Internacional

Busca Papa colaboradores para ‘agitar’ la Iglesia

El País

2013-03-28

Roma— Con sólo asomarse al balcón aquella noche lluviosa del 13 de marzo, el Papa Francisco empezó a aprobar con buena nota la primera asignatura de su pontificado, la complicidad con los fieles. Pero aún tiene por delante la prueba más difícil: escoger con mano segura, sin posibilidad de error, a sus más cercanos ayudantes y, en especial, al nuevo secretario de Estado vaticano.
Aunque sus primeros 15 días de papado lo han obligado a una exposición pública continua, acrecentada por las celebraciones de la Semana Santa, Jorge Mario Bergoglio se está reuniendo estos días con cardenales, jefes de dicasterios (los ministerios del Vaticano) y representantes de comunidades religiosas –jesuitas, salesianos, Opus Dei– para perfilar su equipo de gobierno, aquél que de manera inequívoca, sin peleas palaciegas ni egocentrismos heredados, lo ayude a llevar a la Iglesia hacia “las periferias” del mundo.
Es una expresión recurrente en los discursos del Papa. “Tenemos que salir hacia las periferias”, volvió a advertir ayer a los sacerdotes durante la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro, “se nos necesita allí donde hay sufrimiento, sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones”.
Pero no tiene que resultar fácil aplicar un golpe de timón de tal magnitud a una nave tan difícil de gobernar como el Vaticano.
De hecho, la decisión de Francisco de quedarse en la residencia de Santa Marta y no ocupar por el momento el lujoso apartamento pontificio —situado en la tercera planta del Palacio Apostólico— va mucho más allá de otro gesto de sencillez. En Santa Marta, Bergoglio tiene la posibilidad de compartir misa, almuerzos y convivencias con miembros de la Curia y clérigos de todo el mundo que recalan en Roma, mientras que en las dependencias destinadas a los papas le resultaría mucho más difícil saber qué se cuece verdaderamente en un Vaticano conmocionado por la fuerza de su llegada. (Con información de Associated Press)

Durante sus últimos años, Benedicto XVI vivió prácticamente aislado, dedicado a la escritura y a la oración, blindado por sus secretarios, sometido –según se supo a través de los documentos filtrados por el caso Vatileaks– a continuas desautorizaciones por parte de sus otrora más estrechos colaboradores.
Si eso le sucedió a Joseph Ratzinger, que antes de Papa fue durante 24 años prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, qué no le puede pasar a Bergoglio, quien durante su etapa de cardenal visitó Roma lo justo y necesario, huyó de participar en cenas y conciliábulos y prefirió la compañía de amigos que de personajes ilustres.
Por si fuera poco, homilías como las de ayer dirigidas a los sacerdotes no pueden sino escocer a los príncipes más comodones de la curia. Vaya algún ejemplo, el Papa dijo: “El sacerdote que sale poco de sí se va convirtiendo en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ya tienen su paga, y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres”.
El papa Francisco tendrá, en consecuencia, que elegir sus colaboradores en función de sus discursos, de sus homilías. No “gestores” ni “administradores”, sino instigadores, agitadores, curas dispuestos a cambiar el confortable centro histórico por los suburbios: “Allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y lo valora”.
¿Queda alguien en la Iglesia con ese perfil? ¿Será capaz Bergoglio de encontrarlo? ¿Se lo permitirá el Vaticano?
Las preguntas son muchas y apasionantes, pero habrá que esperar las respuestas. Ya hay quinielas sobre quién será, por ejemplo, el próximo secretario de Estado, pero, visto el éxito de las apuestas sobre el Papa, mejor aguardar. Mientras, Francisco continúa mezclándose con la gente, buscando el calor que ni buscó ni recibió Benedicto XVI. Ayer jueves, acudió a una cárcel de menores de Roma para celebrar la Misa de la Cena del Señor en vez de hacerlo, como es tradición, en la basílica de San Juan de Letrán.
El Papa Francisco lavó y besó los pies de una docena de reclusos en un centro correccional juvenil durante un ritual del Jueves Santo que practicó durante años como arzobispo de Buenos Aires. Dos de los doce eran mujeres, una de ellas musulmana, un gesto significativo dado que el rito representa el acto de Jesús de lavar los pies de sus discípulos varones.
La misa fue celebrada en el centro de detención Casal del Marmo en Roma, donde 46 varones y mujeres jóvenes están detenidos. Muchos de ellos son gitanos o migrantes del norte del África, y los doce seleccionados incluyeron también detenidos ortodoxos y musulmanes.
Francisco dijo a los detenidos que Jesús lavó los pies de sus discípulos en vísperas de su crucifixión en un gesto de amor y servicio.
“Este es un símbolo, es un signo; lavar sus pies significa que estoy a su servicio”, dijo Francisco a los jóvenes. “No se trata de que nos tengamos que lavar los pies todos los días, sino de ayudarnos los unos a los otros. Esto es lo que Jesús nos enseña. Esto es lo que hago. Y lo hago de corazón. Lo hago de corazón porque es mi deber; como sacerdote y obispo debo estar a su servicio”.
Posteriormente, el Vaticano difundió un video limitado del ritual, en el que se vio al pontífice lavando pies negros, blancos, masculinos, femeninos, uno tatuado. Arrodillado sobre el piso de piedra, el papa de 76 años vertió agua de un cáliz de plata sobre cada pie, lo secó con una toalla sencilla de algodón y después se inclinó para besar cada uno.
Como arzobispo de Buenos Aires, el ex cardenal Jorge Mario Bergoglio celebró el ritual del lavado de pies en cárceles, hospitales y hospicios, como parte de su ministerio para los pobres y los marginados. Es un mensaje que continúa ahora en el papado, diciendo que desea una Iglesia “para los pobres”.
Los papas anteriores efectuaban el ritual del lavado de pies del Jueves Santo en la gran basílica de San Juan de Letrán, en Roma, y los doce elegidos eran siempre sacerdotes para representar a los doce discípulos.
El hecho de que Francisco haya incluido mujeres en el ritual es llamativo dada la insistencia en algunos en la Iglesia de que estuviese reservado sólo para varones. El argumento de estos es que los discípulos de Jesús eran todos varones y que el sacerdocio católico que evolucionó a partir de los doce discípulos originales está restringido a los hombres.
“Que el papa haya lavado los pies de las mujeres es muy significativo porque en algunas diócesis se había desestimado e incluso prohibido la inclusión de mujeres en esta parte de la misa del Jueves Santo”, dijo el sacerdote jesuita James Martin, autor de “La guía jesuita”.
“Demuestra el amor inclusivo de Cristo, que fue ministro para todos aquellos a quien encontró: hombres o mujeres, esclavos o libres, judíos o gentiles”, afirmó.
Después de la misa, Francisco saludó y regaló un huevo de Pascua a cada uno de los presos. “Gracias por la acogida. ¡Adelante! No se dejen robar la esperanza; no pierdan la esperanza”, les dijo. “¿Comprenden? Con esperanza siempre podrán ir adelante”. (Pablo Ordaz/El País/Associated Press)

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