Internacional

Toman las riendas del Vaticano

Cynthia Rodríguez
Excélsior

2013-02-17

Roma— Cuenta la leyenda que cuando Tarcisio Bertone fue nombrado secretario de Estado por el Papa Benedicto XVI el 22 de junio de 2006, tuvo que esperar un tiempo para poder ocupar el departamento que le correspondía por su nuevo cargo.
Cada vez que se asomaba para ver si ya había sido desocupado aquel bellísimo espacio que quedaba junto a sus nuevas oficinas y tenían una vista espectacular hacia los frescos de Rafael, su desilusión sólo crecía, pues su predecesor, Angelo Sodano, todavía no se iba, a pesar de que era él quien había renunciado. Bertone tenía que volver a sus habitaciones provisionales en la torre de San Juan.

 

 Benedicto XVI inició su pontificado con Angelo Sodano como su brazo derecho. Sodano, quien había sido secretario del Estado Vaticano con Juan Pablo II durante 14 años (desde junio de 1991 hasta el 2 de abril de 2005, fecha en que murió el líder católico), cuando fue elegido Ratzinger éste lo ratificó en el cargo.
Justo a él le había tocado la tarea de preguntarle a Joseph Ratzinger el nombre que quería llevar como nuevo Papa, que una vez elegido, abandonaba la dirección del Colegio Cardenalicio, lugar al que ascendería entonces el mismo Sodano, pues ocupaba también el cargo de vicedecano desde 2002.
Sin embargo, en junio de 2006, Sodano debe renunciar pues había alcanzado la edad límite para que pudiera seguir siendo secretario de Estado. Entonces el Papa nombra a Bertone, quien tuvo que esperar 85 días, o quizá un poco más, para ocupar los nuevos aposentos que ahora le correspondían. Aunque el nombramiento se hizo el 22 de junio, fue hasta el 15 de septiembre de ese año cuando tomó posesión como el segundo hombre más fuerte de la Santa Sede.
Dicen que por esas fechas comenzaron sus diferencias que, con el pasar del tiempo, se fueron convirtiendo en enfrentamientos.
“Hoy, estos dos hombres que no se aman se encuentran en el momento histórico de tener firme a la Iglesia en una transición delicadísima, sin precedentes en el mundo moderno, con un Papa por elegir y cuidar a otro que todavía está vivo”, señala Aldo Cazzulo, vaticanista del Corriere della Sera.
Además, el tiempo corre y la renuncia oficial de Benedicto XVI llegará en sólo diez días, por lo que los preparativos del cónclave, el más numeroso de la historia con 117 cardenales participantes, ya comenzaron.
Ni Bertone ni Sodano son hombres del futuro. Sodano dirigió el gobierno vaticano en la segunda parte de la era de Juan Pablo II, y Bertone ha tenido las mismas funciones en el polémico pontificado de Benedicto XVI, donde ha sido él mismo, muchas veces causa de la polémica.
Ahora ambos han sido llamados a la última misión: uno como decano del Colegio Cardenalicio y el otro como camarlengo (presidente de la Cámara Apostólica y gobernador temporal en Sede Vacante).
Sodano tendrá el papel que después de la muerte de Wojtyla le correspondió a Ratzinger: ser el catalizador de las ansias y las esperanzas de los cardenales, ser su confidente y su guía, además de celebrar la misa “Pro Eligendo Romano Pontifice”, donde hace casi ocho años Ratzinger tuvo la histórica homilía contra el relativismo, antes de conducir a los purpurados al cónclave.
Sólo con la diferencia de que Sodano no estará esta vez dentro de la Capilla Sixtina, pues desde hace cinco años, casi seis, que superó los 80 años de edad, lo que le impide participar en el cónclave, aunque sí deberá convocar a todos los cardenales para el mismo.
Pero el que sí estará es Bertone. Como camarlengo le toca manejar en primera persona el periodo de transición que comenzará a partir del 28 de febrero. Presidirá las tres o más reuniones prepatarorias del consejo, identificará a los relatores que narrarán en qué punto creen que se encuentra la Iglesia, incluyendo a aquél que tendrá la delicada tarea de hacer un resumen sobre las finanzas, que tanto han puesto en duda el papel del Vaticano.
Ambos cardenales son de Piemonte (Bertone de Romano Canavese y Sodano de la isla de Asti), y los originarios de esta región nunca se han convertido en Papas, aunque haya quien diga que Bertone sí tiene buenas posibilidades de suceder a Ratzinger.
Sólo que sobre él caen los últimos escándalos que han dado como resultado innumerables rumores acerca de la actual renuncia del Papa. VatiLeaks y las investigaciones sobre el Instituto para las Obras de la Religión tuvieron una constante: todo apuntaba hacia él, hacia su falta de transparencia para manejar el dinero del Vaticano y sobre su poder ilimitado.
“La realidad es que con su renuncia, el Papa (voluntaria o involuntariamente) ha evitado que Bertone quede fuera del cónclave, como hubiera ocurrido de haber esperado al menos unos dos años cuando éste llegara a la edad límite (ahora tiene 78 años). Y si bien tiene pocas posibilidades de ser Papa, tiene muchas posibilidades de impedir que alguien desagradable para él lo sea”, señala Cazzulo.
Regresemos a 2006. Una vez que Bertone toma posesión de la Secretaría de Estado en lugar de monseñor Sodano, cuentan que a éste último no le gustó que inmediatamente Bertone sustituyera a sus hombres. En unos días removió al cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, que estaba al frente de la Congregación del Clero. El mismo que a principios de 2012 estuviera involucrado en las cartas donde se advertía de un posible atentado al Papa.
Luego del cambio de Castrillón Hoyos llegó el turno a Leonardo Sandri, quien en junio de 2007 fue nominado como prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, una promoción que, en su tiempo, fue interpretada  como remoción.
También las relaciones entre Bertone y Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos no fueron  fáciles, pues el potente prelado originario de Brescia (norte de Italia) fue reemplazado por el canadiense Marc Ouellet, quien hoy es uno de los favoritos para suceder a Ratzinger.
Luego vino un cambio mucho más significativo y difícil, el del arzobispo Carlo María Viganó, hombre crecido junto a Sodano y nombrado por Ratzinger secretario general del Gobernatorado del Vaticano, el 16 de julio de 2009.
Su función era el manejo de todas las actividades económicas y administrativas del Vaticano, como contratos, limpieza, personal, trabajos, etcétera. De acuerdo con cartas que se hicieron públicas, Viganó informó al Papa de la serie de pérdidas que había en el Vaticano por malos contratos.
Viganó comenzó a limpiar la casa vaticana, a transparentar y revisar contratos, desechar muchos, reproponer y disminuir costos, consiguiendo como resultado que un año después de su llegada, el balance del Vaticano fuera de 34 millones y 450 mil euros en favor.
Sin embargo, a pesar de su buen trabajo, Viganó fue alejado del Vaticano y el 19 de octubre de 2011 fue enviado a Estados Unidos como nuncio apostólico. De esto también se responsabilizó a Bertone.
Lo mismo pasó con Piero Pioppo, prelado del IOR, y durante mucho tiempo secretario de Sodano, que una vez llegado Bertone al poder, fue enviado a Camerún. Luego Pietro Parolin, que Sodano había nombrado subsecretario de Relaciones con los Estados, es enviado a Venezuela.
Quien conoce a Bertone, sabe que se presenta como alguien accesible. Es seguidor del Juventus y dicen que es buen jugador de futbol. En su oficina mantiene escondido un balón de futbol con el que de vez en cuando práctica algunas jugadas. Pero también se sabe que no es uno que perdona fácilmente y hoy más de uno podría dar su testimonio al respecto.
Sin embargo, los días de la diplomacia han llegado, y en estos momentos históricos para la Santa Sede, ambos cardenales saben que hay situaciones para levar las armas y cerrar filas, como cuando en 2010 explotaron los escándalos de pedofilia en la Iglesia y ambos fueron acusados por haber callado los crímenes sexuales.
En 2010, el arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, acusó a Sodano (quien siempre apoyó a Marcial Maciel) de haber bloqueado la creación de una comisión de investigación sobre los abusos sexuales de quien había sido acusado su predecesor Hans Hermann Groer.
Mismo caso para Bertone con el caso del padre Lawrence C. Murphy, quien había confesado haber abusado de más de 200 menores en la diócesis de Mileaukee, y éste estando al corriente había ordenado callar sobre los hechos.
Shönborn fue llamado al Vaticano y después de reunirse con ambos cardenales, salió a pedir disculpas públicamente.
La diferencia entre Sodano y Bertone está, además del carácter, en su biografía y en su estilo.
Sodano viene de la escuela de la diplomacia vaticana. Estudió en la Universidad Gregoriana y después en la Universidad Laterana. Ha trabajado como nuncio en varios países: Ecuador, Uruguay, en el Chile de Pinochet, donde incluso organizó una gira del papa Juan Pablo II, en medio de críticas internacionales. Fue él también quien estableció contacto con varios gobiernos del bloque de Europa del Este antes de la caída del Muro de Berlín.
Bertone en cambio, no es un diplomático. Él es un salesiano que se formó en Turín, donde también jugaba futbol, por eso su amor a la Juventus. Según sus críticos, le falta prudencia.
Sodano, que en sus tiempos de secretario de Estado salía sólo con un carro de escoltas, Bertone se hace seguir de la gendarmería vaticana.
Dicen que Sodano, siguiendo la vieja escuela de diplomacia, nunca hubiera expuesto al Papa, “pues la corona siempre va protegida”, como ha sido acusado Bertone de hacerlo con Ratzinger cuando ha tenido que salir a remediar las consecuencias por sus polémicas declaraciones, aunque él mismo nunca se ha privado del apoyo del Papa, mismo con el que ha contado desde 1995 cuando Bertone fue también secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde Ratzinger era prefecto.
Dicen que en los últimos tiempos, cuando Benedicto XVI aparecía en público en su fragilidad, siempre buscaba los ojos de su secretario de Estado que estaba en primera fila y cuando lo miraba, entonces se sentía mejor.
Al final, en lugar de removerlo como se intentó en más de una ocasión, ha preferido irse él mismo. (Cynthia Rodríguez/Excélsior)

X