The Washington Post
2016-11-27
La Habana— Los planes que tiene Raúl Castro para asegurar el legado de la Revolución Cubana que encabezó su hermano en 1959 parece estar en camino de sufrir una colisión con la entrante administración de Trump, cuyos principales miembros dijeron ayer que Cuba tendrá que hacer “cambios” significativos para poder normalizar el camino trazado por el presidente Barack Obama para continuar las relaciones entre los dos países.
En una ocasión, Fidel Castro llamó a George W. Bush “analfabeta funcional”. El presidente Reagan fue “el peor terrorista que ha habido en toda la historia de la humanidad con ideas de la era de Búfalo Bill”, dijo Castro.
Fidel fue aumentando su confrontación con los líderes de Estados Unidos y con toda seguridad hubiera disfrutado interactuar con el próximo presidente estadounidense.
En un comunicado que emitió el presidente electo Donald Trump sobre la muerte de Castro, lo describió como “un brutal dictador”, en el pasado, ese ataque no hubiera quedado sin respuesta.
Sin embargo, la política arriesgada y las observaciones mordaces no son una fortaleza de Raúl Castro, quien hace una década reemplazó a su hermano como presidente.
Raúl Castro de 85 años, ha evitado criticar a Trump y hasta lo felicitó después de su victoria.
Desde hace tiempo, los dos Castro han insistido en que nunca cederán ante la presión estadounidense.
Si las tensiones entre Cuba y Estados Unidos se intensificaran nuevamente bajo la presidencia de Trump, podrían convertirse en una nueva presión para Raúl Castro y su estilo de liderazgo, que es más tranquilo y austero.
Cuba entrará a la era de Trump con el estado socialista unipartidista de Castro, que comanda firmemente, pero sin la política súper cargada y el fervor nacionalista de la que dependía para sustentarla.
El regreso de unas relaciones más hostiles con Estados Unidos, también podrían generar nuevas medidas más estrictas en Cuba y un ritmo más lento en las modestas medidas de liberalización de Raúl Castro, en un momento en que se encuentra estancado el crecimiento económico.
Aunque sólo el Congreso de Estados Unidos puede levantar el embargo contra Cuba, Trump podría revertir muchas de las órdenes ejecutivas que han provocado una oleada de visitantes estadounidenses a ese país y una avalancha de nuevos intereses que tienen las empresas americanas.
Si Trump decide reducir esas medidas e intenta aplicar más presión económica, el gobierno de Castro podría ponerse a la defensiva.
¿Regreso al pasado?
En un pequeño bar llamado “Los Afortunados”, un grupo de jóvenes cubanos dijeron este domingo que temían que Trump volviera al pasado las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ahora que parecía que serían más fáciles. Si restringe los viajes y la habilidad que tienen los cubanos que viven en Estados Unidos de visitar a sus parientes, “sería terrible para nuestras familias”, comentó Yosbel Benítez de 30 años.
Su amigo Ricardo Marrero de 28 años, quien emigró a Estados Unidos en el 2013, regresó a visitar la isla. Desde hace un año, Marrero no había visto a su esposa e hija de 4 años. Pero debido al WiFi, ahora las ve todos los días utilizando la popular aplicación IMO de videochat.
Hace dos años, le costaba 2 dólares el minuto el hablar con ellas por teléfono.
“Eso me da fortaleza para seguir trabajando duro para traerlas a este país”, dijo Marrero.
Los viajes en avión son más fáciles. Hoy, el primer vuelo comercial de Miami aterrizará en La Habana, lo cual no sucedía desde hace 50 años, y cuesta menos que la mitad del precio que cobran los restringidos vuelos charter que hasta ahora habían sido la única opción.