Internacional

Viven niños migrantes en supermercado de EU

Reforma

2018-06-14

Texas— Durante más de un año, un viejo Wal-Mart a lo largo de la frontera con México ha sido un misterio para quienes conducen por la carretera, pues en lugar del logotipo del supermercado, cuelga un curioso cartel: "Casa Padre".
Detrás de las puertas automáticas hay una bulliciosa ciudad en sí misma, equipada con aulas, centros recreativos y salas de examen médico. Casa Padre alberga a más de mil 400 niños migrantes, docenas de ellos separados a la fuerza de sus padres en la frontera por una nueva política de "cero tolerancia" de la Administración Trump.
El miércoles, por primera vez desde que se anunció esa política, y en medio de un intenso interés nacional, las autoridades federales permitieron que un pequeño grupo de periodistas recorriera el refugio secreto, el más grande de su tipo en la nación.
Southwest Key, organización sin fines de lucro que administra Casa Padre bajo un contrato federal, ha crecido rápidamente en los últimos años, alimentada por oleadas de jóvenes centroamericanos que buscan refugio en el norte.
La ONG ahora alberga a 5 mil 129 niños migrantes en tres estados -cerca de la mitad de los 11 mil 200 que se encuentran actualmente bajo custodia federal- en instalaciones que extralimitan su capacidad, según Juan Sánchez, fundador y director ejecutivo.
La política de enjuiciar a todos los que cruzan la frontera ilegalmente está creando una nueva categoría de residentes en estos centros de detención: niños y niñas que lidian con el trauma de ser separados inesperadamente de sus madres y padres. Para acomodarlos, dijo Sánchez, Southwest Key está modernizando algunas instalaciones con baños más pequeños, lavabos más pequeños y todo más pequeño.
"Estamos tratando de hacer lo mejor que podamos para cuidar a estos niños. Nuestro objetivo en última instancia es reunir a los niños con sus familias.
"No somos un centro de detención. ... Lo que operamos son refugios que cuidan a los niños. Es una gran diferencia", aseguró.
Sánchez estima que el 10 por ciento de los residentes en las instalaciones de Southwest Key son niños que fueron separados de sus familias. En Casa Padre, que tiene licencia para albergar sólo a niños de 10 a 17 años, la proporción es más cercana al 5 por ciento.
A los defensores de derechos humanos les preocupa que albergue no tenga la cantidad de empleados necesaria o la experiencia para ayudar a los niños en circunstancias tan difíciles, en comparación con la gran cantidad de migrantes que cruzan como menores no acompañados.
Cada día, el gobierno federal envía a Casa Padre una lista de los niños detenidos en la frontera para ser colocados en el refugio, explicó Jaime García, director del programa de Southwest Key.
Llegan en camionetas blancas, media docena a la vez. Después de alimentarlos, vestirlos y ducharse, los niños pasan hasta 72 horas en "aspiración" mientras son vacunados y controlados por tuberculosis, enfermedades de transmisión sexual y otros males.
Una vez que son aprobados por los médicos, se unen a la multitud de niños en el refugio, donde permanecen durante un promedio de 49 días, de acuerdo con funcionarios de Southwest Key. El número de niños en Casa Padre aumenta constantemente: ayer, miércoles, fue de 1 mil 469.
Las habitaciones del refugio no tienen puerta, sólo paredes que alcanzan no más de la mitad de un techo industrial de unos 6 metros de alto que sirve como un recordatorio constante del pasado del edificio.
Solía haber cuatro camas en cada habitación, pero a medida que el refugio llena su capacidad, se agregó una quinta cama.
Las paredes de los pasillos son adornadas con murales de presidentes de EU y citas inspiradoras. La imagen de Donald Trump es la primera que se observa, dibujada en blanco y negro, sobre la bandera estadounidense.
"A veces, al perder una batalla, encuentras una nueva forma de ganar la guerra", es la frase que acompaña a la imagen, dicha por el Mandatario dos años antes de ganar la Presidencia.
Las líneas amarillas en el suelo marcan el área donde los niños deben alinearse. En la cafetería, un mural les pide que hablen en voz baja, pregunten antes de levantarse y no compartan la comida.
Junto a sus camas hay listas de las pertenencias de cada uno: dos camisetas, tres pares de calcetines, tres pares de ropa interior, una playera tipo polo y un par de pantalones. Las luces se apagan a las 21:00 horas y se encienden a las 6:00.
Asisten a la escuela en dos turnos: uno por la mañana y el otro por la tarde. Se sientan en aulas pequeñas con paredes amarillas cubiertas de imágenes de planetas. El miércoles, a través de las ventanas saludaron a los periodistas.
"Los niños se sienten un poco como animales en una jaula, siendo observados", expresó la ejecutiva de Southwest Key, Alexia Rodríguez.
Pasan dos horas al aire libre todos los días, incluida una hora de ejercicio físico y una hora de tiempo libre, que muchos niños pasan jugando en los polvorientos campos de futbol.
Además, se les permite hacer dos llamadas a la semana.
El número inusualmente alto de niños migrantes no acompañados que cruzan la frontera sur en los últimos años incrementó las ganancias de Southwest Key. La organización ha recibido, desde 2014, más de 1.1 mil millones de dólares para resguardar a menores no acompañados, incluidos 310 millones en el año fiscal actual, según muestran los registros de gastos federales.
El negocio se desplomó brevemente hace un año, cuando la oleada de migrantes adolescentes no acompañados durante la primavera no se materializó. Southwest Key despidió a casi mil empleados.
Pero pronto se reanudó la avalancha, y luego la Administración de Trump comenzó a separar a las familias, enviando a adultos a las cárceles y sus hijos a refugios. La cantidad de niños bajo custodia federal aumentó en más del 20 por ciento entre abril y mayo de este año.
Casa Padre duplicó su población durante ese período, de 542 a 1006, según un censo mensual de la Comisión de Salud y Servicios Humanos de Texas, la agencia que autoriza dichos refugios.

X