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Cargan colonos en Viacrucis, sus propios sufrimientos

El Diario

2014-04-18

Cientos de feligreses se sumaron a la Pasión Viviente que fue recreada en diferentes parroquias donde los “Cristos” juarenses mostraron el rostro de dolor en su camino al Monte Calvario, antes de la crucifixión.
Junto con Jesús de Nazareth, encarnado por el empleado de maquila Israel Pérez García, de 31 años, cerca de mil 500 habitantes del norponiente de la ciudad recrearon el Viacrucis la mañana del Viernes Santo.
Los colonos enfrentaron sus propios sufrimientos y fueron en busca del alivio espiritual en el acto que tuvo un recorrido de casi 5 kilómetros, desde la parroquia de Corpus Christi hasta el cerro de la Señora de la Medalla Milagrosa.
El centro religioso se ubica en las calles Cangrejo y Rémora de la colonia Rancho Anapra, mientras que el monte más alto del lado mexicano está a unos metros del límite con Estados Unidos.
Desde ahí se aprecia en todo su esplendor la escultura del Cristo Rey en el lado norteamericano, edificado sobre un altozano todavía más elevado.
La primera etapa del recorrido se realizó sobre la avenida Anapra, la arteria principal de ese sector que está pavimentada, condición que hizo un tanto más llevadera la carga de todos los caminantes, incluidos la de los actores de la representación.
Ángela Torre, de 65 años y vecina de esa colonia, se tapó la boca para contener el llanto que le provocó la cruda escena de Jesús tirado y sangrante, que luego es obligado a levantarse a punta de latigazos que le dan furiosos centuriones romanos que vociferaban retando al Redentor a que hiciera uso de sus poderes divinos para salvarse.
“Es muy triste verlo, aunque no es la primera vez que vengo, pero cada vez es muy duro para mi ver la injusticia que se cometió con nuestro Señor”, platica con el azoro visible en sus gestos.
A la hora de tomar hacia el cerro por la calle Pescadilla, los caminantes tuvieron que redoblar sus esfuerzos debido a que la arena, la tierra y las piedras sueltas dificultaron la tracción de los pies durante el ascenso.
A lo largo del camino fueron muchas las personas que tuvieron que detenerse para quitarse los zapatos y sacar una piedra o espina que dificultaba todavía más su peregrinación, otras fueron víctimas de ataques de alta o baja presión pero fueron atendidas por los técnicos médicos del Grupo 9 de los Boy Scouts, quienes acompañaron a los católicos durante el trayecto.
Los caminantes fueron acompañados también por los vendedores de cigarros, chetos, chicharrones, papitas, sodas, aguas y hasta raspas de hielo, quienes a todo pulmón publicitaron su mercancía compitiendo con los rezos de los feligreses y el llanto de María y de Magdalena.
Luego de sortear las laderas del cerro, los cientos de personas coronaron el monte para presenciar la crucifixión de Jesús, ese momento logró silenciar a la muchedumbre, incluso a los comerciantes. Sólo se escuchó el viento que chocaba con la iglesia a medio construir que está en la cima.
Una vez terminado el acto, Pérez García, quien es padre de una niña de siete años, descansó un poco antes de emprender la bajada del cerro junto a su familia.
Con la boca reventada y adolorido por los golpes sufridos a lo largo del Viacrucis, dijo que había experimentado una sensación incomparable, ya que aunque su cuerpo fue castigado el acto fue protagonizado por el espíritu.
El párroco de Corpus Christi, Kevin Mullins, indicó que en toda su actividad como sacerdote en otros países y en México, nunca había tenido una feligresía tan fiel y participativa como la de Anapra.

En la colonia Cuauhtémoc

Mientras tanto, en la colonia Cuauhtémoc también se escenificó la Pasión y Muerte por parte de la comunidad de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, establecida en el cruce de Cinco de Mayo e Ignacio Mejía.
Alrededor de 300 personas acompañaron a Abel Pérez, quien encarnó al Hijo de Dios, y a los demás actores.
Esta obra, realizada en un escenario totalmente urbano, se caracterizó porque la crucifixión culminó en un terreno rodeado por alambrada a donde no fue permitido el ingreso de las personas, sólo de los actores. En la entrada se apostaron cuatro fornidos juarenses caracterizados como centuriones romanos para impedir el acceso, dándole otra dimensión al hecho.
“Es muy triste revivir cada año la crucifixión, pero es importante hacerlo para que las nuevas generaciones conozcan el sacrificio que hizo Jesús por todos nosotros”, comentó Jovita Sánchez, una mujer que llevó a sus dos nietos a que presenciaran el Viacrucis y que observaban atentos el desarrollo de la reproducción del hecho histórico-religioso. (Martín Orquiz/El Diario)

morquiz@redaccion.diario.com.mx

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