Internacional

Los neofascistas salen de las sombras en Europa del Este

The New York Times

2017-03-24

Cakajovce— Con la cabeza inclinada para hacer una reverencia, Robert Svec colocó suavemente un ramo de flores color rojo sangre al pie de la única estatua conocida de Jozef Tiso, el líder fascista de Eslovaquia durante la guerra, en un parque de monumentos lleno de hierba conocido como el Panteón de Figuras Ilustres Eslovacas.
Durante años, la organización cultural neofascista de Svec, el Movimiento de Resurgimiento Eslovaco, fue un pequeño grupo marginal. Sin embargo, ahora sus seguidores están aumentando; 200 personas se reunieron recientemente a Svec para celebrar el pasado del país y decir saludos de la era fascista como “Na Straz!” (“¡En guardia!”).
Svec se siente tan envalentonado que está transformando su movimiento en un partido político y tiene planes de postularse para el parlamento.
“Eres nuestro y seremos para siempre tuyos”, dijo Svec al pie de la estatua, tras declarar que este era el Año de Jozef Tiso y que sería dedicado a rehabilitar la imagen del exsacerdote y colaborador nazi, quien fue ahorcado como criminal de guerra en 1947.
Después de haber estado en las sombras, los neofascistas europeos están resurgiendo, más de tres cuartos de siglo después de que los nazis pasaron por Europa central y a dos décadas de que un brote neonazi de cabezas rapadas y supremacistas blancos perturbó la transición a la democracia. En Eslovaquia, los neofascistas están ganando cargos regionales y ocupando escaños en el parlamento.
“Los extremistas y fascistas ahora son parte del sistema”, dijo Grigorij Meseznikov, presidente del Instituto de Asuntos Públicos, un grupo de investigación liberal.
Aún están en la periferia de la política europea, pero son otro recordatorio de lo turbulenta que se ha vuelto esta.
Aunque los partidos nacionalistas han prosperado en Europa en los últimos años, solo unos cuantos —Amanecer Dorado en Grecia y el Partido Nacionaldemócrata en Alemania, por mencionar dos— adoptan posturas neofascistas. Algunos, como Jobbik en Hungría, tienen puntos de vista de derecha extrema, pero se quedan apenas cortas del fascismo absoluto.
En vez de eso, el impacto más amplio de estos grupos se ha medido en cómo han empujado a los principales partidos en una dirección más nacionalista —especialmente en cuanto a la inmigración—; estos intentan así reducir la deserción de simpatizantes.
El surgimiento de partidos de extrema derecha está obligando a muchos políticos de la corriente establecida a inclinarse hacia la derecha y el sentimiento populista ha vigorizado a los grupos de ultraderecha más extremistas, los que coquetean o incluso adoptan políticas fascistas que se remontan a la Segunda Guerra Mundial.
“Antes, los sentimientos profascistas se mantenían ocultos”, dijo Gabriel Sipos, director de Transparencia Internacional en Eslovaquia. “Los padres les decían a sus hijos: ‘No se puede decir esto en la escuela’. Ahora, pueden decirse cosas en el espacio público que antes no”.
En Eslovaquia, el neofascismo ha logrado comenzar a posicionarse. Svec se suma a un campo político donde un partido con un líder neofascista establecido, Marian Kotleba, demostró una fuerza sorprendente en las elecciones parlamentarias del año pasado, pues ganó catorce escaños en la cámara de 150 miembros.
Las encuestas pronosticaban que obtendría el tres por ciento del voto; el resultado final –ocho por ciento– se dio gracias a un fuerte apoyo de los jóvenes y otros electores que votaron por primera vez. Las encuestas más recientes muestran que su apoyo se acerca al 13 por ciento. El partido ya había sorprendido en 2013 al ganar la gubernatura de Banská Bystrica, una de las ocho regiones eslovacas.
La agrupación fue recientemente renombrada por Kotleba: Partido Popular Nuestra Eslovaquia. Kotleba, de 39 años, solía aparecer con uniformes que recuerdan a los usados por el régimen eslovaco durante la guerra. Una vez que él y su partido entraron al parlamento, los uniformes desaparecieron y él redirigió sus ataques: pasó de criticar a los judíos a hacerlo con los inmigrantes y la minoría romaní del país.
Sin embargo, el mensaje subyacente de grupos como el de Kotleba y el de Svec no ha cambiado: Eslovaquia estaba mejor con un gobierno fascista.
“Algo muy oscuro y muy preocupante del pasado está regresando”, dijo Michal Havran, presentador de televisión y comentarista político. “Sienten que están luchando por algo muy puro, antiguo y sagrado. Hace unos años se avergonzaban de hablar de ello. Ahora están orgullosos”.
En Banská Bystrica, la autoridad de Kotleba como gobernador incluye la supervisión de escuelas, instituciones culturales y algunos proyectos de infraestructura.
“Si eres un hombre heterosexual y blanco probablemente no notes ninguna diferencia si vives en un lugar donde Kotleba es gobernador”, dijo Rado Sloboda, de 26 años, uno de los activistas de Banská Bystrica que se oponen al gobernador con el lema “No en nuestro pueblo”. “Si eres parte de una minoría, como los romaníes, lo sientes severamente”.
El partido de Kotleba ha sido especialmente efectivo en las redes sociales con más de 140 páginas interconectadas de Facebook. Cuando un jubilado local, Jan Bencik, de 68 años, empezó a escribir un blog para exponer a los neofascistas del país, su nombre apareció en una lista de “opositores al Estado”.
“Me llamaron judío, dijeron que debía morir, morir, morir”, dijo Bencik. “Dijeron que se encargarían de gente como yo en el futuro”.
Una de las ironías de la llegada de Kotleba al poder en Banská Bystrica es que fue el centro del Levantamiento Nacional Eslovaco antifascista durante la guerra y el lugar alberga el museo nacional que conmemora ese suceso.
Stanislav Micev, director del museo, caracterizó el mensaje de Kotleba como “fascismo con elementos del nazismo” y dijo que mezcla la dictadura de Mussolini con la demonización de las minorías que impulsaba Hitler.
“Están en contra de estadounidenses, húngaros, judíos, negros y asiáticos”, dijo Micev. “Sus posturas actuales están justo en el límite de lo legal”.
En la ceremonia en homenaje a Jozef Tiso, los altos funcionarios del movimiento de Svec llevaban trajes oscuros que combinaban con camisas blancas y corbatas rojas brillantes. Una mesa en la parte trasera de la habitación vendía parches del Movimiento de Resurgimiento Eslovaco, así como calcomanías, llaveros, calendarios, galletas y botellas de vino (blanco solamente) con etiquetas del “Año de Jozef Tiso”.
“La gente en el poder quiere que los eslovacos se avergüencen de su historia”, dijo Martin Lacko, un historiador y simpatizante de Svec. “Quieren que sigan disculpándose. Por eso siguen hablando de deportaciones de judíos durante la guerra y otras cosas negativas”.
Un grupo de cantantes de cabello gris con trajes folclóricos, acompañado por un clarinete y un acordeón, presentó varias canciones patrióticas clásicas.
Un par de estudiantes universitarios de cabello desmarañado y vestidos con mezclilla se sentó en un rincón de atrás, susurrando durante los discursos y tomando pasteles de una mesa cercana durante las pausas. Ambos dijeron que se consideraban devotos y conservadores, y no creían que Svec y Kotleba fueran extremistas de ninguna manera. También señalaron la elección de Donald Trump como algo positivo.
En una entrevista después de la ceremonia, Svec rechazó la idea de que su grupo es neonazi.
“Cuando los estadounidenses traen sus banderas a parques o eventos públicos, nadie dice nada”, dijo Svec. “Cuando nosotros lo hacemos, nos llaman neonazis. ¿Sabes? Etiquetar a alguien es muy fácil”.

X