The New York Times
2017-07-16
Bagdad— Los anaqueles de casi cualquier mercado iraquí están repletos con productos procedentes de Irán. Canal tras canal de televisión transmite programas que apoyan a Teherán. Y probablemente en Irán se hayan fabricado el cemento y los ladrillos de los nuevos edificios.
A lo ancho de Irak, las milicias financiadas por Irán se mantienen ocupadas estableciendo un corredor destinado a trasladar hombres y armas a soldados destacamentados en Siria y Líbano. Y en los recintos del poder en Bagdad, hasta los funcionarios de mayor nivel del gabinete iraquí tienen el visto bueno de los líderes iraníes.
Cuando Estados Unidos invadió hace 14 años Irak con el fin de derrocar a Saddam Hussein, consideró a Irak potencial piedra fundamental de un Medio Oriente demócrata favorable a Occidente, perdiéndose por dicha causa grandes cantidades de sangre y dinero.
A partir del primer día, Irán vio algo más: la oportunidad de convertir en cliente a Irak, el enemigo previo con el cual libró una brutal guerra en los años 80. De tener éxito, Irak nunca volvería a representar una amenaza, pudiendo hacer las veces de trampolín para difundir la influencia iraní en la región.
En esa contienda, Irán ganó y Estados Unidos perdió.
En el transcurso de los últimos tres años, los estadounidenses se han abocado a la batalla contra el Estado Islámico en Irak, regresado más de cinco mil soldados a dicho país y contribuyendo a obligar a los militantes a salir de la segunda ciudad iraquí más grande, Mosul.
Pero Irán nunca perdió de vista su misión: dominar a su vecino de manera tan completa que Irak nunca pueda ponerlo en peligro militar, así como utilizar al país a efecto de controlar un corredor desde Teherán hasta el Mediterráneo.
El dominio iraní en Irak ha intensificado las tensiones sectarias en la región, provocando la movilización de los estados sunitas y los aliados estadounidenses a fin de oponerse al expansionismo iraní. Pero Irak sólo forma parte del proyecto expansionista iraní; Irán también ha recurrido a diversos tipos de poder con el propósito de ampliar su influencia en Líbano, Siria, Yemen y Afganistán, así como alrededor de la región.
La influencia iraní en Irak no sólo va al alza, sino que es diversa, reflejándose en cuestiones militares, políticas, económicas y culturales.
En parte para contener a Irán, Estados Unidos ha anunciado que mantendrá soldados en Irak tras la batalla con el Estado Islámico. Los diplomáticos norteamericanos se han dedicado a enfatizar la participación de las fuerzas gubernamentales en la lucha y a apoyar al primer ministro. Haider al-Abadi, quien ha mostrado mejor disposición hacia Estados Unidos que con Irán.
Pero desde que Estados Unidos retiró súbitamente en el 2011 a sus soldados, aquí sigue cuestionándose la constancia estadounidense fracaso de la política exterior cuya responsabilidad comparten tres gobiernos de Estados Unidos.