Internacional

El camino de conflicto y rebelión del atacante de Manchester

El Diario Digital

2017-05-28

Manchester, Inglaterra — Salman Abedi vestía un chaleco rojo, su bomba suicida iba oculta en una pequeña mochila, cuando llamó a su hermano menor en Libia y le pidió que pusiera a su madre al teléfono. Eran aproximadamente las 10:20 de la noche del lunes, y la llamada fue corta.

“¿Cómo estás, Mamá? Por favor perdóname por todo lo que hice mal”, dijo, y luego colgó.

Poco tiempo después, caminó a través de las puertas de cristal de la Arena Manchester, la cede más grande de conciertos de la ciudad, pasó unos minutos recorriendo los stands que vendían mercancía de Ariana Grande, la cantante estadounidense que se presentaba esa noche, y se hizo estallar, matando a 22 personas e hiriendo a otras 116, según cifras oficiales.

Desde el ataque, la Policía ha puesto a 13 personas bajo custodia, y el sábado, Gran Bretaña bajó el nivel de amenaza de “crítico” a “’severo”. Los oficiales se sienten confiados que han capturado a toda una red terrorista. Pero la investigación continúa en torno a la jerarquía de dicha red, la logística precisa para planear el bombazo, y lo que motivó a Abedi a cometer tal atrocidad.

La breve llamada telefónica a su madre encapsula una complicada historia familiar de conflicto y rebelión, un complejo entramado de historias personales y la torturada y reciente historia de Libia.

Es la historia de la huida de un estricto padre de la represión del coronel Maummar el-Qaddafi, líder de Libia en ese entonces, y una guerra santa personal contra dicha dictadura, la cual en turno cimbró el mundo de sus hijos.

Los temblores sísmicos de la revolución en Libia en el 2011 se hicieron sentir a lo largo de fronteras geográficas y generacionales, en la considerable población libia y en la familia Abedi, también. Es casi seguro decir que los eventos que ayudaron a que Salman Abedi tomara ese aterradoramente familiar camino, de ser un tímido niño en una estricta familia islámica, a un problemático adolescente, y eventualmente, a un terrorista suicida, comenzaron ahí.

A manera que el poder del coronel Qaddafi se tambaleaba en el 2011, el padre de Abedi, Ramadan, regresó a Libia para terminar la lucha que él había comenzado hace dos décadas atrás, y llevó con él a sus hijos adolescentes, nacidos en Gran Bretaña. Ramadan Abedi, quien fuera una vez un esbirro de Qaddafi, huyó de Libia en 1991 tras haber apoyado a los islamistas que buscaban derrocar al brutal líder. Ahora, mientras que los aviones de guerra occidentales bombardeaban Trípoli, la capital, tal sueño finalmente se haría realidad.

Sus hijos —Ismail, Salman y Hashem— acompañaron a su padre a Túnez, donde trabajó en operativos de logística para los rebeldes en el oeste de Libia. Sus hijos sabían muy poco sobre Libia, tras haber crecido en Whalley Range, un área de clase trabajadora en Manchester. Pero su padre, un orgulloso islamista, quería que ellos lo acompañaran en este eufórico momento.

Salman, quien tenía 16 años en ese entonces, acompañó a su padre cuando la Brigada Revolucionaria de Trípoli descendió sobre la capital libia ese verano. Un año después, Ramadan tomó una foto de su hijo de 15 años, Hashem, portando una metralleta.

“Hashem el león… entrenando” según se leía en el mensaje que el padre posteó en Facebook.

Pero ellos no eran los únicos que hicieron el viaje desde Gran Bretaña. Akram Ramadan, quien luchó al lado de Ramadan Abedi, recuerda que había un fuerte contingente conocido como “los combatientes de Manchester”.

Tras haberse probado en batalla, Salman fue enviado de regreso a Manchester, mientras su padre decidía quedarse.

No hay manera de probar si esta experiencia en Libia puso a Salman en el camino que lo condujo a las puertas de la Arena Manchester. Pero la experiencia de la lucha armada en una generación puede engendrar la violencia en la próxima, según expertos en terrorismo, incluso con un apuntalamiento ideológico completamente distinto.

“La generación anterior normaliza la militancia”, dijo Raffaello Pantucci, especialista en investigación del terrorismo en el Instituto de Servicios Royal United. “La dirección que esto tome depende del tiempo. Y los hijos se rebelan contra sus padres”.

Y Salman, el rebelde, ciertamente lo hizo. De acuerdo con testimonios de familiares, amigos y vecinos, su estricta educación musulmana fue volcada por los eventos de dos mil once.

Había sido un niño tímido que era víctima de los brabucones en la escuela, según recuerda un excompañero de clases. Siendo fan del Manchester United, desarrolló una pasión y aptitudes para el futbol soccer.

“Era muy educado, simplemente un adolescente de lo más normal”, según dijo un vecino que lo recuerda cuando era un niño.
 

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