The New York Times
2018-11-09Estados Unidos— Desde la distancia, el buque de guerra chino advirtió al USS Decatur, un destructor estadounidense, que su rumbo era peligroso, luego se acercó peligrosamente.
Durante unos minutos tensos, una colisión parecía inevitable en el Mar Meridional de China. Sólo un fuerte giro de estribor del Decatur evitó un desastre que podría haber dañado gravemente a ambos barcos, matado a miembros de ambas tripulaciones y sumergido a dos potencias nucleares en una crisis internacional.
Este incidente, sucedido el pasado 30 de septiembre y descrito a detalle por un funcionario estadounidense bajo condición de anonimato, supone una nueva escalada en la confrontación que Beijing y Washington llevan a cabo en el disputado mar.
Estados Unidos considera intolerable que China desafíe su dominio en estas aguas; el Gobierno del gigante asiático, por su parte, reclama que éstas forman parte de su territorio, rechazando así las normas de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).
Ninguna de las dos potencias parece dispuesta a retroceder un ápice en su postura. Los expertos temen un conflicto inevitable.
"Es solo una cuestión de tiempo antes de que ocurra un choque", opinó Brendan Taylor, experto en el Mar Meridional de China de la Universidad Nacional de Australia.
Se espera que el Ministro de Defensa chino, Wei Fenghe, y su par estadounidense, Jim Mattis, hagan un esfuerzo para calmar esas tensiones crecientes y reducir los riesgos de errores de cálculo cuando se reúnan hoy en Washington.
Pero la guerra comercial iniciada por el Presidente Donald Trump y el discurso que el vicepresidente Mike Pence dio el mes pasado, en el que anunció una línea mucho más dura con respecto a China, hacen que sea difícil imaginar cualquier acercamiento.
"Estados Unidos y China se enfrentarán cada vez más en alta mar", advirtió el jefe de operaciones navales estadounidense, el Almirante John M. Richardson, después del incidente de septiembre.
La Administración Trump ordenó el año pasado a las Fuerzas Armadas la ejecución de más operaciones contra los reclamos territoriales de China, y ha enviado buques de guerra con mayor frecuencia a las aguas cerca de las islas artificiales que el gigante asiático ha construido.
Éstas, utilizadas por Beijing para burlar el derecho internacional, acumulan hangares de aviones, pistas de despegue y aterrizaje, puertos de aguas profundas y, más recientemente, misiles de corto alcance.
Conforme China despliega más y más fuerzas para desafiar el dominio militar estadounidense en la región, situaciones como la del Decatur se vuelven más frecuentes. Washington reportó en 2017 18 incidentes en tierra y mar entre navíos y aviones estadounidenses y chinos en la región del Pacífico, un incremento respecto a años anteriores.
Además, el impulso de Beijing a la modernización de su Ejército, que se concentra especialmente en su flota y aviación, aumenta las preocupaciones de Estados Unidos.
Éstas se ven reflejadas en el libro "Cómo Perdimos la Gran Guerra del Pacífico", escrito por el director de inteligencia de la Flota estadounidense en este océano, Dale Rielage.
La conclusión de la obra, que mezcla ficción con análisis, es que Estados Unidos perdió la guerra por no desafíar a tiempo las intenciones de China.
La Casa Blanca no parece dispuesta a cometer ese error.