El Diario de Juárez
2017-11-03
El presidente Trump inició hoy su primer viaje oficial a Asia debilitado y afectado por los escándalos, listo para enfrentar a los líderes chinos y japoneses, cuyo poder acaba de aumentar en una región cada vez más decidida a fijar su rumbo sin liderazgo estadounidense, escribió The New York Times.
La Casa Blanca describe el viaje como oportunidad para que Trump luzca su incipiente relación personal con el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro chino Shinzo Abe —efectivo líder mundial que se encuentra presionando a sus colegas a negociar con Estados Unidos tratados comerciales más justos y a intensificar la presión sobre Corea del Norte y sus armas nucleares.
El errático currículum de Trump como estadista, complicado por la sombra de la investigación rusa, lo coloca en una posición cuestionable para conseguir concesiones por parte de Xi o siquiera aliados como Japón y Corea del Sur.
Antes del viaje, los colaboradores de la Casa Blanca tienen asimismo una preocupación más elemental: el hecho de que el presidente de 71 años se someta a un agotador maratón de 11 días por cinco países que inicialmente se había planeado como dos viajes separados antes de que Trump decidiera juntarlos.
Si bien Trump no acudirá a la cumbre de los mandatarios del sudeste asiático celebrada en Filipinas a efecto de regresar un día antes a Estados Unidos, sigue tratándose con mucho del viaje a Asia más prolongado para cualquier presidente desde el que George Bush padre hizo en 1991 —travesía que concluyó en Tokio cuando Bush, cansado y resfriado, se desvaneció después de vomitar sobre el primer ministro japonés.
En Vietnam, dijeron sus colaboradores, Trump describirá su nueva política para Asia basada en el concepto de una región del Indo-Pacífico “libre y abierta”.
El problema es que no está claro que Trump esté llevando a Asia alguna iniciativa más allá de esa visión.