El Diario de Juárez
2018-01-23
Este martes se dio a conocer que dos figuras de la literatura contemporánea fallecieron, el poeta chile Nicanor Parra y la novelista norteamericana Ursula K. Le Guin.
Parra tenía 103 años; Le Guin 88.
Perfll: Nicanor Parra
Decía que durante medio siglo la poesía fue el “paraíso del tonto solemne”, hasta que llegó él con su montaña rusa.
“Suban, si les parece”, invitaba Nicanor Parra. “Claro que yo no respondo si bajan echando sangre por la boca y narices”.
Parra, el legendario poeta chileno fallecido el martes a los 103 años, desafiaba los convencionalismos.
Además de que fue un escéptico por formación –puesto que estudió matemática y física– jugaba hasta el extremo con el lenguaje en lo que él mismo llamó su “antipoesía”. Cruzaba la línea con su lírica irreverente, irónica, mordaz y que trataba de amoldar a las diferentes situaciones.
Se apaga la luz del que se proclamaba un “antipoeta”, ganador del premio Cervantes 2011 y candidato perenne al Nobel, nacido en un país de genios en las metáforas y que escribía, según proclamaba, para “el grueso del público”.
Su primer libro, “Cancionero sin nombre”, vio la luz en 1937 y en 1954 lanzó “Poemas y antipoemas”, con el que rompió moldes, paradigmas y esquemas.
“Como su nombre lo indica / el Capitalismo está condenado / a la pena capital: / crímenes ecológicos imperdonables / y el socialismo burrocrático / no lo hace nada de peor tampoco”, escribió casi tres décadas después de sus primeros poemarios en su obra “Ecopoemas”.
También incursionó en exposiciones artísticas irreverentes, como una en que mostró a los expresidentes chilenos colgados por el cuello, y otra en la que exhibió una cruz semejante a la de Cristo, con la leyenda “Voy y vuelvo”. En una oportunidad utilizó urinarios para montar una muestra de arte.
Sus 90 años los celebró con una exposición en la galería del palacio de gobierno de La Moneda, donde colgó las figuras de tamaño natural de los expresidentes. También llegó a exponer un ataúd con un manubrio en su interior y en la tapa se leía: “Por si acaso”.
Fue profesor de matemáticas y física en una escuela secundaria y enseñó mecánica racional en la Universidad de Chile, en 1946. Usualmente antagónicas, en Parra las letras y los números se complementaban.
Algunos de sus antipoemas también se encuentran en: “La cueca larga”, 1958; “Antipoemas”, 1960; “Versos de salón”, 1962; “Manifiestos”, 1963; “Canciones rusas”, 1967; “Obra gruesa”, 1969; “Los profesores”, 1971; “Artefactos”, 1972; “Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui”, 1979; “El Anti-Lázaro”, 1981; “Poema y Antipoema de Eduardo Frei”, 1982; “Chistes para desorientar a la poesía”, 1982; “Poesía política”, 1983, “Hojas de Parra”, 1985” y “Poemas para combatir la calvicie”, 1993.
Perfil: Ursula K. Le Guin
Ursula K. Le Guin, quien en su obra aportó una sensibilidad femenina a la ciencia ficción y la fantasía, falleció el lunes pasado en casa de Portland, EEUU, a los 88 años. La muerte fue confirmada recién hoy por su hijo, Theo Downes-Le Guin, aunque si bien no especificó la causa, dijo que había tenido problemas de salud durante varios meses.
Le Guin obtuvo el Premio Hugo, el Premio Nebula, el Premio Locus y el Premio World Fantasy por su trabajo, además de la Medalla de la National Book Foundation por la Contribución Distinguida a las Cartas Americanas y fue la primera mujer galardonada con el título de Gran Maestra por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos.
Escribió para niños y adultos y entre sus grandes obras se encuentran las llamadas Crónicas de Terramar, que incluyen títulos como Un mago de Terramar (1968), Las tumbas de Atuan (1971) y La costa más lejana (1972), entre otras. En lo que se conoce como Novelas del ciclo Ekumen se encuentran El mundo de Rocannon (1966), Planeta de exilio (1966), La ciudad de las ilusiones (1967) y La mano izquierda de la oscuridad (1969).
Sus más de 20 novelas, además de libros de poesía y cientos de cuentos y ensayos, han sido traducidos a más de 40 idiomas.
Sus ficciones van desde aventuras de jóvenes adultos hasta fábulas filosóficas irónicas. Combinan historias conmovedoras, una lógica narrativa rigurosa y un estilo delgado pero lírico para atraer a los lectores a lo que ella llamó las “tierras interiores” de la imaginación.
Otra de sus grandes características como autora fue que en sus temas, como hechicería y dragones, naves espaciales y conflictos planetarios, incluso cuando sus protagonistas eran hombres, evitaban la postura machista de tantos héroes y los conflictos suelen estar arraigados en un choque de culturas y se resuelven más mediante la conciliación y el autosacrificio, que a través del juego de espadas o las batallas espaciales.
El crítico Harold Bloom sostuvo que Le Guin era “una creadora magníficamente imaginativa y gran estilista” que “ha elevado la fantasía a la alta literatura para nuestro tiempo”. (Con información de agencias)