se observan las huellas de decenas de manos pintadas.
En el exterior se levantó un altar con una cruz de madera rodeada por 15 piedras, en las que fueron escritos los nombres de los victimados, pero el resto de la decoración está compuesto por bolsas de plástico y basura.
“Creo que deberían rescatar lo que se hacía aquí, era muy bueno para todos, pero no sabemos lo que pasó”, comenta Miranda García, vecina.
Luz María Dávila, la madre de los asesinados hermanos Marcos y José Luis Piña Dávila, mencionó en entrevista en enero de este año que en ese sector todo es muy diferente porque, a pesar de que es muy tranquilo, el miedo se quedó ahí.
Ella entró a la vivienda el día del ataque en busca de sus hijos. A uno lo encontró muerto, el otro falleció al día siguiente por las lesiones de bala que le fueron inferidas.
Aunque familias de otras víctimas se fueron del fraccionamiento (pero luego han ido regresando), ella decidió quedarse porque ahí está el recuerdo de sus hijos.
Sin embargo, en cuatro años y medio no ha vuelto a entrar al lugar de la tragedia. Sólo lo hará –dice– hasta que la conviertan en un recinto espiritual.
“… nos gustaría hablar con Infonavit, porque esa casa quisiéramos que nos la pudieran donar para hacer una capillita. A mí se me haría muy difícil entrar allí. No lo he hecho desde entonces…”, menciona.
La dueña de la casa la abandonó tras la matanza, quitó las rejas y la dejó a disposición del destino... y de Infonavit.
“Nadie va a venir a rentarla. Ahí han hecho manualidades, han hecho pláticas para primera comunión, pláticas para otras cosas”, dice. “Nosotros queremos que ese lugar no se pierda en otra cosa. Por eso se han conservado los rosales, pintaron unas piedras con los nombres de los muchachos”.
Aunque Infonavit la arregle, esa casa no va a dejar de ser donde pasó lo que pasó, sentencia.
Alguien le platicó a Luz María que en la casa se oyen muchos ruidos, no gritos, que se oyen risas. Ella misma percibe que “alguien” anda adentro y siente escalofríos. Muchas veces le han comentado que debería entrar para que perciba lo que ocurre en la vivienda.
Ella tiene la creencia de que, si alguna manifestación existe, debe ser positiva ya que las víctimas no eran malas personas.
A pesar de que no ha entrado desde aquella noche, Luz María afirma que no siente miedo.
“Cuando voy a la tienda volteo… siento que se están asomando los muchachos. Le digo a las vecinas y me dicen que ellas sienten lo mismo”, expresa. “Yo volteo cuando voy caminando, pero pues no se ve nada, nomás la cortina cerrada”.
Hoy, los vecinos y, sobre todo los familiares de las víctimas, quieren que las autoridades les ayuden a rescatar ese espacio que funcionó, hasta principios de año, como un centro comunitario.

• Horizontes del Sur

El 22 de octubre de 2010, quince personas que se encontraban en una fiesta en la vivienda ubicada en Félix Candela 2069 del fraccionamiento Horizontes del Sur (suroriente), fueron asesinadas a balazos.
El fraccionamiento está ubicado a menos de un kilómetro y medio de Villas de Salvárcar.
Martha Gamboa, una vecina, indica que desde el ataque ese domicilio ha estado desocupado, aunque recientemente observaron a personas limpiándolo, pero nadie lo ocupó.
“Uno ya se acostumbró, no nos da miedo porque ahora hay mucha seguridad, por aquí pasan las patrullas a cada rato”, expresa.
Sobre el destino de la vivienda, dice desconocer lo procedente, pero considera que no podrá ser utilizada con otro fin que no sea el de habitarla.
En la actualidad el domicilio se encuentra deshabitado, las rejas cerradas con cadenas y candado, mientras que a las orillas permanecen montones de basura. Los habitantes de alrededor se muestran indiferentes al destino del inmueble.

• Sangre en el futbol

El 23 de enero de 2011, siete personas, entre integrantes de equipos de futbol rápido y aficionados, fallecieron en un ataque ocurrido a las 6 de la tarde de ese día en el Centro Comunitario de la colonia Francisco I. Madero, establecida al norponiente de la ciudad.
Si bien, ahora la comunidad disfruta de las instalaciones de su centro comunitario, fue difícil y complicado retomar el control, expone el director del sitio, Salvador Saucedo.
La agresión ocurrió en la cancha poniente de futbol rápido, ubicada en el cruce de Juan Balderas y Porfirio Parra.
Saucedo indica que durante meses recientes se trabajó para sacar a los vendedores de drogas que estaban apoderados del espacio público y para retirar a los asaltantes que, armados, despojaban de sus pertenencias a quienes acuden al sitio.
Ahora, afirma, se está trabajando a plenitud y tanto las autoridades como la comunidad recuperaron esas instalaciones, pero considera que se requiere continuar con los esfuerzos y trabajo para mantener el control en beneficio de la ciudadanía.
Hoy las instalaciones están funcionando, incluso las canchas donde ocurrió el ataque. Usuarios del lugar indican que apenas recuerdan el hecho, pero que ahora el sitio está muy tranquilo.

• Otra masacre
en El Papalote

El miedo entre los habitantes de El Papalote se incrementó en noviembre de 2013, cuando ocho integrantes de una familia fueron masacrados a cuchilladas en su casa, ubicada en la calle Luciano Becerra 1070, a sólo una cuadra de distancia del escenario en Anexo de Vida en 2009.
La vivienda se encuentra abandonada, sus puertas están cerradas con cadenas y candados.
“Aquí nos pegó dos veces la tragedia, aquí sólo hay tristeza, en la noche no pasa nadie, tienen miedo de que se les aparezca alguien”, comenta Jesús Manuel Espinoza, habitante de esa calle.
Hoy, los dos domicilios de las tragedias “están marcados”, dice Espinoza y cree que es muy difícil que los vayan a ocupar de nuevo debido a lo que pasó.
“Deberían vender, que las tiren y hacer otra cosa”, asienta.

• 2008
Día: 13 de agosto
Lugar: Casa de Janos casi esquina con Barranco Azul, en la colonia Primero de Septiembre
Comando asesina a 9 personas en el centro de rehabilitación CIAD


• 2009
Día: 2 de septiembre
Lugar: Calle Uranio 1243 de la colonia Bellavista
Grupo armado victima a 17 en el centro de rehabilitación Aliviane


• 2009
Día: 16 de septiembre
Lugar: Plan de Ayala 564
de la colonia Papalote
Hombres armados ingresan al centro de rehabilitación Anexo de Vida, acribillan
y matan a 10


• 2010
Día: 30 de enero
Lugar: Villa del Portal 1310 del fraccionamiento Villas de Salvárcar
En Villas de Salvárcar 15 jóvenes murieron tras el atentado que dio la vuelta al mundo


• 2010
Día: 22 de octubre
Lugar: Calle Félix Candela 2069 del fraccionamiento Horizontes del Sur
Quince personas se encontraban en una fiesta cuando fueron ultimadas a balazos


• 2011
Día: El 23 de enero
Lugar: Centro Comunitario de la colonia Francisco I. Madero
Siete integrantes y aficionados fallecieron en un ataque en plena cancha de futbol rápido


• 2013
Día: 22 de noviembre
Lugar: Vivienda ubicada en la calle Luciano Becerra 1070 de la colonia El Papalote (A sólo una cuadra de distancia de la tragedia en Centro de Rehabilitación Anexo de Vida)
Ocho integrantes de una familia fueron masacrados a cuchilladas

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