Internacional

Murieron por lo menos 140 personas tras el ataque Taliban

El Diario

2017-04-22

El centro neurálgico de las actividades de combate afganas y de la OTAN en el norte de Afganistán es una importante base militar situada en la provincia de Balk. Miles de tropas del Ejército Nacional Afgano viven y se entrenan allí, los despliegues y ataques regionales son planeados, mientras que helicópteros de suministro y aviones de caza de Estados Unidos son enviados para apoyar a las tropas afganas que están luchando contra los Talibanes, reportó The Washington Post.

Este viernes, en un impactante golpe a la guerra apoyada por el Occidente, la base, situada en una calurosa planicie cerca de la ciudad de Mazar-i-Sharif, se convirtió en el objetivo del ataque más letal realizado por insurgentes talibanes desde que el régimen en Kabul fue derrocado en el 2001.
Un portavoz de la milicia islamista se adjudicó la responsabilidad de la agresión.
Hubo reportes opuestos sobre el número de muertos, sin embargo, algunos oficiales afganos dijeron este sábado que por lo menos 140 personas murieron y 60 resultaron lesionados, cuando un grupo de militantes talibanes, disfrazados de personal militar afgano, entraron a la base en vehículos del ejército y abrieron fuego.
Un portavoz del ministro de Defensa, sólo dijo que habían sido confirmados 100 muertos.
Testigos y sobrevivientes señalaron que los agresores dispararon contra soldados y oficiales afganos mayormente desarmados, muchos de los cuales iban saliendo de la mezquita de la base después de realizar sus oraciones semanales o se encontraban comiendo en la cafetería.
No existen reportes de los empleados de la OTAN que fueron asesinados, un grupo de asesores militares alemanes se encontraban apostados en ese lugar para entrenar y asesorar a las fuerzas afganas.
El general John Nicholson, comandante estadounidense de alto rango en Afganistán, elogió a los comandos afganos por “ponerle fin a esta atrocidad”.
Este sábado, el presidente afgano Ashraf Ghani tomó un vuelo para llegar a la base y consolar a las familias de las víctimas.
El ataque duró casi seis horas, los insurgentes estuvieron disparando en todo momento, lanzando granadas, a la vez que suicidas hicieron detonar sus bombas, según dijeron oficiales y testigos.
Un comunicado taliban manifestó que cuatro de los atacantes eran desertores del ejército que habían prestado sus servicios en la base, catalogó la masacre como un “preludio” de la ofensiva tradicional de los militantes durante la primavera.
Sin embargo, los talibanes no han cesado esos ataques desde el pasado invierno, ya que en repetidas ocasiones han arremetido contra ciudades estratégicas y poblados dispersos en las regiones, gradualmente han ganado influencia o control sobre partes más grandes del país.
Uno de los principales objetivos de los insurgentes ha sido la ciudad de Kunduz en el norte, que es frontera con Tajikistan.  Tropas afganas y pilotos de guerra han sido desplegados en repetidas ocasiones a ese lugar desde la base que fue atacada.
La agresión ocurrió menos de una semana después que fuerzas leales al poderoso gobernador regional de esa área, al parecer trasladaron en vehículos a los combatientes talibanes desde una parte importante de la provincia, que desde hace mucho había sido considerada como una de las más seguras de Afganistán.
Esto también ocurre cinco meses después que un suicida hizo explotar una bomba para entrar a la principal base militar de Estados Unidos en Bagram, cerca de Kabul, matando a cuatro personas.
Al parecer, los insurgentes se las arreglaron para pasar por dos puestos de seguridad, argumentando que traían a soldados heridos para recibir atención médica, una táctica que también fue utilizada el mes pasado por atacantes del Estado Islámico que invadieron un hospital militar en Kabul y asesinaron a grupos de personas que estaban dentro.
En el ataque del viernes, dos de los atacantes se hicieron explotar y 7 fueron abatidos, según dijeron oficiales.
El alcance total de la masacre fue conocida hasta este sábado, después que las autoridades concluyeron la búsqueda de los sobrevivientes en la base.  Todo el día estuvieron reportando el número de muertos, los heridos seguían aumentando.
Un líder político de la provincia, que fue contactado por teléfono, dijo que en cierto momento durante la batalla, se agotaron los ataúdes en la base.
El presidente Ghani, durante su visita al lugar de los hechos, describió a los atacantes como “infieles”, porque habían disparado contra los soldados que estaban rezando dentro de la mezquita.
Oficiales talibanes negaron la acusación, sin embargo, las fotos que empezaron a circular en las redes sociales, mostraron un púlpito lleno de orificios de bala.
“Cuando salí de la mezquita, tres personas con uniforme militar que iban en un vehículo del ejército empezaron a dispararnos”, le comentó un soldado lesionado de nombre Mohammed Hussain a un medio de comunicación afgano.
Agregó que uno de ellos tenía colocada una ametralladora sobre la ventanilla del vehículo y desde allí les disparó a todos a su paso.
Familiares de algunos soldados muertos que esperaban afuera de la base para recibir los ataúdes, se quejaron de las pésimas medidas de seguridad que hay en ese lugar y especularon que los atacantes pudieron haber recibido ayuda desde dentro.
Las fuerzas de defensa afganas, que son mayormente responsables de la guerra después del retiro de la mayoría de las tropas de la OTAN en el 2014, han sufrido deserciones y corrupción.
Actualmente hay unos 8 mil 400 soldados estadounidenses y 5 mil fuerzas de la OTAN en el país, Nicholson y otros oficiales militares de Estados Unidos dijeron que se necesitan varios miles más para seguir entrenando y apoyando a las fuerzas afganas.  

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