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Despiden y sepultan a 6 víctimas; la bebé Sofía está presente

Staff
El Diario

2013-11-20

Sofía mira somnolienta a su alrededor.
Viste un trajecito rosa que le sienta a su tierna edad: tres meses. El gorrito del mismo color parece un pequeño pastelillo sobre su cabeza.
Ajena al dolor de toda una familia, un vecindario y una ciudad que no sale de su estupor por el artero multihomicicio que exterminó a sus seres más queridos, Sofi luce saludable.
No sabe que en las últimas horas ha pasado por un calvario. Debido a su corta edad los asesinos su padre, madre, hermanos y allegados quizá le respetaron la vida.
El domingo, ya entrada la mañana una vecina entró al domicilio familiar en Luciano Becerra 1070 de la colonia Morelos Zaragoza, y presa del terror atinó a llevársela. A Sofi ya no le tocó percibir siquiera la nube de agentes que acordonaron el área, mientras la noticia de la masacre de 8 personas le daba la vuelta al mundo.
En las siguientes horas la Fiscalía estatal rescató a Sofía de la vecina y la dejó bajo resguardo de la Procuraduría para la Defensa del Menor. Luego, cumplidas las formalidades, personal de esa dependencia la entregó a sus familiares. Por eso ayer ya estaba en la despedida de sus padres y hermanos, con ese traje pastel rosado que sobresale entre el gentío que colma la Funeraria Ríos San Rafael, en Ramón Rayón y Guadalupe Victoria, en el mero Zaragoza.
De este punto queda una parada en el templo Salón del Reino de los Testigos de Jehova, de las calles Ignacio Zaragoza y Puebla de la colonia Santa Martha.
El ataúd gris de Max es el que va al frente, mientras que el de su esposa Maricarmen, color café, va detrás. Les siguen las cajas blancas de sus hijos Daniel y el de Abril Janeth. Sofía no alcanzará a recordarlos siquiera.
El templo recibe primero la caja de la niña de 4 años, después la de su hermano de 6, luego la de Max, de 28 años y por último el de la madre de la misma edad.
Las notas del piano del templo se confunden con los sollozos de las 200 personas o más que colman ellugar. Las lágrimas primero y luego los pañuelos salen a relucir para despedir a la familia Romero Castañeda.
Afuera del recinto Raúl Ortiz e Ismael Toribio, quienes ocupan un puesto jerárquico en la congregación dudan que Max peleara perros o algo parecido.
“Todo lo que se diga sobre eso a veces son puras especulaciones, así que no hay nada definido, la postura de los Testigos de Jehová es que no participamos en juegos de azar, mucho menos aún como las peleas de perros, eso es una infamia realmente”, dice Ismael Toribio.
Los cuatro integrantes de la familia son trasladados al Panteón San Rafael. Ahí serán sepultados.
Casi a la par, en otro punto la comunidad de los Testigos de Jehová entran al templo ubicado en las calles Trigo e Higo de la colonia Ampliación Aeropuerto.
Decenas de religiosos acompañan a la familia Lara Castañeda.
En este punto se vela y despide a Rosa María Castañeda y a su hija Valeria Lara. El señor Lara, esposo y padre ha venido desde Veracruz. Trata de tomar aire y mantener la calma para no desquebrajarse.
Los ataúdes de su esposa e hija, de color café y rosa respectivamente, son puestos al frente de los presentes.
El padre y esposo está en primera fila acompañado por ministros de la congregación que le dan ánimos con brazadas en su espalda.
Personas allegadas a Rosa María y Valeria, madre e hija también víctimas del multihomicidio del domingo en la Colonia Morelos Zaragoza, expresaron que sus familiares ya no quieren saber nada, por lo que decidieron sepultarlas aquí y no trasladarlas a Veracruz, de donde son originarias.
“La familia ya no quiere hacer nada al respecto, nosotros tenemos sustento en Dios y ahí es donde ellos consiguen esperanza”, dijo una señora.
Familiares cercanos a los Lara Castañeda, dijeron que el esposo de Rosa María no quizo trasladar los restos a Veracruz, debido a que prefieren que todo el protocolo se haga de manera rápida y con el menor dolor posible.
“Lo que ellos quieren es que ya no pase tanto tiempo, no querían trasladar los restos a Veracruz porque quieren que todo pase ya”, dijo una de las presentes.
Un banderín color blanco que se encuentra en la pared del templo religioso, al frente de los presentes, tiene el mensaje en letras negras “se animoso y fuerte…que Jehová está contigo”.
“Hermanos, en nombre de la familia Lara Castañeda, queremos expresarles las gracias primero porque están aquí con ellos, en este momento tan difícil, los hermanos son muy queridos y eso demuestra que tienen todo nuestro apoyo”, dice el ministro que preside la ceremonia fúnebre.
Un cántico religioso comienza… “Sombra fugaz, que va dejando atrás vacío y sufrimiento, y esperanza hay” entonan todos a coro. Lara rompe en un llanto incontrolable.
Pesa al dolor de éste hombre los presentes continúan cantando.
Lara se cubre la cara e inclina su cabeza para ver de nuevo el ataúd de sus seres queridas.
“Vida gozarán por la eternidad, como lo prometió Jehová, llamaré tu nombre ansioso”, canta la multitud al ritmo del piano.
Pedro Gutiérrez Villalobos, ministro de la congregación, comienza una breve semblanza de los fallecidos.
Un niño de 10 años, se acerca al ataúd de Valeria. La despide con un ramo de rosas.
Luergo, ambos cuerpos van ya al Panteón San Rafael. Ahí se unirán a los de Max, Maricarmen, Daniel y Abril Janeth.
Sofía sabrá de ellos por fotografías…
mfernandez@redaccion.diario.com.mx
 

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