Internacional

Planea la derecha italiana detener a migrantes en el Mediterráneo

The New York Times

2017-07-27

Milán— Al romper el alba en un tranquilo barrio de los suburbios, Lorenzo Fiato cargaba una maleta plateada llena de prendas impermeables y chicle para el mareo. Acababa de salir de su habitación decorada con calcomanías (con lemas como “Basta de inmigración”) y repisas llenas de figuritas de caballeros medievales.

Fiato, de 23 años, se despidió de su madre con un abrazo y partió para tomar un vuelo a Sicilia, donde espera embarcarse en el último tramo de lo que se ha convertido en la última odisea de la derecha de Europa. Fiato es el dirigente del capítulo italiano de Generación Identitaria, un movimiento europeo de derecha.

Todo empezó en mayo cuando Fiato y sus compañeros, embarcados en una lancha inflable, detuvieron momentáneamente a un buque que transportaba a personal de Médicos sin Fronteras que iba a rescatar migrantes en el mar. Esta acción asombró a las organizaciones de derechos humanos que alegan que los activistas, veinteañeros en su mayoría, amenazan la vida de las personas desesperadas que deciden realizar la peligrosa travesía de cruzar el mar Mediterráneo.

Pero el movimiento ganó mucha publicidad con esa táctica, lo que se tradujo en nuevos miembros y, según los identitarios, por lo menos 100 mil dólares en donativos privados. Los fondos se canalizaron a Defender Europa, proyecto que tiene como objetivo central fletar un barco de 40 metros de eslora que será usado frente a las costas del Cuerno de África.

Fiato y sus aliados de toda Europa sospechan que los barcos de ayuda están en connivencia con traficantes de personas y suponen que la inmigración equivale a una invasión musulmana. Lo que quieren es trastornar y monitorear las operaciones de los navíos de rescate y asegurarse de que no entren en aguas territoriales libias para colaborar con los traficantes y llevar más emigrantes a las costas europeas.

“Ciertamente les deseo lo mejor”, afirma Richard B. Spender, nacionalista blanco de Estados Unidos que es uno de los dirigentes de la llamada derecha alterna, movimiento de extrema derecha. “Eso me parece una misión maravillosa”.

Pero, hasta el momento, no ha llegado el buque que están esperando Fiato y sus compañeros.

El barco estaba en Egipto donde, según Fiato, los inspectores estaban buscando “cualquier pelito fuera de lugar” para retenerlo. En Italia, los miembros del parlamento han criticado duramente la misión, mientras otros se preguntan si la banda de activistas no podría ser atacada por contrabandistas armados. Un grupo asistencial español acusó a los identitarios de ser piratas.

“El ambiente ha estado muy feo”, señaló Fiato recientemente en Milán. En Italia reina una atmósfera muy tensa por estos días.

Aunque toda Europa recibe la oleada de migrantes que llegan en los cálidos meses del verano, ningún país está tan expuesto como Italia, con sus islas meridionales, miles de kilómetros de costa y su proximidad al centro de tráfico humano que es Libia.

La oleada migratoria ha suscitado grandes debates políticos en todo el continente, pero Italia ha estado especialmente en el centro de atención. Esto ha causado que el gobierno busque soluciones desesperadas desde suministrarle lanchas patrulleras a Libia y estudiar la posibilidad de cerrar los puertos del país a todo buque que no lleve la bandera italiana hasta concederle visas de viaje a los emigrantes para que puedan seguir su camino hacia el norte.

Los políticos han tenido enfrentamientos sobre el tema de concederles la ciudadanía a los hijos de los emigrantes nacidos en Italia, mientras que el gobierno, orientado hacia la izquierda, es consciente de que esta cuestión alimenta la oposición conservadora y está cada vez más desesperado por la reticencia de los demás países europeos en abrir sus fronteras y puertos para repartirse entre todos la carga de la inmigración masiva.

Buena parte de la atención ha recaído recientemente en los barcos operados por organizaciones civiles que, según Marco Minniti, ministro italiano del Interior, manejan un 34 por ciento de las misiones de rescate en el mar donde este año se han ahogado unas 2 mil personas.

En lo que va de 2017 se han rescatado a más de 93 mil emigrantes, en su mayoría provenientes de África subsahariana, quienes son llevados a puertos italianos. Existe la preocupación de que para fines de año, esa cifra podría rebasar las 200 mil personas.

Los grupos de derecha se han enganchado particularmente con un fiscal de Sicilia que, sin haber aportado ninguna evidencia, empezó a investigar si hay colusión entre los grupos asistenciales y los traficantes de personas. Este mes, grupos de derechos humanos arremetieron contra una propuesta del gobierno, dada a conocer por un grupo asistencial, para impedir que los buques de las organizaciones civiles entren en aguas territoriales libias para realizar rescates, así como para frenar los salvamentos al prohibir que los refugiados sean transferidos a buques más grandes.

Como algunos políticos de derecha, Fiato alega que los buques de ayuda constituyen un aliciente para que haya más emigración, y que benefician a los contrabandistas y mafiosos que explotan los centros de recepción, al tiempo que cobran más vidas al atraer a más emigrantes hacia el mar. Pero la agencia de Naciones Unidas para la migración asegura que ese argumento carece de fundamento.

Fiato parecía ansioso por salir al mar, la semana pasada. Estaba en el bar Magenta de Milán con su amiga de la escuela primaria y compañera política, Lara Montaperto. Aparte de ser uno de los bares más antiguos de la ciudad y toda una institución, el Magenta se ha convertido en el lugar predilecto de Fiato para conspirar en torno de la preservación de la identidad europea.

En una mesa al aire libre, rodeados por milaneses que vienen a tomarse un aperitivo y por trabajadores inmigrantes que venden cigarrillos y rosas, los dos hablan en contra del multiculturalismo y de la integración forzada como una amenaza a la cultura europea tradicional.

Montaperto, que recientemente inició un capítulo de mujeres identitarias (“No nos quedamos en casa haciendo tortellini”, dijo), alega que la posición de Europa, de recibir con los brazos abiertos, es producto del complejo de culpa por las transgresiones de la era colonial y de la Segunda Guerra Mundial. Afirma que ella no es la única que piensa que hay una horrible paradoja en que Europa establezca centros de refugiados, a los que ella considera que “no son del todo diferentes a los campos de concentración”.

Ellos consideran que la derecha alterna es un fenómeno diferente en Estados Unidos y una “gran sopa” en la que confluyen muchos sabores de la derecha. Pero Fiato admira el hecho de que una persona muy cercana al movimiento como lo es Stephen Bannon sea el estratega principal del presidente Donald Trump.

En 2012, un amigo alertó a Fiato sobre un video en YouTube llamado “Declaración de guerra”, promovido por Generación Identitaria. En esa época tenía 18 años y, aunque no tenía sólidas convicciones políticas, los temas del video le tocaron una fibra sensible y despertaron su profundo interés por la historia europea y el “gran misterio” de los “orígenes del hombre europeo”.

Poco después empezó a leer a filósofos de derecha, como Dominique Venner, Guillaume Faye y Gianfranco Miglio.

“Queremos cambiar algo”, afirma Montaperto, que lamenta no poder participar en la próxima misión ya que desde hace tiempo había planeado un viaje a Moscú para practicar el ruso. “Lara está chiflada con Putin”, asegura Fiato, que recientemente le regaló a su amiga las obras de Aleksandr Dugin, escritor ruso ultranacionalista y tradicionalista al que a veces llaman el Rasputín de Putin.

Finalmente la oportunidad de hacer algo llegó en mayo, precisó Fiato. Copiando el estilo de Greenpeace, que lleva a cabo operaciones para impedir el trabajo de los buques balleneros, él y una pequeña tripulación alquilaron una balsa de goma con un motor de 40 caballos de fuerza e hicieron una banderola que decía “No hay paso”.

“Fue como David contra Goliat”, asegura.

Los críticos de los identitarios en todo el espectro político italiano han puesto en duda la competencia de ese movimiento de derecha, más allá de su capacidad de perturbar brevemente a un buque de ayuda o de publicar videos en YouTube de gente saqueando y tirando basura en las ciudades.

Los grupos de derechos humanos y algunos funcionarios italianos han cuestionado la moralidad y legalidad de sus tácticas. Lo mismo dice el padre de Montaperto, un oficial retirado de la armada italiana, que discute con ella la posibilidad de que el grupo esté violando las leyes marítimas.

Los identitarios se indignan cuando los críticos dicen que ponen en peligro la vida de los desesperados migrantes al obstaculizar a los barcos de rescate. “Hay chalecos salvavidas para que podamos ayudar”, afirma Fiato, señalando que las leyes marítimas los obligan a ayudar a quienes lo necesiten.

“No somos asesinos”, asegura Montaperto.

Pero con toda seguridad sí son la noticia migratoria del momento. Mientras Fiato espera a que el barco llegue a Catania desde Egipto, afirma que ha tenido que vérselas con una horda de periodistas, algunos de los cuales llegaron a Sicilia antes de que él siquiera abordara el vuelo. Y agrega que todos los días su teléfono suena con llamadas de reporteros —de las principales cadenas estadounidenses, Vice News, BBC y Vanity Fair— que le piden que los deje acompañarlo en el mar.

“Ya no lo aguanto”, declara. Montaperto comprende la frustración de su amigo y le ofrece unas palabras de consuelo. “Hemos descubierto que los medios son útiles”, dice. “Nos dan publicidad”.

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