Internacional

Hindú camina 500 kilómetros en Nepal para rescatar a sus hijos de traficantes

Hindustan Times

2014-10-18

Uttar Pradesh– Un hombre de Uttar Pradesh caminó 500 kilómetros hasta Nepal para liberar a sus 3 hijos de traficantes humanos, disfrazándose de mendigo, trabajando en un dhaba, limpiando vehículos y haciendo trabajo pesado fabricando ladrillos mientras se las ingeniaba para burlar a la banda de traficantes.

Jagram, el dueño de una tienda en el distrito Bahraich de la aldea de Turaini Kudiya , finalmente encontró en agosto a sus hijos cautivos y forzados a trabajar junto con otros cien menores en una unidad para la fabricación de ladrillos cerca de Katmandú. Jagram dijo que los niños estaban trabajando en condiciones inhumanas, eran esclavizados y forzados a laborar desde las 3 de la mañana hasta las 5 de la tarde todos los días sin descanso y recibiendo únicamente dos comidas.
Miles de menores son traficados en la India cada año para ser forzados a trabajar como servidumbre o para laborar por una miseria en condiciones peligrosas en fábricas clandestinas de fuegos artificiales, minas de carbón o en las industrias del tejido de alfombras y fabricación de seda.
El problema salió a la luz la semana pasada cuando el activista a favor de los derechos del menor, Kailask Satyarthi, ganó el Premio Nobel de la Paz. Satyarthi, quien ha luchado contra el tráfico y trabajo de menores por décadas, estimó que 60 millones de niños en India, o 6 por ciento de la población, son forzados a trabajar.
La aventura de Jagram para encontrar a sus hijos no fue nada fácil. Hipotecó sus tierras y en julio emprendió su camino rumbo a Nepal, tras haber recibido información de parte de una organización no gubernamental.
Veinte días después, Jagram encontró a sus hijos en la fábrica de ladrillos, transportando tierra y recogiendo agua de un lago en las cercanías. El área entera estaba bien fortificada y escapar parecía una tarea casi imposible.
Pero Jagram estaba decidido. Para poder estar cerca de sus hijos, pidió trabajo como obrero en la fábrica, donde encontró a otros cuatro niños de su aldea. Les pidió que no revelaran su identidad y que esperaran el momento preciso para escapar.
Una noche cuando hubo poca vigilancia, Jagram se escapó con siete niños, pero apenas llegaron a la carretera cuando los guardias de seguridad sonaron la alarma.
El grupo se escondió bajo unos montículos de arena en un arrozal y luego a la mañana siguiente tomaron un autobús rumbo a Nepalganj —justo en la frontera con Bahraich— sin saber que estaban por caer en una trampa.
Los traficantes los atraparon en la estación de autobuses de Nepalganj y los llevaron a un lugar solitario donde los golpearon sin piedad.
Jagram les suplicó que lo dejaran ir, diciendo que regresaría a su aldea y que se podían quedar con los niños. Una vez liberado, alertó a la Policía local, quienes llevaron a cabo una redada de la fábrica y pusieron bajo custodia al dueño y a un auxiliar.
La Policía de Nepal alertó a sus contrapartes en Uttar Pradesh y a la organización no gubernamental Childline. Los niños fueron escoltados hacia la frontera internacional y entregados a la Policía de Uttar Pradesh para ser enviados a sus casas.
“Yo soñé con educar a mis hijos y darles una vida mejor. Cuando las inundaciones arrasaron con nuestra aldea en 2013, me mudé a Lucknow y trabajé en la construcción mientras mi esposa y mis tres hijos se quedaban en la aldea. Luego regresé al enterarme que mis hijos habían desaparecido”, dijo Jagram.
Jagram ahora es dueño de una tienda en su aldea, mientras que sus hijos —Amrit Lal, de 15 años, Nakshed de 13 y Akhilesh de 10— van a la escuela.
Jitendra Chaturvedi, miembro de Childline, que también está al frente de la Asociación de Desarrollo para el Avance de la Humanidad (Dehat) cerca de la frontera entre India y Nepal, dijo que los dos países deben unirse para combatir el tráfico de menores y se requieren medidas estrictas contra los involucrados en estas prácticas inhumanas.

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