Internacional

Cómo Moscú apuntó el arma perfecta a la elección de EU

The New York Times

2016-12-13

Cuando el agente especial Adrian Hawkins del Buró Federal de Investigación llamó al Comité Nacional Demócrata en septiembre de 2015 para transmitir algunas noticias preocupantes sobre su red de computadoras, fue transferido, naturalmente, al servicio de asistencia.
Su mensaje fue breve, aunque alarmante. Al menos un sistema informático perteneciente a la DNC había sido comprometido por los 'hackers' que los investigadores federales habían nombrado ‘los duques’, un equipo de ciberespionaje vinculado al gobierno ruso.
El FBI lo sabía bien: la oficina había pasado los últimos años intentando expulsar a los duques de los sistemas de correo electrónico no clasificados de la Casa Blanca, del Departamento de Estado e incluso de los jefes de Estado Mayor Conjunto, una de las redes mejor protegidas del gobierno.
Yared Tamene, el contratista de soporte técnico de la DNC, quien atendió la llamada, no era un experto en ciberataques. Sus primeros movimientos fueron googlear “los duques” y realizar una búsqueda superficial en los registros del sistema informático de la DNC para ver si encontraba indicios de tal intrusión. Al parecer, no buscó arduamente, incluso después de que el agente especial Hawkins llamó durante las siguientes semanas en varias ocasiones –en parte porque no estaba seguro de que la persona que llamaba fuera un verdadero agente del FBI–.
"No tenía forma de identificar si la llamada era broma", escribió Tamene en un memorándum interno, obtenido por The New York Times.
Fue la primera señal de una serie de ataques informáticos y ciberespionaje ideada para intervenir en las elecciones presidenciales de 2016, el primer intento de una potencia extranjera en la historia de Estados Unidos. Lo que comenzó como una operación de recopilación de información, creen los funcionarios de inteligencia, se transformó finalmente en un esfuerzo para dañar a una candidata, Hillary Clinton, e inclinar la elección hacia su oponente, Donald J. Trump.
Al igual que otro famoso escándalo de elecciones estadounidenses, comenzó con un robo en la DNC. La primera vez, hace 44 años, en las antiguas oficinas del comité en el complejo de Watergate, los ladrones plantaron micrófonos y archivaron las grabaciones. Esta vez, el robo fue conducido desde lejos, dirigido por el Kremlin, con correos electrónicos y código binario.
Una investigación de The New York Times revela señales ignoradas, respuestas lentas y que se subestimó continuamente la seriedad de una campaña de ciberespionaje para intervenir en la carrera presidencial.
Un arma de bajo costo y alto impacto que Rusia había probado en elecciones en otros lugares fue puesta en marcha en los Estados Unidos, con una eficacia devastadora.
A medida que se acerca el fin de año, parece que habrá múltiples investigaciones sobre la piratería rusa –la revisión de inteligencia que Obama ordenó finalizar el 20 de enero, el día en que dejará el cargo y una o más investigaciones del Congreso. Ellos deberán encontrar, entre otras cosas, el motivo de Putin–.
¿Trató de debilitar al próximo presidente? Es probable, ya que presumiblemente el presidente ruso Vladimir Putin no tenía razón para dudar de las encuestas que señalaban a Hillary Clinton como ganadora ¿O era, como la CIA concluyó el mes pasado, un intento deliberado de elegir a Trump?
Lo que parece claro es que el 'hacking' ruso, dado su éxito, no va a detenerse. Hace dos semanas, el jefe de inteligencia alemán, Bruno Kahl, advirtió que Rusia podría apuntar a elecciones en Alemania el próximo año. "Los autores tienen interés en deslegitimar el proceso democrático como tal", dijo Kahl. Ahora, añadió, "Europa está en el centro de estos intentos de perturbación, y Alemania en una medida particularmente grande".
Pero Rusia no ha olvidado de ninguna manera su objetivo estadounidense. Al día siguiente de la elección presidencial, la empresa de seguridad cibernética Volexity reportó cinco nuevas olas de correos electrónicos de 'phishing', evidentemente de Cozy Bear, dirigidas a organizaciones sin fines de lucro en Estados Unidos.
Uno de ellos pretendía ser de la Universidad de Harvard, adjuntando un papel falso. Su título: "Por qué las elecciones americanas están dañadas".

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