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Un error en el toque de corneta marcó la derrota

Juan de Dios Olivas
El Diario

2013-12-28

Defendiendo a su patria, habitantes de la antigua Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, se enfrentaron hace 167 años a las tropas de Estados Unidos que invadieron México.
Muchos ofrendaron su vida y otros fueron hechos prisioneros en ese combate conocido como la Batalla de Temascalitos para los mexicanos, y la Batalla del Brazito, para los estadounidenses, que se registró el 25 de diciembre de 1846.
Al mando de los mexicanos, el capitán Antonio Ponce de León intentó detener el avance de las tropas comandadas por el coronel Alexander William Doniphan.
Con ese objetivo, un grupo de 380 voluntarios reclutados en la villa Paso del Norte se le unieron para luchar a su lado.
El escenario del combate fue un punto utilizado como paraje de descanso por los viajeros que utilizaban el Camino Real, que se encuentra ubicado al oriente del Río Bravo, a aproximadamente 35 kilómetros al norte de la actual Ciudad Juárez.
Los mexicanos estuvieron a punto de obtener la victoria desde el primer ataque, pero un error en el toque de corneta para dar órdenes a la tropa provocó la descoordinación e hizo que las fuerzas fueran dispersadas.
La derrota fue inevitable: los invasores tomaron Paso del Norte y avanzaron a la capital de Chihuahua tras volver a triunfar en la batalla de Sacramento.
Con estos reveses, se perdía de facto el actual estado de Nuevo México. Antes los estadounidenses ya habían anexado a Texas y provocado el conflicto bélico con la finalidad de expandir su territorio.

Texas, la manzana
de la discordia

La anexión de Texas a Estados Unidos fue el inicio de un proyecto de expansión territorial a costa de México y el inicio de la guerra.
Entre 1819 y 1821, el Gobierno español concedió a grupos de estadounidenses tierras para colonizar la provincia de Texas. Uno de ellos, Moses Austin, obtuvo el permiso de introducir 300 familias.
El beneficiario de dicha concesión sería Stephen Austin, quien realizó las gestiones conducentes con la Corona española en 1823, pero se le impusieron condiciones como el profesar la religión católica y se les prohibió tener esclavos.
Sin embargo, las estipulaciones no se respetaron y pronto ese territorio sería objeto de especuladores y de abusos por parte de aventureros extranjeros y más angloamericanos se establecerían de manera ilegal en aquella zona del septentrión mexicano.
Al obtener México su independencia, las autoridades buscaron contar con mayor población hispana en ese territorio que fuera leal al gobierno, pero fracasaron ya que hacia 1829 de cada 10 habitantes uno era mexicano. La distancia de la capital dificultaba ejercer la autoridad y controlar la adquisición de tierras, la presencia de esclavos y una religión distinta a la católica.
Ante esa situación, se dictaron diversas disposiciones en materia de administración local para el estado de Coahuila y Texas, entidad federativa, a la que el territorio texano se integró en 1824. Las nuevas disposiciones imponían un gobierno centralista y ponían fin al federalismo.
Las nuevas medidas de control implementadas entre 1826 y 1835 fueron rechazadas por los colonos texanos quienes protestaron contra el antiesclavismo mexicano y la ley de colonización de 1830 que prohibía la entrada de norteamericanos, a “la cancelación de concesiones especuladoras” y establecía aduanas y el consiguiente pago de impuestos.
En 1835 los ánimos estaban caldeados. Una proporción de colonos convencidos de que no podían tolerar más la situación en la que se encontraban, pues afectaba sus “derechos” e intereses, se decidió por la única alternativa, según su punto de vista: “liberar a Texas de la tiranía mexicana”.
En noviembre de ese año, reunidos en una convención, desconocieron al gobierno centralista. El general Antonio López de Santa Anna partió en el mismo mes a San Antonio para someter a los rebeldes.
La guerra por la independencia de Texas finalizó con la Batalla de San Jacinto, que tuvo lugar el 21 de abril de 1836 en lo que hoy es el condado texano de Harris. 
En la batalla el general Sam Houston derrotó al ejército mexicano liderado por el presidente de México, López Santa Anna, quien fue capturado y obligado a reconocer la independencia texana.
Texas iniciaría su corta vida como república independiente —nueve años—, hasta que en 1845 se incorporó a los Estados Unidos, lo que detonaría nuevamente la guerra.

Paso del Norte en medio

La región de Paso del Norte, ajena al conflicto, pronto se vio envuelta en la guerra entre los dos países, relata el historiador Martín González de la Vara en el libro Breve Historia de Ciudad Juárez.
En 1846, los estadounidenses avanzaron a México por varios frentes, uno de ellos el oeste con tropas al mando del coronel Stephen Kearny, que avanzaron de Fort Leavenworth para ocupar Nuevo México y California.
Llegaron a Santa Fe y la tomaron sin encontrar resistencia. Desde ahí era obvio que el siguiente paso era avanzar sobre Chihuahua.
En Paso del Norte, al ver las necesidades de defender la soberanía de México, el padre Ramón Ortiz se unió a la causa y desde el púlpito inició su activismo dando sermones en contra de la invasión estadounidense y exhortando a la población a atender los llamados de las autoridades mexicanas que requerían soldados para la defensa.
En junio de ese mismo año, junto con el prefecto de Paso del Norte, Sebastián Bermúdez, y el coronel José Ignacio Ronquillo, se dedicó a reclutar gente. Al mes siguiente Ortiz partió junto con una columna de 380 “soldados” al mando del coronel Mauricio Ugarte, rumbo a Socorro, cerca de Santa Fe, para enfrentarse a las fuerzas invasoras comandadas por Kearny.
Los voluntarios del Paso del Norte se unieron  también a la milicia de Chihuahua que salió a combatir al invasor.

la confusión

El capitán Antonio Ponce de León recibió el mando de las tropas mexicanas establecidas en Doña Ana y planeó la batalla contra los estadounidenses. Decidió no dar batalla abierta y esperarlos en Temascalitos.
Ahí, los mexicanos estuvieron a punto de romper las líneas enemigas en el primer ataque y lograr la victoria, pero la superioridad del enemigo y la descoordinación o improvisación hizo que las fuerzas de México fueran dispersadas, ya que por error el ejército chihuahuense confundió el toque de corneta e hizo la retirada a sólo 30 minutos de haber iniciado el combate.
La derrota fue inevitable para los mexicanos: los invasores tomaron Paso del Norte y el padre Ortiz fue hecho prisionero y llevado por las tropas estadounidenses en su avance a Chihuahua capital.
Los estadounidenses, cuya fuerza consistía en 700 hombres sin ninguna pieza de artillería, se encontraban acampados en Temascalitos sin ninguna precaución, lo que fue advertido por Ponce, quien ordenó el ataque.
Los mexicanos fueron advertidos por los estadounidenses cuando se encontraban de frente, a muy corta distancia y sólo hasta entonces corrieron a tomar las armas.
Ponce manda formar en batalla situando la infantería en el centro, en el ala izquierda la compañía de Coyame y los escuadrones auxiliares provenientes de Paso del Norte, una parte de la milicia de Chihuahua y en el ala derecha un piquete del segundo regimiento de caballería, en la compañía de El Norte, la de San Elizario y el resto de la de Chihuahua, dejando un obús a retaguardia.
Por su parte, las fuerzas estadounidenses se formaron en tres filas y fue entonces cuando los soldados mexicanos abren fuego y avanzan iniciando el combate.
El enemigo responde al ataque, pero la primera fila se desordena y se retira al bosque a protegerse mientras que sus oficiales se esfuerzan por hacerlos volver.
Ponce manda entonces tocar degüello, y aquel toque mal hecho fue interpretado por los soldados mexicanos como orden de retirada. Es el inicio de la derrota.
El mismo Ramón Ortiz describe la derrota en “Apuntes para la guerra entre México y Estados Unidos”, publicado en 1849 por Ramón Alcaraz y del que el sacerdote fue coautor:
“Una repugnancia invencible se experimenta al tener que referir hechos tan vergonzosos como los que vamos a describir, producidos por una ineptitud de tal manera inexplicable que al examinarlos instintivamente va a buscarse su causa oscura en la fatalidad”.
Tras describir la estrategia, el religioso relata el error que llevó a la derrota: “Ponce manda entonces tocar degüello y aquel toque ¡circunstancia inaudita! bien o mal ejecutado por el corneta, maliciosa o equivocadamente interpretado por la caballería ¡es la señal de retirada!
“El ala izquierda da media vuelta y la derecha contramarcha y de este modo se retira en el mejor orden en tanto que la infantería continúa batiéndose con el enemigo, que ha vuelto a ordenarse. Ponce se muestra herido, llama al capellán en su auxilio; por tres veces manda tocar retirada a la infantería, que obedece a última y, dejando el mando al capitán Carbajal, se retira del campo. Así por tan inesperados medios, la Providencia descargó sobre nosotros ese nuevo golpe, pero, como en todas ocasiones, dejó para siempre marcados a los responsables de nuestras desgracias”, relata Ortiz.
Los invasores consolidaron su avance por el territorio mexicano  gracias a sus victorias durante 1846 y 1847, luego vinieron las batallas que abrieron camino a la Ciudad de México: Padierna, Churubusco, Molino del Rey, hasta conseguir la rendición de la capital del país.
Ese último año, en la Ciudad de México se libraron las últimas batallas. El 15 de septiembre por la noche ondeaba en al Palacio Nacional la bandera americana y meses después, en febrero de 1848 se firmaba el tratado de Guadalupe-Hidalgo y se consolidaba la pérdida de poco más de la mitad del territorio nacional.
Y esas derrotas marcarían para siempre a la región del Paso del Norte al establecerse la nueva frontera y quedar dividida por el Río Bravo, al sur como parte de México y al norte de Estados Unidos.

FUENTES: http://www2.uacj.mx/cronologia/recinto/ortiz_ramon.htm; *Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Visión Histórica de la Frontera Norte de México; Apuntes para la guerra entre México y Estados; Elsa Aguilar Casas, en La Batalla de Palo Alto (www.inehrm.www).

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