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Rompen esquemas: papás asumen rol del cuidado de hijos

El Diario

2014-06-13

Frente al escritorio donde Eduardo Almada trabaja en su computadora, se despliegan colgados en la pared coloridos mensajes que repiten la frase “te amo”, adornados con ositos y corazones que sus cuatro hijos le han hecho para mostrarle sus sentimientos.
A pesar del fuerte vínculo que tiene con ellos, para el hombre de 46 años ejercer su paternidad ha tenido momentos incómodos en los que se ha visto forzado a establecer que, aunque sea hombre, puede cuidar de sus vástagos igual que su mujer.
“El 90 por ciento de las veces que mis hijos van o salen de la escuela o de la guardería yo los llevo o los recojo, al principio me daban recaditos dirigidos a ‘mamita’, hasta que les pregunté si creían que yo no lo podía hacer”, contó sonriendo al recordar la anécdota.
A pesar de que en tres de cada cuatro hogares de esta frontera hay jefe masculino –es decir, 257 mil 876 de 342 mil 928 según datos del Censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)– el género enfrenta límites socioculturales para ejercer el cuidado de los hijos en tareas que específicamente son asignadas a la mujer. 
Especialistas en la conducta humana y en el comportamiento social expresaron que, sin embargo, la influencia del hombre como padre es relevante para sus hijos en muchos aspectos de su desarrollo educativo, intelectual, social, espiritual y en toda su integración como persona.
Aunque todavía existen cargas culturales que son difíciles de cambiar, en una ciudad como ésta, los hombres están ejerciendo cada vez más su paternidad, no sólo como proveedores económicos, sino como amorosos educadores y cuidadores de sus hijos, dijeron.
Realizar esas tareas, afirmó Eduardo, no es fácil debido sobre todo al tiempo que debe dedicar a sus actividades profesionales.
“Aunque a veces por el trabajo no hay mucho tiempo yo vivo disfrutando muchísimo a mis cuatro hijos”, indicó.
Antes de tener a su primogénita Jazmín Daniela, de 21 años, ya tenía la convicción para entablar un vínculo con ella, así que le comenzó a hablar desde el vientre para crear un puente de comunicación, al igual que hizo con Laura Cristina de 18, Miguel Eduardo de 16 y Aarón Osvaldo de 8.
Tradicionalmente, mencionó la psicóloga Luisa de la Providencia Díaz Corro, el padre de familia ha sido reconocido como la figura de autoridad, proveedor y de sustento económico principal en un rol definido en protección, sabiduría y disciplina, donde la imagen paterna es símbolo de seriedad absoluta.
Debido a las exigencias de variantes jornadas laborales el jerarca prolongaba su ausencia en actividades lúdicas con los hijos, limitando el vínculo socio afectivo, dijo.
La profesionista expresó que las generaciones de antaño sentían la brecha generacional, estigmatizando al padre de familia en una imagen severa, distante y exigente.
“El padre, en el mejor de los casos, era el personaje ausente a quien los hijos mostraban gratitud, admiración, respeto y esmero, pero sin oportunidad de establecer lazos emocionales de confianza, amistad, empatía, solidaridad e interacción cotidiana”, comentó.
Etimológicamente, explicó la sicoterapeuta humanista Marisela Flores Medina, la palabra padre significa “quien protege”, pero la protección y cuidado de los hijos no es una responsabilidad exclusiva de un género en particular e indistintamente puede catalogárseles por igual en alguno de los tres tipos básicos de padres: autoritarios, permisivos o con autoridad.

Unos autoritarios, otros consentidores

Añadió que los padres autoritarios son estrictos, inflexibles, apegados a las reglas, costumbres y tradiciones. Les cuesta expresar su afecto y emociones en general por miedo a mostrarse débiles, perder el respeto o disminuir su poder.
Incluso llegan a tratar a los hijos como seres inferiores, quienes suelen ser muy introvertidos, desconfiados e infelices.
Los padres permisivos son consentidores, demasiado flexibles, no saben poner límites, les cuesta mantenerse firmes, tienen una gran tolerancia ante la desobediencia.
Medina Flores señaló que estas personas buscan la aceptación de sus hijos e intentan apoyarlos en todo, pero prefieren que los menores se guíen solos –bajo sus propios criterios– antes que ofrecerse como una guía.
Tratan a sus hijos como “amigos” de igual a igual, por eso los vástagos suelen ser exigentes, caprichosos y autoritarios.
Mientras, los padres con autoridad establecen límites claros, saben mantenerse firmes y ejercer su autoridad de manera amorosa, además permiten que sus hijos se expresen libremente.
Usan su autoridad para enseñarles a responsabilizare por sus actos, los tratan con respeto independientemente de su jerarquía, así que los hijos de este tipo de progenitor suelen ser seguros, independientes, creativos, adaptados y maduros.

En proceso de transformación

Para la socióloga, Catalina Castillo Castañeda, el papel del padre es muy activo en la primera infancia, de los cero a los ocho años, si es que el hombre asume el papel de la paternidad en estos primeros años de vida de los infantes.
En la actualidad falta que a los padres, en términos culturales, realmente les sea otorgada la oportunidad que no tienen para desarrollar la paternidad por varias razones, dijo.
“En el discurso y atención de las escuelas, las narrativas que asumimos es que el cuidado infantil lo tienen que hacer las mujeres”, indicó. “Se les comenta: ‘dígale a su esposa que el niño está rosado’, porque las mujeres no asumimos que el padre tiene la posibilidad de responsabilizarse del cuidado infantil”.
Recordó que cuando los niños entran a la primaria comienza la desvinculación del proceso paternal y es la mujer quien asume llevarlos a la escuela, cuando los hombres quieren intervenir en el cuidado y la educación tampoco se les permite en las instituciones.
“Tiene que ver en cómo estamos construidas culturalmente las mujeres y las instituciones, cómo se asume la mujer, pero creo que es importante dar oportunidad a los padres de ejercer ese tipo de tareas”, señaló.
Castillo Castañeda indicó que cuando el niño pequeño tiene una figura paterna, que no necesariamente tiene que ser el padre biológico, desarrolla su autonomía, fraternidad, libertad y seguridad.
“Lo tenemos comprobado en guarderías, cuando no se refleja la figura paterna los niños son más inseguros, mas retraídos, como más temerosos de hacer cosas, pero es diferente el niño que sí tiene una porque son audaces, seguros y atrevidos”, declaró.
Consideró que el hecho de que la figura del padre “menos popular” que el de la madre se debe a procesos históricos y culturales.
“Al hombre se le ha construido como proveedor, que trabaja fuera y es el sustento de la casa, entonces es difícil para los hombres desarrollar estas funciones que hemos asumido las mujeres históricamente”, expresó.
En la actualidad, indicó, se requiere cambiar paradigmas, lo que redituará en que los hijos puedan desarrollar habilidades y capacidades para la vida como realizar actividades del hogar y de cuidado de los hijos.
Desde la perspectiva de la psicóloga Díaz Corro, también la figura paterna está sufriendo un cambio en la sociedad, que ha evolucionado en equidad de derechos y obligaciones, abasteciendo las necesidades de la familia e inicia la alternancia de roles del varón, compartiendo funciones en el hogar favoreciendo el sentimiento de participación afectiva y sentido activo para nutrir y cuidar a sus descendientes.
Consideró que el padre de familia actual se está transformando en un hombre sensible, compañero de juegos, involucrado, comprometido en las actividades de sus hijos, capaz de ser demostrativo en sentimientos y emociones, con  responsabilidad,  dedicación, esfuerzo, destacando en impecable paternidad.
Actualmente, señaló, ser nombrado papá va más allá de un símbolo de resguardo e instinto protector.
“Ahora significa conocer el sabor de una papilla, el canto de cuna, las fechas de cumpleaños, los teléfonos de las amistades de los hijos, los desvelos en afecciones infantiles, asesorías escolares, desafíos habituales y satisfacción prolongada en la odisea existencial más valiosa”, dijo Díaz Corro.
Para Flores Medina, los roles tanto de madre como de padre han experimentado transformaciones a la par de los cambios socio-culturales, antes estaban definidos por las tradiciones, ahora las funciones parentales son compartidas y complementarias.
Por ejemplo, dijo, antes a la madre se le atribuía la responsabilidad sobre el comportamiento, la conducta, la educación, la sociabilidad y el manejo emocional de los hijos; por su parte, el padre era el responsable del sustento material, la protección, el manejo del poder y del dinero, el valor del trabajo y otros.
Actualmente, continuó, se sabe que la figura de autoridad que pase más tiempo con los menores tendrá, lógicamente, una mayor influencia en su aprendizaje tanto cognitivo como conductual, ya sea que apoye u obstaculice su desarrollo, sin importar si es el padre o la madre o si los roles tradicionales se han invertido.

Aún la sociedad los excluye

“A veces decimos que no somos una familia normal”, dice Jazmín Daniela, hija de Eduardo Almada, debido a que su padre ha logrado infundirles confianza tal que pueden platicarle cualquier cosa, algo que la veinteañera no percibe en su entorno.
Afirmó que considera que su padre cumple de forma cabal con su rol porque los ha educado con el ejemplo y es coherente con lo que dice y hace; por ejemplo, algo que les reitera de forma continua es que no lleven los problemas externos a su casa, actitud que él asume.
“Cuando tiene problemas y llega a la casa lo notamos, no porque esté enojado, sino porque está serio, no habla y lo notamos, pero no se enoja con nosotros, trata de que estemos bien, felices”, expresó.
Acerca de su entorno, Jazmín Daniela menciona que percibe que muchas de sus amigas ven a sus padres como proveedores, pero no con algún tinte de cercanía emocional.
En su experiencia, ha visto también cómo muchos padres son relegados incluso de espacios físicos familiares donde no son aceptados por cuestiones de género.
Contó que es instructora de baile y que la mayoría de sus alumnas son acompañadas por sus madres. Alguna vez el padre de una de acudió a recogerla, pero otra se le acercó a decirle que no estaba cómoda con la presencia del hombre en la academia.
“El señor no estaba haciendo nada más que esperando a su hija, pero como que la sociedad nos acostumbra así, a que la mamá lleve a las niñas a la danza y el papá a los niños al futbol”, declaró.
Consideró injusto que cuando una pareja se divorcia los infantes sean entregados casi en automático a la madre, sin tomar en consideración que el padre también tiene derechos.
Aunque la discusión sociocultural en cuanto a los papeles que deben realizar madres y padres no termina, sí hay conceptos que se deben tomar en cuenta para beneficio de sus hijos, indicó Flores Medina. Antes de definir si se trata de hombres o mujeres y por ende de roles femenino-masculino o paterno-materno, se habla de seres humanos, dijo la sicoterapeuta.
Relató que todos los seres humanos empiezan su existencia en un estado de dependencia total en la cual los padres pueden ayudar u obstaculizar el desarrollo de un estilo de vida saludable pues son ellos, más allá de la genética, a través del modelado, la fuente original del aprendizaje más básico de cada individuo.
Es por esto que la neurosis, en cualquier etapa de vida, suele estar profundamente ligada al ambiente familiar en que trascurrieron los primeros años de vida de una persona, aseguró.
Aunque la biología determina el sexo, expresó, es la cultura la que define los rasgos y conductas aceptadas para hombres y mujeres. Por lo tanto, determinar quién debe hacerse cargo de los hijos, del hogar, del sustento o de las tareas pesadas o peligrosas no está definido biológicamente sino socio-culturalmente. (Martín Orquiz/El Diario)

morquiz@redaccion.diario.com.mx
 

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