Internacional

Díaz-Canel, una incógnita para suceder a Castro

Associated Press

2018-04-17

Santa Clara, Cuba— Era un funcionario joven, delgado de pelo largo que andaba en bicicleta saludando a los vecinos y por su personal estilo de dirigir su provincia tenía la popularidad de una estrella de rock local.
Pasó una década desde entonces y Miguel Díaz-Canel –que ahora posiblemente sucederá al mandatario Raúl Castro en la presidencia de Cuba– parece otra persona: canoso, serio, de muy pocas palabras y con escasa visibilidad pública.
Díaz-Canel, quien es actualmente el primer vicepresidente tiene una biografía oficial escueta de detalles personales y profesionales, y aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo se proyectará en su gobierno, algunos indicios dan cuenta de lo que posiblemente sea un nuevo estilo.
En un país en el que no existe la figura de la primera dama y los dirigentes –que suelen moverse en medio de importantes operativos de seguridad– ocultan con celo su vida privada, Díaz-Canel llegó casi sin custodia en marzo pasado hasta un centro de votación en Santa Clara, a unos 300 kilómetros al este de la capital, donde varios medios extranjeros aguardaban.
El funcionario caminó a lo largo de una cuadra, de la mano de su esposa, mientras saludaba a las personas que se le acercaban.
“Aquí estamos construyendo una relación de gobierno y pueblo”, dijo durante esa inusual aparición pública ante las cámaras para votar por el parlamento. Luego del sufragio regresó a La Habana, pero dejando un mensaje: un nuevo tipo de liderazgo podría llegar, con una continuidad al proceso revolucionario, pero con una renovación de las formas.
Díaz-Canel, de 57 años, sería la primera persona en tomar la máxima dirección que no se apellide Castro desde que triunfó la revolución en 1959 y deberá enfrentarse a una economía estancada, una infraestructura en decadencia, la hostilidad de Estados Unidos que no levantó el embargo, ni las sanciones contra la isla y las críticas a un modelo de control estatal con salarios bajos en el marco de un congelamiento de la iniciativa privada.
Muchos cubanos a lo largo y ancho de la isla apenas lo conocen.
Los últimos años de su ascenso político han transcurrido lento pero sin pausa, escalón por escalón, y asumió un perfil tan bajo que pasaban meses sin que se supiera de sus actividades. 

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