Martín Orquiz
El Diario
La legalización de la mariguana con fines recreativos en los estados norteamericanos de Colorado y Washington ha estimulado el debate entre quienes están a favor y en contra en Ciudad Juárez, donde se ha librado una narcoguerra que dejó un saldo de casi 11 mil asesinatos en los últimos cinco años.
Quienes están a favor de permitir el libre consumo del estupefaciente argumentan que el negocio ilícito del tráfico podría terminar; que aligeraría el sistema penal al dejar de criminalizar, perseguir y procesar a sus usuarios. También que generaría impuestos aplicables a la educación.
Asimismo, que la venta regulada de la hierba disminuiría considerablemente el riesgo que enfrentan ahora los consumidores, quienes tienen que comprarla de forma clandestina a presuntos delincuentes.
Temen crezca oferta de drogas sintéticas
En contraparte, quienes se oponen a su regulación aducen la inexistencia de una legislación mundial que controle su producción, distribución, venta y consumo, circunstancia que genera contradicciones como que en algunas partes de Estados Unidos su uso sea criminalizado, mientras que en otras se alienta.
Mencionan además la doble moral en la política exterior de las autoridades estadounidenses, quienes presionan a sus similares de México y Latinoamérica para que persigan y castiguen el narcotráfico, mientras que permite la utilización del estupefaciente con fines recreativos en su territorio.
Existen además factores culturales que frenan la aceptación de la propuesta, ya que los mexicanos ven a la persona que fuma mariguana con una connotación de delincuente, sin que legalmente sea considerado un criminal.
Bajo esa circunstancia, aducen, la sociedad del país no aceptará que se legalice el uso de la droga al estimar que podría ser el principio para aceptar otras más duras.
Prevén además mayores conflictos debido a que los traficantes permanecerán en las fronteras y buscarán otros productos o formas para continuar con su ilícita actividad.
El coordinador de la Mesa de Seguridad, el médico Arturo Valenzuela Zorrilla, expone que hay que tomar en cuenta que el tráfico de mariguana genera un “mercado negro” muy lucrativo, ya que las ganancias superan las 300 veces una vez que la hierba es transportada hasta Canadá, donde sube exorbitantemente su valor.
El lucro genera un interés muy grande, así como corrupción en todas las instituciones a todos niveles, opina.
Recuerda que en 1989 los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se pusieron de acuerdo para dictar cuáles sustancias moduladoras de la conciencia deberían quedar prohibidas con el único objetivo de disminuir el consumo.
A más de 20 años de distancia ese fin no se concretó; sin embargo, el daño colateral que ha provocado el narcotráfico causó estragos en el ser humano, tan grandes como lo ocurrido en Ciudad Juárez, lo que se está replicando en otras partes de la República Mexicana y en distintos lugares del mundo.
La evolución del problema ha tenido varios efectos, indica.
El más nocivo es que genera un poder paralelo al Estado de Derecho que se resuelve fuera de los tribunales de justicia, cuando las bandas de ese negocio de pelean a balazos en las calles de la ciudad, sin que alguien regule esas diferencias.
El médico considera que con base en ese panorama, ahora se presenta una coyuntura de reflexión a nivel internacional acerca de que si debe o no regularizar el consumo de drogas.
Legalizar o no legalizar, el dilema
La legitimación del uso de la mariguana en EU, menciona el abogado y presidente del Consejo de Vigilancia de la Confederación Nacional de Abogados de México, Salvador Urbina Quiroz, es un tema que preocupa a los gobiernos tanto de México como de Sudamérica.
El conflicto principal radica en que existe una doble política por parte del gobierno norteamericano, por un lado hace presión hacia esos Estados para que combatan el narcotráfico y el consumo de drogas, pero por otro de una forma insólita somete a referéndum la legalización de la droga.
“Ahora son dos estados, Colorado y Washington, pero se tiene la expectativa de que en menos de dos años casi todas las entidades de Estados Unidos van a estar en la misma mecánica”, asegura.
Desde el punto de vista legal, el control gubernamental de la mariguana va a afectar al narcotráfico, a la transportación, a la siembra, al cultivo y en sí a todos los delitos relacionados contra la salud.
Es obvio, dice, que va a venirse abajo el mercado del estupefaciente, pero considera que surgirá y crecerá la oferta de otras drogas fuertes como la cocaína, heroína, crack y sintéticos.
Desde otra perspectiva, el vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez, Hesiquio Trevizo, menciona que se están presentando hechos contradictorios en torno al permiso para el consumo de mariguana, pero la posición de la Iglesia católica es la no legalización porque “es un mal en sí mismo, amén de que no aportaría beneficios”.
Discute los argumentos de los que están a favor de la medida, quienes alegan que se terminaría el atractivo del tráfico, aunque en los Estados del mundo –salvo excepciones muy contadas– no es aprobada.
En vez de permitir la utilización de la droga, es necesario invertir en otras líneas de acción porque es difícil concebir a una comunidad donde el consumo de la mariguana sea libre, que sea una condición generalizada no es bueno, reitera.
En la controversia por este tema inciden temas no sólo legales sino humanos ya que siempre existirá debate por el temor que las personas le tienen a lo desconocido, opina la psicóloga Luisa de la Providencia Díaz de Solano.
“Retomemos medicamentos que hace poco causaron estupor como la píldora del día siguiente, mucha gente consideró que era una excusa para tener relaciones irresponsables, mientras que otros mencionaron que era una forma de aborto instantáneo”, afirma.
Se generó un serio conflicto moral, pero finalmente la sociedad aceptó con recelo el avance científico sin que haya aumentado el número de incidentes por relaciones irresponsables; además se ha corroborado que no es un abortivo.
En contraste, se reporta un beneficio y ventaja para las parejas jóvenes en su alternativa de planear su familia.
La retórica de la mariguana, advierte, ocurre por una situación de aprehensión porque la sociedad teme el grado toxicológico debido a la asociación de efectos estimulantes recreativos que la mayoría conoce.
El coordinador de la Mesa de Seguridad, Arturo Valenzuela Zorrilla, menciona que existe mucha gente que ha estudiado las posibilidades de legalizar la mariguana en México y las bondades que traería para el país.
“Me atrevo a predecir su legalización, no sé cuándo, pero se tiene que llegar a eso, se tiene que entender que de alguna manera nos ayudaría al Estado de Derecho si se elimina el ‘mercado negro’ de muchas de las sustancias, empezando por la mariguana”, dice.
Se debe tratar en la agenda de la discusión la legalización para que, al estudiarla, se establezca que trae mucho más beneficio el controlar la venta de la sustancia que el prohibirla y tratarla de combatir a balazos a los traficantes.
No legalizar el producto genera que el usuario la tenga que adquirir de un delincuente, mientras si se controla por el gobierno el consumidor podrá adquirirla en un establecimiento seguro.
La legalización ayudaría también a mejorar el sistema penal, porque el consumidor no es un criminal, pero se confunde un problema de salud con uno de seguridad.
Cuando el usuario es encarcelado, sale de prisión con una criminología práctica, lo que a la larga de convierte en un grave error.
Para tener éxito, se debe buscar el consenso mundial
La legalización, si se hace de manera inteligente, debe ser a nivel mundial porque no se puede hacer por episodios, opina Arturo Valenzuela Zorrilla.
“Este detonante de Estados Unidos y de Uruguay, que también lanzó la propuesta ante su Congreso, será el inicio para que todos los países comiencen a legalizar el uso del estupefaciente, pero hay que hacerlo con inteligencia y con propiedad”, añade.
Pide recordar que los países consumidores, a partir del río Bravo hacia el norte, son los que se quedan con las ganancias por la venta de la mariguana, mientras que a México le deja los problemas de corrosión de las instituciones o los homicidios, pero no las grandes utilidades de ese mercado.
A los países productores, como México, les conviene que se legalice en la inteligencia de que no debe ser vendida a menores de 18 años, que se deben de pagar impuestos altos dirigidos a la educación y a la prevención.
“No digo que todos fumen mariguana, al contrario, no deberíamos intoxicarnos con ninguna sustancia, ni con el alcohol ni con la nicotina”, expresa.
En este punto, Salvador Urbina Quiroz concuerda.
“Habría que formar un consenso con los demás gobiernos, no puede haber una diferencia o una disparidad entre Estados Unidos y los demás países, creo que está fallando en ese sentido y habrá que luchar para que sea congruente”, declara.
Es necesario que la ONU intervenga ya que con la legalización de la droga se están violando incluso convenciones internacionales que están obligados a cumplir todos los miembros, incluido Estados Unidos.
Recordó que en Uruguay se está discutiendo el tema, pero su gobierno ha sido criticado por asumir esa posición.
También, Hesiquio Trevizo hace la observación de que no existe un consenso generalizado.
“Como principio no hay una homogeneidad, ni una unanimidad legislativa ni mundial ni internacional, al respecto”, declara.
Ese es precisamente uno de los puntos débiles de la discusión, la cuestión práctica, porque se desconoce exactamente cómo se va a materializar el hecho.
“Dicen que la van a legalizar, pero qué es lo que va a ocurrir, cómo le vamos a hacer exactamente, qué dependencia va a regular, quién la va a producir, cómo se va a distribuir, cómo se va a controlar, cómo se va a vender, bajo qué condiciones se hará, porque no es medicamento ya que dijeron que es con fines recreativos”, argumenta.
Bajo esa circunstancia, el sacerdote considera que existe una falta de seriedad y de una consideración a fondo del problema.
Desde el punto de vista moral, ético y humano no es aconsejable, la posición de la Iglesia es contraria a permitirlo ya que sus instituciones hicieron amplios estudios del tema durante el pontificado de Juan Pablo II, quien se ocupó personalmente del tema.
El extinto Papa declaró que la legalización de las drogas no era la solución a los problemas de la humanidad.
“No hay mucho más qué decir, la Iglesia se opone a este tipo de cosas”, afirma.