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Grafiti, el vandalismo que se convirtió en arte

El Diario

2013-07-25

José Zaragoza, un hombre de 35 años y residente de la colonia Infonavit San Lorenzo, describe esa zona habitacional como tranquila y asegura que no existen ahí, en la actualidad, problemas de violencia o conflictos entre pandillas; no obstante, toda la esquina y parte de la fachada de su casa se encuentran vandalizadas con grafiti.
Si bien José está a favor del arte urbano, los garabatos pintados en el exterior de su casa no son más que rayones sin sentido que seguramente adolescentes han puesto ahí hasta para molestar, sin ningún otro fin.
Considera que ahora que el vandalismo en la colonia que habita ha disminuido, se debe trabajar en la solución a ese problema y cree que ésta sólo se va a encontrar educando a los jóvenes, enseñándoles a respetar y a cuidar la imagen de la ciudad, y, finalmente, encauzarlos y proveerles espacios para que puedan expresarse, aun con grafiti, pero de otro tipo y de mayor calidad.
La presencia del grafiti en las calles de la ciudad no es algo reciente, a pesar de que en los últimos años se ha visto un retroceso en la práctica de esta actividad debido a la violencia que aquejó a esta frontera, en la década de los noventas su crecimiento fue exponencial. 
Así lo relata Abimael Villaseñor, un artista local que dedicó su adolescencia al vandalismo y que ahora, retribuye apoyando al talento local para encauzarlo al arte más que al grafiti de barrio.
“El fundamento del grafiti es ir contra el sistema”, dijo.
Explicó que los taggers o grafiteros, como se les conoce a quienes se dedican a plasmar dibujos elaborados con pintura de aerosol, comenzaron a marcar las paredes de diferentes puntos de la ciudad sin respetar hogares, negocios, espacios públicos, trenes y espectaculares en avenidas principales para mostrar su rebeldía hacia la ciudadanía, autoridades y en especial a sus contrincantes de otras calles o zonas de la ciudad, explicó.
A partir de 2008 muchos de los grupos cesaron de plasmar sus firmas en los alrededores de la ciudad debido al aumento de las actividades del crimen organizado; entonces, la mayor parte de las pandillas de la ciudad cambiaron el grafiti por las armas, dijo.
“Los cárteles llegaron a los barrios a armar a los jóvenes, quienes se convirtieron en el brazo de esos grupos delictivos, dejaron los crews para meterse en problemas más grandes” expresó otro tagger, que pidió la reserva de su identidad.
Confesó que uno de los grandes temores que tenían quienes hacen pintas en espacios públicos era ser descubiertos por las autoridades y ser confundidos con personas que se dedicaban a escribir narcomensajes, y que ello provocara incluso que dispararan en contra de ellos.
Muchos grafiteros se encasillaron por completo en el arte urbano legal al no poder salir a las calles a practicar las pintas de tipo vandálico o de protesta, expuso.
Fue cuando se marcó la gran diferencia entre las pintas de tipo “cholo” y las de carácter artístico, a partir de ahí surgieron diversas ramificaciones, comenzó una cultura que resultó en algo mejor para la comunidad, agregó.

Eliminar las pintas no a los grafiteros

Con el fin de limpiar la imagen de la ciudad, la actual administración municipal arrancó un programa denominado antigrafiti, enfocado a atender las quejas de quienes han sido afectados en su propiedad por actos de vandalismo relacionado con pintas en las paredes.

Antonio Mora, encargado del programa, enfatizó que no están en contra del arte cuando éste trae consigo un mensaje en pro de la ciudadanía; esta labor de limpia de grafiti, dijo, se encarga de borrar rayones sin justificación que se hicieron en propiedad ajena, sin el consentimiento del dueño, lo cual se considera vandalismo.
En lo que va del actual gobierno, se han invertido 7 millones de pesos en limpiar pintas clandestinas y en lo que va de este 2013 el gasto asciende a 1 millón 800 mil pesos, de acuerdo con Jorge Luis Delgado Terrazas, tesorero municipal.
Al respecto, Servicios Públicos Municipales informó que en 2012 un total de 352 mil 307 metros cuadrados fueron remozados y en lo que va de este 2013 el área que fue impactada por las cuadrillas de limpieza de este programa alcanzó más de 250 mil metros.
David Cuevas, empleado de Servicios Públicos Municipales, dijo que esa inversión en recursos y trabajo del personal que interviene en el programa anti-grafiti, se ven afectados en algunos lugares por la reincidencia en las pintas, como es el caso del puente de la avenida Manuel J. Clouthier y avenida De las Torres, que en un mes, a pesar de estar en restauración, fue grafiteado en cuatro ocasiones, lo que retrasó el término de la obra.
Antonio Mora considera que es difícil que se llegue a erradicar el grafiti en la ciudad, por la existencia de diferentes grupos y pandillas que existen todavía y que tienen en esa actividad uno de sus fines.
Sobre la manera en que se da atención a estas quejas, David Cuevas comentó que se presentan a la Dirección Técnica de Servicios Públicos Municipales y entonces, la cuadrilla acude a remover las pintas.
Recalcó que cuando se trata de propiedad privada, el dueño debe asumir el gasto de la pintura y la dependencia apoya con la mano de obra. En el caso de escuelas y lugares públicos sí se otorga el material, pero la petición debe presentarse mediante oficio.

Las puertas al arte están abiertas
Sobre la falta de espacios para la expresión urbana, David Cuevas comentó “que las puertas al arte están abiertas” ya que mediante concursos se han otorgado espacios para murales como es el caso del puente Rotario, ubicado en De la Raza y Tecnológico.
Desde su perspectiva como grafitero, ahora artista, Abimael Villaseñor opina que los espacios otorgados por el gobierno siguen siendo insuficientes a pesar de que el grafiti ha estado presente en el “renacimiento de Juárez”; sin embargo, el arte sigue estando solo al alcance de unos cuantos. Cree firmemente que deben abrirse mayores espacios para esta expresión artística.
Seis meses atrás, Abimael, quien es conocido bajo el alias de Melo, inició el proyecto “la casa”, un lugar dedicado a dar clases de pintura, poesía y dibujo, principalmente a jóvenes. Ese taller ha funcionado como una válvula de escape para quienes buscaban un sitio dónde desarrollar y expresar su arte.
“Arte en movimiento”, dice a la entrada de la casa que ha acondicionado como galería y taller de arte, las paredes ahora tapizadas de lo que en pocos meses de trabajar ahí con amigos y nuevos alumnos, muestran lo que para Melo significa este movimiento.
A los doce años, su mentalidad era la de cualquier otro grafitero: buscar paredes o espacios para marcar su territorio, defenderlo contra otros grupos como al que él pertenecía, para la pandilla. “Era una lucha de poder, era ver quién podía rayar más espacios y prevalecer, en las pintas, por encima de las que elaboran otros grafiteros”, relató.
Ahora, 17 años después, ya es licenciado en Diseño Gráfico y con varios diplomados en diversas disciplinas relacionadas con el arte gráfico; su mentalidad ha cambiado.
“Pinto legal, casi siempre”, confiesa entre risas. Ahora involucra a la gente le pide permiso para pintar en sus paredes algún tema que pudiera llamar su atención; eso ayuda también para que sus trabajos duren más tiempo y no los borren, explicó.
Antonio Mora, titular del programa antigrafiti, informó que todo aquel que desee un espacio para crear un mural con contenido positivo sólo tiene que pedirlo, pero deben tener en cuenta que debe contribuir a la mejora de la imagen de la ciudad, pues “una ciudad limpia atrae más gente”.
“Una pared blanca es un lienzo”, dijo Abimael mientras retocaba uno de sus trabajos. “Este es de bajo presupuesto, usé 6 latas de 70 pesos cada una y me tardé como dos horas en hacerlo”.
Utilizar pintura de buena calidad aumenta el costo de las obras, una lata de pintura puede costar de 70 a 100 pesos, explicó.
Su intención, a fin de cuentas, es la recuperación de espacios públicos por medio del grafiti, quitar el estigma de que se trata de un acto vandálico y verlo como una disciplina más en el arte, como un apoyo al talento joven, que debe ser encauzado debidamente, señaló.
Eric Díaz, un ex pandillero y todavía grafitero, explica que es entre los 11 y 13 años la edad cuando las personas comienzan a realizar pintas. “La mayoría comienza rayando baños en las escuelas con plumas y marcadores y de ahí se sigue con otros materiales y en espacios cada vez más amplios”.
Dijo que alguien que se dedica al grafiti aún cuando ya cumplió la mayoría de edad, debe tener en cuenta que implica para él mayores riesgos, porque ya puede ser sancionado legalmente por el delito de daño en propiedad ajena; en cambio los menores solo tienen que cumplir con el servicio social establecido por las autoridades.
Adrián Sánchez, vocero de Seguridad Pública, dijo que anteriormente cuando sorprendían a una persona pintando grafiti en propiedad privada, se consideraba una falta administrativa y el responsable era conducido ante el juez de Barandilla para que se le aplicara una multa o se le asignara un número de horas de servicio a la comunidad.
Si se presentaba una querella por parte de un particular afectado, entonces la persona en cuestión era turnada a la Fiscalía General del Estado como presunta responsable del delito de daño en propiedad ajena.
Actualmente, dijo Adrián Sánchez, se ha omitido sancionar con actas administrativas y la gente que es detenida por estos actos es dirigida a la Fiscalía General del Estado.
Sin embargo, la información emitida por esta instancia, expuso que las faltas administrativas por medio de la Dirección de Seguridad Pública, siguen vigentes.
En el caso de los menores de edad, el trato es diferente, los asegurados son dirigidos al programa “ValoraT!” donde trabajan en conjunto la Dirección de Prevención Social y el Departamento de Trabajo Social de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal.
Aidé Arellano, jefa del Departamento de Trabajo Social, dijo que en los últimos años “ValóraT!” ha recibido menos casos de detenidos por actos de vandalismo relacionados con pintas en propiedad ajena.
Mencionó que en años anteriores, por el número tan elevado de casos de detención de menores por esta causa, se llevaba un registro estadístico de la colonia de donde provenían los jóvenes y de la pandilla a la que pertenecían.
Actualmente, a los menores que son dirigidos al programa preventivo por medio de una queja, les es requerido reparar los daños y llegar a un acuerdo entre el quejoso y los padres o tutores del menor.

Venta restringida
Un empleado de una ferretería ubicada en el fraccionamiento Pradera Dorada, mencionó que cada vez son menos los adolescentes que acuden a esos negocios para conseguir botes de pintura, y a los pocos que van se les niega la venta de dichos productos si no cumplen con la mayoría de edad, ya que así lo marca la normatividad.
Dijo que también existe la restricción en la venta porque la pintura es utilizada como droga inhalante, pero es difícil identificar a quien le da ese uso al producto.
“La verdad es muy raro que vengan chavos a pedir pintura en aerosol estos días, quién sabe como la estén consiguiendo” manifestó el ferretero. (Con información Cinthia Ávila/Denisse Almeida/Germán Contreras/El Diario)

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