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Son adolescentes, estudiantes de secundaria… y están embarazadas

Karen Cano
El Diario

2013-03-18

Si bien ser estudiante no es tarea sencilla para numerosos adolescentes, las cosas se complican más, cuando por algún descuido, falta de prevención o por desinformación, surgen embarazos prematuros, un fenómeno que ha ido en ascenso los últimos años.
En las escuelas secundarias de la ciudad se tienen registradas 48 alumnas embarazadas que continúan con sus estudios, cuyas edades no superan los 15 años, mientras que en las preparatorias de mayor demanda, hay al menos otras 66 menores que esperan un bebé.
Damaris tiene 16 años. Está en segundo de preparatoria y lleva 11 semanas de gestación. Ella y su novio utilizaron preservativo, pero les falló, dice. Aun cuando sus padres y su novio, que también estudia y además trabaja en la maquiladora, la apoyan, ella se tiene que esforzar más que sus compañeras para salir adelante en la escuela.
Al igual que Damaris, las más de cien jovencitas que deben acudir en ese estado a las aulas, sufren el rechazo de sus compañeros y hasta de sus maestros, aislamiento social, además de riesgos en su salud.

Más de 6 mil adolescentes en el estado forman en su vientre a un bebé

Reportes periodísticos indican que en el Hospital de la Mujer el número de partos y abortos de pacientes de 12 a 14 años aumentó 7 por ciento durante 2012.
En Chihuahua hay 400 niñas de 10 a 14 años de edad que están embarazadas, y junto con adolescentes de 15 a 19 años que también están en esta situación, suman más de 6 mil, según datos que concentra la asociación Vida y Familia (VIFAC), que aun cuando es de orden nacional, su estancia en esta frontera representa al único organismo de apoyo a mujeres embarazadas en desamparo.

¿Por qué salen embarazadas las niñas y estudiantes?

“Ellas mismas me dicen ‘es que gana la calentura’; hay mucha información pero no se está interpretando de manera adecuada”, explica Cinthia Cristina Hinojos, trabajadora social de VIFAC.
Para la doctora Patricia Aguada, ginecóloga en el Hospital General Regional 66 del IMSS, el problema es que intentan llevar una vida sexual a escondidas, por lo que se arriesgan a no utilizar métodos anticonceptivos que hagan evidente el inicio prematuro de su sexualidad.
“Por eso lo ideal es el condón, el problema es que las mujeres no se lo piden a los caballeros, y pues ellos no se lo van a poner por iniciativa”, comenta.

Mi primera vez

“Mariana” tiene 19 años y cursa el sexto semestre de preparatoria; siempre destacó entre sus compañeras por ser la más aplicada y seria del salón.
Pocas veces salió de casa para acudir a alguna fiesta, no toma, no fuma, y hasta hace poco ni siquiera tenía novio.
Sin embargo, ahora tiene 7 meses de gestación y comenta que la intención de seguir estudiando después de la graduación, se ha esfumado.
“Él me ayuda, pero me dicen que no me case con él porque es más grande que yo. La verdad yo ya no quiero estudiar, pienso en tener un trabajo y que todo salga bien”, explica.
Al ser su primera vez, no pensó que pudiera quedar embarazada, y por ello se le hizo fácil no usar protección.
Ahora, aunque no ha tenido problemas en la escuela, dice que siente el rechazo de las demás personas quienes casi le reclaman con la pura mirada: “¿Por qué se embarazan tan chiquitas?”

A la que le toca, le toca’

Damaris tiene 16 años y 11 semanas de gestación, es muy delgadita y debido a eso, su embarazo es muy evidente. Aun así, ella no pierde el glamour: viste su uniforme de preparatoria con un pantalón a la cadera, luce el pelo planchado, los ojos delineados y una chaqueta negra de piel.
Actualmente cursa el segundo semestre, sus padres la ayudan al igual que su novio con el que tiene ya tres años de relación y quien trabaja en la maquila y estudia también.
A diferencia de Mariana, Damaris utilizó el preservativo. Argumenta que no era la primera vez que lo utilizaba y que no creyó que fallaría.
“Yo creo que a la que le toca, le toca”, explica.
Al principio, lo más difícil fue decirle a sus padres y la desesperación la llevó incluso a pensar en el aborto.
“Una amiga me dijo que había unas hierbas que se compraban en el mercado”.
—¿Sabes cómo se llaman esas hierbas?
—No, no me acuerdo, tenían un nombre raro.
—¿Y son muy caras? ¿Tu amiga también las tomó?
—¡Ah!, pues no, creo que las consigues como en 50 pesos, y sí, ella ya las había tomado antes.
Sin embargo, Damaris optó por la vida de su bebé y se armó de valor para decirles a sus papás; después de que ambos lloraron un poco, le ofrecieron su apoyo y le aconsejaron que no se casara hasta que estuviera segura de que eso era lo que quería.
Ahora le preocupa un poco su situación económica, pues en su casa ya tiene cinco hermanos y su bebé viene a ser otro integrante de la familia.
Es por eso que, “ahora con más ganas” quiere terminar la escuela, desea estudiar una carrera en Sistemas de la Computación y poder así mantener a su hijo. Sabe que es todo un reto, pero no piensa desistir.

Hay que trabajar

Un hijo, una casa, su novio de toda la vida como marido, era algo que Melisa siempre soñó. Quien la viera podría compararla con una princesa de cuento, de facciones amables y refinadas. Tiene 8 meses de embarazo y 17 años de edad.
Se siente muy enamorada de su novio, con el cual ya vive, y del que es pareja desde que entró a la secundaria.
“Como toda joven, creo que pensé en el aborto, pero ni siquiera me puse a buscar una manera de hacerlo, no quise, quiero a mi bebé”, menciona mientras su mirada se ilumina y sus manos protegen el vientre.
Todavía no sabe cómo fue que quedó embarazada, su método anticonceptivo siempre fue el condón; un día éste se rompió y se vio obligada a comprar anticonceptivos de emergencia. Ambos métodos fallaron.
Para ella, la confesión a sus padres fue muy dolorosa, aunque piensa que era una noticia que algún día les iba a dar, aunque en otras circunstancias.
Ahora vive con su novio, que por amor a ella y su bebé tiene una exhaustiva agenda diaria que consiste en acudir a la preparatoria por las mañanas, e ir a un trabajo de medio tiempo por las tardes y llegar a la media noche a dormir un poco.
“Nos ayudó irnos a vivir juntos, ahora que él llega cansado en la noche, yo me pongo a ayudarle a hacer tarea”, relata.

Rechazo, críticas, falta de apoyo

“Siempre hay burlas, humillaciones por parte de los demás muchachos y prejuicios. Además hay un aislamiento social, ya no es lo mismo, sus amigas empiezan a decir cosas como ‘vamos  a una tardeada’ y ya ahí existe el aislamiento; aun cuando estás en un grupo y te aceptan y te respetan porque estás embarazada”, explica Cinthia Cristina Hinojos, de VIFAC
Ni Mariana, Damaris o Melisa se han librado de las preguntas acusatorias e incomprensión por parte de maestras, compañeras de escuela, familiares y hasta de las mismas enfermeras que se encargan de proteger el bienestar de ellas y de sus bebés.
“Me dicen que ya eché a perder mi vida, y que ya no podré hacer nada más”, comenta Damaris, en tanto que Melisa asegura que está a punto de reprobar una materia.
“Camino a la escuela son subidas y bajadas que no puedo caminar ya. Si lo hago me duelen los pies y la espalda y termino el día muy cansada. Tengo que esperar el camión, que pasa cada hora, y por eso no llego temprano, aunque siempre llego. Pero la maestra no me entiende”, explica.
Estas quejas llegan frecuentemente a oídos de Hinojos, quien asegura que uno de los apoyos más importantes que requiere una mujer embarazada es psicológico, debido a la carga emocional que enfrentan.
“Siempre les dicen cosas como ‘te  adelantaste’ ‘¿Por qué si estás tan joven?’, ellas mismas son las que solicitan la ayuda psicológica porque aseguran que se sienten rechazadas”, dice.
“Yo les digo ¿ya para qué? Se les debió de haber orientado, se les debió de haber advertido que esto podía suceder cuando todavía había una solución. Pero ya cuando están embarazadas lo mejor es echarle ganas y enseñarles a cuidarse, porque en muchos casos regresan de nuevo al consultorio, con más hijos”, opina la doctora Aguada.
Comenta que la cantidad de madres adolescentes va en ascenso, y lo que es más preocupante es que siguen teniendo hijos aun sin ser capaces de cuidar al primero.
“Son embarazos de alto riesgo, los bebés prematuros son gastos muy fuertes para una institución, por eso, lo que se busca es evitar el parto prematuro, y la preclamcia; éste último un padecimiento común entre ellas”, explica.
Además, no sólo se corre riesgos de salud por el hecho de quedar embarazada, el inicio temprano de una vida sexual complica las cosas, pues se exponen a contraer el virus del papiloma humano y aumenta la exposición a contraer enfermedades venéreas.
Lo más sencillo, insiste, es usar condón, pues además de prevenir la concepción previene las enfermedades.
Por su parte, Hinojos relata que la organización civil para la que trabaja se ha encargado de ofrecer pláticas preventivas entre estudiantes de secundaria; este año se encargarán de los de preparatoria.
“Hacemos pláticas de prevención de embarazos en secundaria, pero en ellas no hablamos de métodos anticonceptivos. Se trata de reforzar los valores de los muchachos, hablamos de lo que es su futuro”, comenta.
Estas ponencias han sido bien aceptadas en las seis secundarias a las que asistieron el año pasado, por lo que seguirán ofreciéndolas en distintas escuelas de la ciudad.
La doctora Aguada responde que lo ideal es buscar a un especialista e iniciar con el control prenatal.
“Entre más rápido le digan a sus padres, más rápido comenzarán a atenderse y aumentan las posibilidades de que todo salga bien”, explica.
Hinojos, señala que aunque en los tres años que tienen trabajando en esta ciudad no han atendido a una sola estudiante adolescente; sí lo han hecho con mujeres adolescentes, incluso menores de 15 años.
Para poder seguir acudiendo a la escuela, la estudiante debe contemplar dejar de comer comida chatarra y alimentarse lo mejor posible; además de que debe estar en coordinación con sus maestros para el momento en el que tenga que dejar de acudir por su alumbramiento.
“Es probable que tengan los síntomas característicos como náuseas, vómito; se van a agitar al subir escaleras, el mismo peso del embarazo les causa dolor en el pubis, no deberán participar en las clases de deportes; y lo ideal es que les acomoden sus exámenes y tareas para que queden libre después del octavo mes”, recomienda.
Las entrevistadas señalan que lo más difícil fue decirles a sus padres, por lo que las adolescentes en esta situación suelen tener una impresión de desamparo.
“En VIFAC podemos brindarles apoyo si lo necesitan, a algunas que quedaron solas les ofrecemos despensas, les enseñamos talleres, les damos apoyo psicológico y hasta techo a las que tuvieron que salirse de su casa por su situación”, señala.
Entre tanto, y con relación a la necesidad de que estas mujeres sigan estudiando, el gobierno federal ha entregado, a través de la Subsecretaría de Gobierno del Estado, 137 becas de 2011 a la fecha.
En diciembre del año anterior fueron 43 madres adolescentes de entre 12 y 18 años, las beneficiadas con este apoyo que tiene un valor de 2 mil 600 pesos, y en julio fueron 52; mientras que en diciembre de 2011 se entregó la beca a 68 alumnas.
Lo que se pretende es que las jóvenes que se embarazan durante el curso de sus estudios no se sumen a los índices de deserción escolar y que obtengan la posibilidad de continuar con su preparación académica.
“Yo les diría que es muy bonito ser mamá, pero no hay como pensar las cosas antes”, dice Damaris a las demás chicas que pudieran estar en su situación.

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