Martín Orquiz
El Diario
Aun cuando el robo a casa-habitación es uno de los delitos que con mayor frecuencia se registran en la ciudad, también es el que menos se denuncia ante la autoridad correspondiente –el 89 por ciento de los hurtos son desconocidos por la autoridad, es decir, nueve de cada diez–, señalan estudios del Observatorio Ciudadano de Prevención, Seguridad y Justicia de Chihuahua.
Estadísticas de la Fiscalía General del Estado (FGE) establecen que la comisión de este delito ha presentado una tendencia al alza desde febrero del año pasado hasta marzo de 2014.
Mientras la sociedad fronteriza se recupera de la ola de violencia que la afectó desde 2008 con delitos de alto impacto como homicidio, secuestro y extorsión, ahora enfrenta este fenómeno delincuencial que, dicen ciudadanos, debe combatirse por igual a pesar de su aparente simpleza.
Los números de la FGE indican que a lo largo del año pasado se registró un promedio mensual de 56 robos (denunciados ante la autoridad). Sin embargo, en marzo pasado la cifra creció hasta 75.
Los análisis del Observatorio Ciudadano de Prevención, Seguridad y Justicia de Chihuahua establecen, a través de una encuesta de percepción de seguridad pública, que el 1.33 por ciento de los hogares en Ciudad Juárez han sufrido algún robo; no obstante, la “cifra negra” que no se denuncia llega al 89 por ciento de los hurtos que se cometen.
Esos datos implican que sólo el 11 por ciento de los robos a casa-habitación son denunciados ante la instancia competente.
Tal omisión se debe en la mayoría de los casos a que no vale la pena porque no esperan que atrapen a los perpetradores o que recuperen los bienes sustraídos, dijeron los encuestados.
Además, el robo es el delito que los ciudadanos tienen más temor de sufrir porque sienten que sus hogares y seguridad son vulnerables.
Profesionales de la conducta humana recomiendan que víctimas de este delito reciban atención emocional ya que, aun cuando no hay confrontación directa con los perpetradores, enfrentan el hecho de que su espacio íntimo fue violentado, lo que hace crecer la sensación de inseguridad y afecta su cotidianidad.
Es importante, incluso, que hagan la denuncia correspondiente ya que es el primer paso para recobrar la confianza.
Anabel Gómez es una profesionista que vive con su familia en un fraccionamiento ubicado en el suroriente de la ciudad, pero debido a que tanto ella como su esposo trabajan, mientras que sus dos hijos adolescentes estudian, su casa se encuentra sola la mayor parte del día.
“Creo que ese ha sido un factor para que nos hayan robado ya dos veces, pero también que no agarren a los ladrones porque en mi ‘fracc’ nos han robado a varios”, dice.
Cuenta que la primera vez que su casa fue víctima de saqueo, hace casi dos años, los delincuentes se llevaron las cuatro pantallas planas que tenían, así como varios aparatos electrodomésticos. Calculó que su economía sufrió un deterioro de casi 40 mil pesos.
“Son cosas que uno va comprando con el tiempo, compramos de una pantalla en una, para recuperarlas tardamos tiempo y ya no fueron de la misma calidad”, menciona.
Además, la compostura de la reja y de la puerta que violaron los ladrones fue otra inversión importante para su familia, ya que decidieron reforzar la seguridad.
Por desgracia, sus medidas no funcionaron ya que hace alrededor de un año su hogar fue objetivo de los ladrones de nuevo, quienes no alcanzaron a llevarse mucho –sólo la televisión que estaba en la sala–, pero sí destruyeron puertas y una ventana en su afán por entrar.
Gómez señala que en ninguna de las dos ocasiones denunció los hechos ante un agente del Ministerio Público adscrito a la FGE porque no esperaba que detuvieran a los sospechosos.
“Una de mis vecinas, que la robaron poco antes que a nosotros la primera vez, llamó a la Policía (Municipal) y nunca llegaron, luego fue a poner su denuncia y le dijeron que necesitaban el reporte del 066, pero no le habían dado nada. Se le fue a puras vueltas y no arregló nada, nosotros preferimos no denunciar”, dice.
Aumentan casos
Para los integrantes de la Mesa de Seguridad y de Justicia (MSJ) de Ciudad Juárez, el delito de robo a casa-habitación durante el primer trimestre del año prendió una alerta, luego que marzo pasado resultó el mes con más eventos denunciados con 75, en febrero anterior hubo 69 eventos y en enero de este año fueron 56.
Según el organismo ciudadano, que maneja los datos oficiales que les proporciona la FGE, durante 2013 el índice de ese delito fue menor.
En febrero de ese año se reportaron 54 incidentes similares, en marzo 51, en abril 55, en mayo 61, en junio 60, en julio 58, en agosto 60, en septiembre 64, en octubre 60, en noviembre 56 y en diciembre 44.
El tamaño del fenómeno delincuencial, menciona el director del Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), José Antonio Enríquez Tamez, es más grande ya que se estableció que en Ciudad Juárez la “cifra negra” de ese delito llega al orden del 89 por ciento; es decir, que sólo el 11 por ciento pone una denuncia.
Tomando en cuenta los parámetros anteriores se puede establecer que, por ejemplo, durante marzo pasado la cifra real de robos a casas habitación pudo ser de hasta 689 eventos, lo que implica la comisión de 22 ilícitos de esa naturaleza diarios tomando en cuenta que ese lapso tuvo 31 días.
El representante ciudadano dio a conocer también que a través de una encuesta de percepción se estableció que el 1.33 por ciento de los hogares cuyos habitantes fueron entrevistados reportó que fueron afectados por ladrones.
Ese número implica que al menos 4 mil 561 domicilios fueron víctimas de robo, tomando en cuenta que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) determinó, en su Censo del 2010, que en esta frontera existen 342 mil 928 moradas.
El número de personas afectadas, agrega Enríquez Tamez, es mayor tomando en cuenta que la misma fuente establece que el tamaño promedio de los hogares fronterizos es de 3.7 habitantes, y por lo general el robo a casa-habitación afecta a todos los residentes de la vivienda.
Bajo esa perspectiva, las personas que resintieron el impacto de este ilícito son alrededor de 16 mil 875, tomando en cuenta las cifras anteriores.
Los estudios realizados por el Observatorio Ciudadano determinaron además que seis de cada 10 encuestados estimaron que no vale la pena denunciar los delitos ante la autoridad, que se pierde el tiempo o que de plano no confían lo suficiente en los funcionarios como para hacerlo.
Este análisis estableció también que el delito o circunstancia de inseguridad que los ciudadanos temen más sufrir es precisamente el robo a casa-habitación, seguido por verse en medio de una balacera.
En orden decreciente, los entrevistados refirieron miedo a ser asaltados en la calle, a que les hurten artículos que están en el exterior de sus viviendas y al homicidio de algún miembro de la familia.
Le siguen secuestro, robo de automóvil, vandalismo en su casa, así como el robo de vehículo con violencia.
En el mismo orden descendente sigue el robo de accesorios y partes automotrices, fraude o extorsión telefónica, vandalismo a su automotor, intento de violación, robo de cartera o bolso, otros y por último extorsión personal.
A través de la encuesta, se determinó que el temor hacia el robo a casa-habitación se acentúa en los municipios de Chihuahua y de Nuevo Casas Grandes, así como en Camargo, Cuauhtémoc y Bocoyna.
Los investigadores indicaron que el temor hacia ese delito no parece estar relacionado con el hecho de vivir en una colonia cerrada o abierta (con acceso controlado) en zonas urbanas y muestra mucha similitud en los diferentes niveles socioeconómicos.
Detonantes
Un habitante de la unidad habitacional Juárez Nuevo de esta ciudad, que pidió se le identifique sólo con el nombre de Jesús por temor a represalias, comenta que hace meses él y otros de sus vecinos atraparon a un ladrón que tenía asolada la zona, ya que a diario o cada dos días alguna casa era robada.
“Lo ‘pepenamos’ al cabrón y le pusimos unos ‘madracillos’, nos decía que robaba porque no tenía trabajo, pero los que lo conocen dijeron que era ‘tecato’ (usuario de drogas), yo creo que por eso se metía a robar”, recuerda.
Aunque fue entregado a la Policía, a las pocas semanas ya andaba en las mismas, pero al menos en la cuadra donde vive Jesús no porque le advirtieron que a la próxima no lo entregarían a las autoridades, sino que “le darían una lección”.
Los dos factores que se mencionaron en torno al presunto ladrón, el desempleo y el uso de estupefacientes, son en realidad situaciones que llegan a detonar actitudes antisociales.
La moral y el proceder de cada individuo, explica la psicóloga Luisa de la Providencia Díaz de Solano, proviene de una escala de valores iniciada en el entorno del hogar y fortalecida en la sociedad.
Las personas que tienen un hábitat familiar conflictivo, disfuncional o de figuras y autoridades paternas distantes con ausencia de disciplina, promueven en el individuo escasez de ética.
Entonces, agrega, las personas complicadas en estilos de vida desordenados, carentes de afecto y escasa o nula educación, con situaciones extremas de amistades manipuladoras además de nocivas, acceden a los actos delictivos que cubren en algunos casos necesidades de farmacodependencia o subsistencia.
La especialista menciona que el acto delictivo pasivo continúa generando una invasión en el espacio y zona de confort de las víctimas (sus hogares), pero no significa que la persona que comete el asalto sea sumisa, sino que intenta delimitar la acción concretamente a los intereses materiales (robo de casa-habitación), evitando la reacción de violencia física e interacción con las víctimas, minimizando el tiempo de exposición y riesgo sin exacerbar a las familias.
El individuo desadaptado socialmente que delinque en los hogares, sin llegar al extremo de violencia, puede implementar una estrategia de “modus operandi” para evitar complicaciones y ser sorprendido o detenido infraganti.
Díaz de Solano indica que las situaciones que influyen en la psique del individuo incluyen su nivel educativo, ya que puede ser un factor para que se concrete al asalto sin circundar en la agresión física o verbal.
El desempleo puede llevarlo a la reincidencia en alternativas fáciles para satisfacer sus necesidades, provocando un historial delictivo, mientras que su entorno social y cultural es también importante debido a que al interactuar en grupos de personas con antecedentes antisociales o pandillas es impulsado a transgredir los derechos de los demás.
Desafortunadamente, dice, la escasez de valores, la desintegración familiar, la carencia afectiva, la indiferencia emocional en la sociedad y la carencia de justicia, han detonado en situaciones de riesgo e inseguridad intermitentes.
Por otro lado, las personas vulnerables a este delito activan mecanismos de temor, incertidumbre en su espacio familiar y desfase de sus actividades cotidianas.
Considera oportuno que las personas allanadas en su domicilio por un ladrón resguarden su integridad física y emocional acudiendo a las instituciones correspondientes de auxilio y apoyo.
En ocasiones la víctima teme represalias si denuncia el delito ante las autoridades, empero este es el primer paso en retomar las riendas de la seguridad física, opina.
La especialista señala que en el mismo grado de importancia es recomendable asistir a psicoterapia para lograr exteriorizar las emociones, superar el estado de ansiedad, frustración, impotencia y temor provocados por el estrés al que fueron sometidos.
La forma en que la familia adolecida retome su funcionalidad es relativa a la comunicación, integración y delimitación de planes de acción. Lo idóneo es retomar las actividades laborales, escolares, lúdicas con precaución y optimismo.
Díaz de Solano expone que deben programarse para ser resolutivos del conflicto interno en psicoterapia, visualizando lo positivo de la armonía familiar y delimitando las pérdidas materiales a través de procedimientos que resguarden y otorguen el poder de vivir sin ceder el derecho a ser funcionales y felices. (Martín Orquiz/El Diario)
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