Jesús Salas
El Diario
En los primeros tres días de actividad del Sistema de Transporte Colectivo de Ciudad Juárez (STCJ), las personas aún siguen utilizando las rutas “tradicionales”.
Durante un recorrido por varios de los paraderos del semimasivo que coinciden con los de las rutas tradicionales, se observó que en varias de ellas, el número de personas que esperaban el transporte antiguo era mayor al del ViveBús.
La capacidad de los camiones, la distancia para llegar a un paradero y para descender de él, fueron las principales razones que dieron los usuarios para preferir los camiones tradicionales.
María Olivas, de 35 años, dijo que hasta el momento prefiere usar la rutera, “el primer día del ViveBús me subí, pero no sabía que no me podía bajar donde yo quería, entonces me dejó bien lejos de donde iba, y por eso pues sigo en estos”, dijo la mujer mientras espera sobre el bulevar Zaragoza e Independencia el cruce de la rutera.
En ese punto, frente al Smart, se ubica un paradero del ViveBús y uno de lo que era la línea Tierra Nueva, ahí es de los lugares en el que más personas se reúnen para tomar cualquier tipo de transporte.
Otra de las zonas en donde se presenta esta problemática es en la colonia Constituyentes, que se encuentra cerca de la avenida Ponciano Arriaga.
Graciela Muñoz, de 30 años, dijo que para evitar caminar tanto, prefiere usar la ruta tradicional, “en esos (ViveBús), me tengo que esperar hasta el parador, pero en estos me bajo donde quiera y cuando quiera, imagínese cuándo venga del mandado, para caminar con las bolsotas”, dijo la mujer.
Uno de los choferes del transporte dijo que varias personas se han portado groseras con los conductores pues no son descendidas donde quieren, “la gente está canija, ven los lugares para descender y a fuerza quieren bajarse donde no tengan que caminar, pero no se puede, hasta se la rayan a uno por no hacer lo que quieren”, dijo “Daniel”.
Sobre el Eje Vial Juan Gabriel, cruzando la avenida Ponciano Arriaga, un grupo de jóvenes estudiantes cruza entre los paraderos de Minatitlán y Sierra Madre pues se encuentran al menos a mil metros de distancia demasiado lejos para llegar a ellos y que el tránsito los ayude a cruzar.
“Está lejos, aparte sí hay chance de cruzar por aquí, de repente dejan de pasar carros y nos cruzamos”, dijo uno de los jóvenes.
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