Internacional

Se estanca avance por los derechos LGBT

Reforma

2018-06-30

Madrid, España— Mientras que 25 países han aprobado el matrimonio igualitario en los últimos 17 años, las organizaciones para los derechos de la comunidad LGBTI alertan que las resistencias al avance social se han hecho fuertes en otras naciones.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha revertido algunos de los logros conseguidos por la comunidad en Estados Unidos, como la presencia de personas trans en el Ejército o las normas que protegían a los menores trans para utilizar baños correspondientes a su identidad de género, según explica Daniela Damiano, de Amnistía Internacional.
Estados como Alabama o Texas han aprobado el uso de material escolar que hace hincapié en que la homosexualidad no es un estilo de vida aceptable.
El panorama ha alertado a las organizaciones de derechos civiles, a los ataques a las minorías sexuales y a los crímenes de odio.
En regiones como América Latina, el avance en los derechos LGBTI está siendo duramente contestado.
En Europa, las organizaciones anti-derechos se han movilizado para tratar de evitar el avance del matrimonio igualitario, un derecho que en la parte central y el este del continente aún está pendiente.
Además, otro síntoma de esa polarización que se vive es que mientras que el gobierno checo acaba de presentar una propuesta para legalizarlo, Rumania celebrará en los próximos meses un referéndum -fruto de una iniciativa ciudadana impulsada por los grupos ultraconservadores- para que la Constitución incluya explícitamente que el matrimonio es solo la institución formada por un hombre y una mujer.
"Los objetivos conseguidos en la última década están en riesgo. Y no solo eso, incluso en los países líderes en derechos LGTBI estamos viendo que el avance se ha estancado", alerta Katrin Hugendubel, directora de Incidencia Política de la rama europea de ILGA, una organización paraguas de asociaciones LGTBI de todo el mundo.
Hugendubel sostiene que el avance de ciertos nacionalismos están perpetuando o incluso promoviendo la discriminación de las personas gays, lesbianas, bisexuales o transexuales, como el caso de Hungría o Polonia, donde sus gobiernos ultraconservadores han adoptado discursos en apoyo de la llamada familia tradicional y contrarios a cualquier otro tipo de realidad.
El director ejecutivo de ILGA internacional, André du Plessis, sin embargo tiene una lectura positiva de los avances y sostiene que aunque la situación en muchos ámbitos y regiones es preocupante, se están produciendo algunos avances.
"Nuestras comunidades todavía se utilizan todos los días como chivos expiatorios por parte de líderes que apelan a los 'valores tradicionales' y buscan el apoyo de los sectores más conservadores de su sociedad", afirma.
"Las leyes que criminalizan y fomentan la discriminación contra nuestras comunidades inevitablemente afectan también las actitudes públicas hacia nosotros", apuntó Du Plessis.
Al menos 19 países -entre ellos Rusia, Lituania, Libia o Indonesia- disponen de las llamadas leyes de moralidad o propaganda, con las que los gobiernos tratan de frenar la difusión de contenidos relacionados con los derechos LGBTI o incluso con las propias personas de la comunidad.
En Indonesia, por ejemplo, la radiotelevisión pública tiene directrices de no emitir contenido o imágenes que muestren la diversidad sexual y de género en varones.
La homofobia y las leyes que la perpetuan siguen siendo una constante en gran parte del mundo, según la última radiografía mundial de ILGA.
En al menos 72 países aún es ilegal el sexo entre personas del mismo sexo. Son el 37 por ciento de los Estados miembros de Naciones Unidas.
En 12 de ellos (o partes de su territorio) pueden llegar a pagarse incluso con la muerte; en ocho de ellos, como Sudán o Yemen, se han registrado casos de aplicación de la pena capital en los últimos tres años, según el análisis de ILGA.
Las detenciones por mantener relaciones homosexuales no son extrañas en países como Nigeria o Egipto.
Sarah Hegazy, de 28 años, y Ahmed Alaa, de 21, cumplieron cinco meses en una prisión egipcia después de haber sido detenidos en un concierto por supuestamente agitar en un concierto una bandera arco iris, símbolo de la comunidad.

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