El Diario de Juárez
2018-03-16
Este jueves se agudizó el rompimiento entre Rusia y Reino Unido, 11 días después de que un exespía fuera envenenado en el surponiente de Inglaterra con un tóxico, señala The New York Times.
“Si uno empieza a quitar Astons y Bentleys y enormes departamentos en Kensington, congelando esas propiedades, la gente se cuidará mucho más”, dijo Cliff Kupchan, director de la empresa asesora Eurasia Group, añadiendo que la presión podría llegar hasta Vladimir Putin.
“Estas personas son leales”, señaló Kupchan. “¿Pueden lograr que él cambie totalmente de postura? No. Pero ¿existe alguna dirección dual de señales, que sube y baja, de la élite al presidente?”. Sí”.
Los rusos acaudalados empezaron a llevar su dinero a Gran Bretaña a mediados de los 90, adquiriendo propiedades mediante empresas anónimas registradas en territorios extranjeros como las Islas Vírgenes Británicas. Al inmigrar el capital, creció la magnitud y la influencia de una subcultura conocida como Londresgrado.
Para los rusos, parte del atractivo de Gran Bretaña era su oferta de refugio legal; el país rechaza las solicitudes rusas de extradición. Mientras tanto, las instituciones británicas se han mostrado laxas con los compradores extranjeros ricos, pasando a la ligera por los protocolos destinados a determinar el origen de los fondos de algún comprador, dijo Ian Bond, director de política exterior en el Centro para la Reforma Europea.
El Gobierno ha asegurado que lo anterior cambiará.
El miércoles, la primera ministra Theresa May prometió “congelar las propiedades del estado ruso cuando tengamos evidencia de que pudieran emplearse a fin de poner en peligro la vida o la propiedad de ciudadanos o habitantes de Gran Bretaña”. May agregó que los investigadores tomarán medidas contra “delincuentes importantes y élites corruptas”.
“En nuestro país no hay cabida para estar personas ni para su dinero”, dijo.