Alejandra Gómez
El Diario
Vestidos de blanco, los 130 sacerdotes de la Diócesis Católica realizaron ayer una procesión desde La Misión hasta el interior de la Catedral para dar inicio a la Misa Crismal, que presidió el obispo Renato Ascencio León. Con este ritual, los fieles y pastores dieron inicio al triduo pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
La Misa Crismal consiste en la consagración del Santo Crisma, es decir, el óleo perfumado que se emplea para ungir a los bautizados, los que reciben la confirmación y a los obispos y sacerdotes ordenados, ya que representa al Espíritu Santo, explicó el obispo.
Una vez en el interior, los padres se dirigieron por el pasillo central y algunos tomaron asiento en las bancas principales, otros se sentaron a los costados del obispo.
Al concluir la lectura evangélica que realizó el obispo, invitó a los pastores a renovar sus compromisos sacerdotales, es decir, prometer consagrarse a Jesucristo y ser fieles a la Iglesia, además de conducir a otros a ella, “Le pedimos al Señor que les dé la gracia de ser sabios y santos”, dijo.
Para renovar sus votos de servicio todos los sacerdotes se pusieron de pie y respondieron sí a cada cuestionamiento que el obispo les hizo: “quieren unirse íntimamente al Señor Jesucristo…”.
“Me siento más comprometido porque como sacerdote siento que tengo que dar respuesta el llamado que Dios hizo para manifestar que Jesús se encuentra vivo”, dijo el padre Manuel Bañuelos, quien predica en la Misión de San José.
Al terminar, por el pasillo central fueron ingresados los santos oleos que serán repartidos en cada una de las parroquias de la ciudad –santo crisma, oleo de los enfermos y de los catecúmenos–, al frente entró un misionero con crucifico en mano, además de otros dos con velas encendidas.
“Hay que pedir al Señor que siga enviando obreros a su mesa”, fueron las palabras con las que concluyó el obispo Renato Ascencio la Misa Crismal.
Después de comulgar, los sacerdotes formaron una vez más una fila y juntos salieron en procesión hacia La Misión, donde ingresaron y a solas conversaron con el obispo.
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