Angélica Villegas
El Diario
Poco antes de las 9:00 de la mañana, un hombre se colocó en la avenida Juan Pablo Segundo, debajo del puente internacional Zaragoza, para ayudar a guiadores que se quedaron varados.
En ese lugar, el agua alcanzaba a esa hora al menos 50 centímetros de altura, pero los vehículos no dejaban de pasar, pese a que muchos se quedaron estancados en medio de la laguna.
Antes, entre las cinco y las siete de la mañana, el agua alcanzaba casi un metro de profundidad.
"He recogido como cinco placas hasta ahorita, se les caen las placas y yo las recojo, por si vienen por ellas", refiere Bernabé, quien es mecánico de oficio.
El hombre de complexión robusta y que calza botas tipo carnicero se adentra en el lago y empuja los carros hasta donde el agua no llega.
"Abra el cofre para revisarlo", dice Bernabé, mecánico con experiencia, al guiador en apuros para saber si el auto tiene compostura inmediata.
Tras unos minutos, Bernabé "echa a andar" los automóviles y a cambio los propietarios le dan para las sodas, asegura.