Internacional

Francisco hace santos al Papa Bueno y al Peregrino

Irene Savio
Agencia Reforma

2014-04-26

Roma— Con la presencia de más de 800 mil fieles como testigos en el Vaticano, entre los que se estimaban 5 mil mexicanos, los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII son, desde hoy, santos.
En una iniciativa que analistas han interpretado como de alto contenido diplomático por parte de Francisco, el Pontífice argentino ha elevado a la santidad a dos figuras de signos contrapuestos.
Por un lado, Juan Pablo II, conocido como “El Papa peregrino” (1978-2005), verdugo del comunismo y quien revitalizó a la Iglesia en América Latina, pero señalado por su actitud laxa ante los abusos infantiles de sacerdotes y la corrupción al interior de la curia vaticana.
Por el otro, Juan XXIII “El Papa bueno” (1958-1963), el hombre que convocó el Concilio Vaticano II, acontecimiento histórico porque se le considera una puesta al día de la Iglesia católica.
“Juan Pablo II amó tanto a México que merecía ser santo”, dijo a Reforma Socorro Vázquez, proveniente de Guadalajara.
De forma inédita, la ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro, a las 2:00 horas de hoy, tiempo de Ciudad Juárez, estaba programada que fuera presidida por dos Papas: Francisco y Benedicto XVI.

Emociona a mexicanos

Un ejército de fieles mexicanos hizo el viaje hasta Roma para no perder detalle de la santificación de Juan Pablo II, el Papa que desarrolló un nexo especial con el país, al que visitó cinco veces.
“Juan Pablo II es para mí lo que Virgilio fue para Dante. La otra vez, cuando lo beatificaron, estuve despierto por más de 36 horas.
“Esta vez, he venido con mi hijo de 13 meses”, dijo a Reforma Andrés O'Hagan, residente de la Ciudad de México, de 29 años, y dueño de una compañía especializada en eventos recreativos.
“En cuanto supimos del evento, compramos los boletos. Fue hace más de seis meses”, señala, en tanto, Adriana González de Siller, originaria de Monterrey, quien llegó a Roma con un grupo de 10 personas, todos miembros de su parroquia.
A los dos se les corta la voz y contagian su entusiasmo por la fe que han elegido y también por el momento histórico que han decidido vivir tan de cerca: la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII.
El multitudinario acto, que fue presidido por el papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI, se realizó hoy a las 10 horas locales, 2 de la mañana en Ciudad Juárez, en la Plaza de San Pedro.
Se esperaba la presencia de unos 5 mil connacionales en el solemne evento, según cálculos de la Arquidiócesis de México.
“La mayoría de los que han venido a Roma son originarios de la provincia de México, no del D.F.”, confirmó el padre Hugo Valdemar, el portavoz de la Arquidiócesis de México.
En total, se esperaba que a la ceremonia asistieran al menos 800 mil fieles de todo el mundo. Pero el sábado se calculaba que ya había más de un millón.
Además, unas 2 millones de personas presenciaron el acto a través de las pantallas de televisión en todo el planeta.
Muchos de los mexicanos hicieron su primer viaje en avión para estar en Roma, acompañando a su admirado Papa polaco Karol Wojtyla.
Y es que sólo la gracia divina, sumada a la pasión natural de los peregrinos, puede explicar los precios que algunos han pagado para llegar y alojarse en Roma.
“Mil dólares para el boleto de avión, otros mil para alojarnos durante 10 días en un habitación cerca de la Plaza (de San Pedro), más las comidas y los traslados”, contó Alejandro, un joven regiomontano de 17 años, quien no dio su apellido, pero que por primera vez viajó fuera del País.
“No podía faltar a este evento. Lo necesitaba para acercarme más a la religión”, agregó el adolescente, mientras su padre asentía con lágrimas en los ojos.
Cada grupo de peregrinos trae a cuestas el relato de un viaje que habla de la ferviente devoción que tanto supo inspirar Juan Pablo II durante su pontificado, de 1978 al 2005.
“Viajamos por tierra en autobús desde Madrid a Barcelona, luego 20 horas en barco y dormimos ayer (sábado) en la calle, pues todo estaba muy caro. Pero esto lo valía”, explicó Paulina Núñez, una consagrada de Regnum Christi originaria de Sonora, pero afincada en Madrid.
Para Armando Flores Navarro, director del Colegio Mexicano de Roma y quien en las pasadas semanas ha recibido numerosas peticiones de ayuda para organizar estancias en la capital italiana, fueron los viajes del papa polaco a México los que lo convirtieron en un referente para parte del pueblo mexicano.
Un ejemplo de este fervor se encuentra en el mismo Colegio Mexicano.
De los 110 sacerdotes y seminaristas que viven allí, 100 pidieron en enero participar en la ceremonia de canonización, adelantándose a otras comunidades religiosas de Roma, y asegurando así un puesto en la parte delantera de la plaza.
“Y eso que esta vez no era nada fácil, pues las reglas eran más estrictas”, explicó Guillermo Gutiérrez, un sacerdote mexicano del Pontificio Consejo para las Familias.
Al paso de los peregrinos internacionales, que desplegaban sus banderas —muchos de Polonia, pero también de Canadá, Nigeria, Paraguay, Australia, Noruega, España, etcétera—, los romanos se detenían y aplaudían.
En tanto, los comerciantes ambulantes exhibían todo tipo de souvenirs y recuerdos de cariz religioso, ellos también llegados a Roma desde otras ciudades de Italia para la ocasión. (Irene Savio/Agencia Reforma)

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