Washington Post
2014-09-01
Washington– Treinta y seis horas después de que el gobierno de Obama prohibiera la importación de la clásica marca de rifles de asalto AK-47 como parte de las sanciones contra Rusia, un distribuidor de Maryland especializado en el arma hizo inventario.
Ya no le quedaba nada.
Trabajando casi sin cesar, empleados de Atlantic Firearms, en Bishopville, una comunidad del condado Worcester en la Costa Este, había enviado cientos de AK-47s de fabricación rusa —rifle de asalto apreciado tanto por consumidores como por déspotas— debido a que los consumidores arrasaron con las existencias de las tiendas de armas en todo el país. El furor se desató, en parte, por el hecho de que algunos propietarios de armas sospecharon que el conflicto entre Rusia y Ucrania constituía un pretexto disfrazado para prohibir las armas que no les gustan a muchos demócratas. Algunos clientes adquirieron entre ocho y 10 rifles a casi mil dólares o más cada uno, almacenándolos como inversiones.
“La comunidad de las armas se movió muy, muy rápidamente”, dijo Blaine Bunting, presidente de Atlantic Firearms. “No creo que esta prohibición se acabe”.
El furor por comprar AK-47s ofrece un ejemplo más de una consecuencia paradójica de intentar limitar las ventas de armas: sube mucho la demanda. Durante el debate en torno a la medida llamada generalmente la Iniciativa Brady en los años 90s, las compras de armas se dispararon. Cuando los demócratas asumieron el control del Congreso en el 2006, las ventas volvieron a elevarse en forma dramática. Cuando el presidente Obama intentó promulgar extensas leyes de control de armas tras el tiroteo registrado en la primaria Sandy Hook, en el 2012, hubo distribuidores a quienes incluso las balas se les agotaron.
“La gran ironía de esto es que la amenaza de la regulación tiene el perverso efecto de estimular las ventas, y no sólo un poquito”, dijo Philip Cook, investigador de la Universidad Duke sobre armas y autor de “El debate de las armas: lo que todos necesitan saber”. “Las cifras resultan impresionantes. Hay ventas extras por millones”.
Para los vendedores de armas, frecuentemente la amenaza de una mayor regulación es vista como una forma de estímulo económico. Hay quien exhibe y vende pósters declarando a Obama el vendedor de armas de año —o del siglo. Pero el incremento en ventas inquieta a los activistas a favor del control de armas, quienes temen que algunos compradores se desprendan de sus adquisiciones a través de ventas privadas en exposiciones de armas o sitios de subastas por internet, donde no se piden revisiones de antecedentes penales.
“A quienes estamos de mi lado del negocio esto nos ha preocupado desde hace décadas”, dijo Stephen Teret, experto en salud pública de la Universidad Johns Hopkins quien estudia armas de fuego. “Este es uno de los medios como las armas se mueven de los mercados legales a los ilegales”.
Quienes abogan por el control de armas afrontan las consecuencias no deseadas de restringir o prohibir armas. “Podría significar un súbito incremento de armas en las manos de gente que antes no tenía esas armas”, dijo Teret, “Pero a la mejor conviene aceptar ese problema a corto plazo a cambio de un logro a corto plazo al prohibir un arma de alto poder”.
Diseñado por Mikahil Kalashnikov casi a finales de la Segunda Guerra Mundial, el AK-47 es el arma de asalto más popular del mundo, valorada por su confiabilidad, facilidad de uso y pocos requisitos de mantenimiento. Cada año en Estados Unidos se importan y venden decenas de miles de las versiones semiautomáticas.
En julio, funcionarios del Departamento del Tesoro notificaron a ejecutivos de RWC Group, un importador con domicilio en Pennsylvania, que la Oficina de Control de Activos Extranjeros estaba añadiendo a Kalashnikov Concern, el fabricante original de los llamados “cuernos de chivo”, a su lista de sanciones contra Rusia debido a las acciones de Moscú en ucrania. Un vocera de la dependencia señaló que “las medidas tomadas contra Kalashnikov Concern tienen el propósito de exacerbar aun más lo problemas económicos de Rusia y de aislar a quienes contribuyen a la inestabilidad ucraniana”.
Jay Portz, vicepresidente de RWC, informó que las compras de pánico de los rifles hechos en Rusia comenzaron casi de inmediato. Si bien las sanciones no impusieron restricción alguna en las ventas de los más abundantes productos piratas europeos o estadounidenses —ni siquiera de una variante rusa que no fabrica Kalashnikov Concern— Bunting dijo que los compradores se enteraron de la prohibición mediante redes sociales y corrieron a adquirir el auténtico.
“Los originales rusos son considerados lo mejor de lo mejor”, explicó. “Se puede hacer una analogía con el vino. Cuando uno piensa en vino, ¿qué le viene a la mente? Lo que viene a la mente son los vinos franceses. Es la misma situación. Es el mejor porque es el original. No importa si es verdad o no”.
Los activistas a favor del control de las armas alegan que a menudo los frenesís de compras los fomenta la Asociación Nacional del Rifle (NRA). En un largo mensaje a los sus miembros tras el anuncio hecho por la administración Obama, la organización legislativa de la NRA manifestó: “desde luego reconocemos la importante función de implementar sanciones capaces de validar los intereses de la política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, en este caso el grado al cual dichas acciones coinciden con los objetivos de política doméstica mencionados por quienes respaldan el control de ramas resulta más que un poco inquietante”.