Internacional

Expresidenta surcoreana pasó de dormir en el palacio a un colchón en el piso

The New York Times

2017-04-04

Seúl, Corea del Sur— Como presidenta de Corea del Sur, a Park Geun-hye nunca se le vio en público sin que sus estilistas le hicieran su peinado característico en honor a su madre, una primera dama popular que fue asesinada en 1974.

El viernes 31 de marzo, Park tuvo que quitarse los pasadores de cabello que usa para mantener ese estilo antes de ingresar a la cárcel donde se encuentra ahora. Las reas del centro de detención de Seúl no pueden usar pasadores metálicos, dado que podrían utilizarlos para hacerse daño, mencionaron los oficiales.

“Cuando se levante por la mañana y se dé cuenta de que ya no puede hacerse aquel peinado, se enfrentará con esa dura realidad actual”, dijo el martes en un programa de radio Lee Yong-ju, exfiscal y legisladora de la oposición.

Park, encarcelada en la madrugada del viernes tras acusaciones derivadas de un escándalo de corrupción que acabó con su presidencia hace tres semanas, ahora vive sola en una celda. Sus alimentos cuestan 1.30 dólares, lava la bandeja en la que se los sirven y duerme sobre el suelo en una colchoneta que desdobla.

Es una caída bastante abrupta para alguien que pasó más años que nadie viviendo en la Casa Azul, el majestuoso palacio presidencial de Corea del Sur: primero, como hija de quien por mucho tiempo fuera dictador, Park Chung-hee, y después durante cuatro años como presidenta.

Si se le sentencia por las acusaciones que llevaron a su arresto el viernes —entre ellas la de soborno— Park podría enfrentarse a una condena de diez años a cadena perpetua en prisión.

A causa de su padre, la mayoría de los surcoreanos la trataron durante mucho tiempo como a una princesa. Era conocida por ser quisquillosa: en una visita a la ciudad portuaria de Incheon como presidenta, fue necesario instalar un nuevo retrete específicamente para ella, según un exalcalde de la ciudad.

Muchos surcoreanos se mantuvieron despiertos para seguir la cobertura en vivo de los fiscales que escoltaban a Park al centro de detención en Uiwang, al sur de Seúl. Se trataba de la prisionera más importante que había llegado al centro desde 1995, cuando Roh Tae-woo, exdictador perteneciente a la milicia, estuvo detenido en ese lugar.

Cientos de seguidores corearon “¡Park Geun-hye, nuestra presidenta!”, al paso de su caravana. Sin embargo, otros celebraron su reclusión. “¡Es hora de pagar con creces lo que has hecho!”, gritó una mujer mientras el auto de Park atravesaba la puerta de acero.

En la entrada, los guardaespaldas pagados por el gobierno de Park, el único privilegio oficial del que todavía goza, se dieron la vuelta. Desde su destitución formal el 10 de marzo por parte del Tribunal Constitucional, había perdido la mayoría de los beneficios de los expresidentes, como una oficina, personal y una pensión. La corte sostuvo de manera unánime el voto de la asamblea nacional en diciembre para destituirla, por acusaciones que incluyen abusar de su poder para ayudar a una amiga de toda la vida, Choi Soon-sil, a obtener decenas de millones de dólares de negocios, incluido Samsung.

Una vez dentro del centro de detención, rodeado por un muro elevado intercalado con torres de vigilancia, Park se puso el mono color verde oliva que deben usar todos los prisioneros y se le asignó un número, según la descripción de los funcionarios carcelarios que explicaron a los reporteros los procedimientos internos. Se le tomó una fotografía, pasó por una revisión médica rápida y de ahí a su confinamiento solitario, un tipo de celda que se usa para los políticos importantes y magnates empresariales, a fin de garantizar su seguridad. La mayoría de los reos se encuentran en celdas de casi doce metros cuadrados, que comparten con otros seis prisioneros.

Los funcionarios del centro de detención no dieron a conocer el tamaño de la celda de Park, pero declararon que la celda solitaria suele ser de 6.5 metros cuadrados. Añadieron que a Roh, el expresidente, se le había asignado una celda más grande, de unos once metros cuadrados, con regadera. A la mayoría de los prisioneros se les permite usar baños comunales dos veces a la semana.

Cada celda tiene una televisión, un lavabo, un armario pequeño y un escritorio que también sirve como comedor, dijeron los funcionarios. La televisión solo pasa los programas autorizados por el Ministerio de Justicia.

Se pasa lista a las 6:00 y a las 20:00. Se permite hacer ejercicio al aire libre durante 45 minutos diariamente. No se limita el tiempo para las visitas de los abogados, los reos que tienen suficiente dinero para no tener que preocuparse por los honorarios legales suelen aprovechar esta regla para pasar varias horas al día en el área de visitas con sus abogados, en lugar de quedarse en la soledad de sus celdas. Se espera que Park se reúna frecuentemente con sus abogados en preparación para su juicio.

Durante el fin de semana, a Park se le servirá pan, salsa de tomate, queso, sopa, ensalada y leche de soya para desayunar, según consigna el menú del día en la cárcel. La comida será un caldo de médula y verduras con arroz, brotes de soya, kimchi y alga marina.

Park no tendrá acceso a ninguno de sus estilistas, chefs personales, cirujanos plásticos, especialistas en el cuidado de la piel ni terapistas médicos que solían visitarla con regularidad en la Casa Azul, dijeron los fiscales.

Park conoce a otros prisioneros del centro, como a su otrora jefe de personal y a varios asesores de alto nivel acusados con relación al escándalo que causó su caída. También están Choi, la amiga de Park en el ojo del escándalo, y Lee Jae-yong, el heredero de Samsung, el conglomerado más poderoso y grande de Corea del Sur, a quien se acusa de dar 38 millones a Choi y Park en sobornos.

Sin embargo, los funcionarios carcelarios dijeron que era poco probable que Park interactuara con alguno de sus compinches en la cárcel. Los hombres y las mujeres se encuentran separados y los reos involucrados en causas jurídicas relacionadas no pueden verse.

Jeong Jun-gil, un vocero del conservador Partido Libertad de Corea, expresó el viernes su esperanza de que ella fuera la última expresidenta en ser encarcelada, aunque no haya sido la primera.

“Es muy triste”, manifestó Jeong. “Esperamos que la dolorosa historia del arresto de expresidentes no vuelva a repetirse en este país”.

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