Associated Press
2012-12-10
Austin— Luego de años de palabrería, al parecer el agua finalmente se encuentra en la cima de la agenda de la Legislatura de Texas.
El presidente de la Cámara Baja Joe Strauss comentó que la actual escasez y la creciente demanda de agua potable es el mayor problema que enfrenta Texas hoy en día. El vicegobernador David Dewhurst propuso la idea de establecer un Banco de Desarrollo del Agua de Texas con mil millones de dólares del fondo Rainy Day.
No cabe duda de que Texas tiene una fuerte necesidad de un plan bien financiado sobre el agua, y legisladores republicanos y demócratas parecen estar listos para hacer algo este año. Parte de la urgencia surgió luego de experimentar la peor sequía anual en la historia de Texas en 2011. El resto se desprende de saber que el estado no está listo para volver a vivir algo así.
“Me parece muy positivo que se empiece a discutir el tema ahora, y antes de la sesión, para abordar uno de los temas que definitivamente tenemos que abordar”, comentó Straus a The Associated Press durante una entrevista.
El creciente problema del agua es consecuencia del éxito económico del estado. Los líderes estatales suelen jactarse de la manera en la que Texas atrae empleos y la llegada de nuevos habitantes, y datos de demografía estatal calculan que la población de Texas pasará de los 25 millones de personas de 2010 a 55 millones en 2050.
En enero, la Junta de Desarrollo del Agua de Texas actualizó su Plan Estatal sobre Agua, el cual pronostica un aumento del 18 por ciento en la demanda, mientras que se espera que la cantidad de agua disponible disminuya en un 10 por ciento. Asimismo, la junta reconoce que la creciente necesidad de electricidad también conducirá a una mayor demanda de agua para plantas generadoras.
La junta pronostica que, de no tomarse medidas ahora, es probable que se pierdan 1 millón de empleos y $115.7 mil millones en empresas para 2060.
Sin embargo, algunos legisladores ven con recelo la cantidad de 53 mil millones de dólares solicitada por la junta para construir nuevas reservas, presas, tuberías y pozos durante los próximos 50 años a fin de suplir la creciente demanda de agua. Hasta ahora, la Legislatura no ha destinado recursos para ayudar a financiar el plan sobre agua.
Los ambientalistas tampoco están emocionados. Critican la dependencia de la junta en nuevos proyectos de construcción más que en la conservación para resolver los problemas de agua del estado.
“Propone remediar muchas limitantes con soluciones anticuadas y costosas”, escribió el Fondo de Defensa Ambiental en un análisis. “Por ejemplo, además de los 26 lugares propuestos para reservas –a comparación de los 14 de 2007–, hay una serie de proyectos de tuberías de larga distancia, lo cual sería costoso y posiblemente dañaría al medio ambiente, pese a que no se trataría de un recurso confiable”.
Habitantes e industrias de muchas áreas en las que la junta propone nuevas reservas ya se manifestaron en contra de los proyectos propuestos y amenazaron con interponer demandas. La oposición a la expropiación de terrenos para el beneficio público en áreas rurales también se encuentra al alza, lo cual dificulta la instalación de tuberías y la construcción de presas.
El próximo año, legisladores escucharán la opinión de muchos electores con intereses opuestos en el agua. Las compañías madereras no quieren más inundaciones en el este de Texas, muchas compañías de alta tecnología necesitan agua para nuevas plantas, los ganaderos no quieren tuberías que atraviesen sus tierras, los agricultores quieren utilizar parte del agua de ríos para irrigación y los pescadores necesitan que el agua dulce llegue a los estuarios de la Costa del Golfo. Lo anterior para no mencionar a ciudades en desarrollo como Dallas, Austin y San Antonio, las cuales necesitan más agua potable.
La Legislatura también debe decidir qué hacer con una decisión del Tribunal Supremo de Texas, la cual garantiza a los terratenientes toda el agua subterránea que se encuentra debajo de sus tierras, salvo un par de regulaciones. Hace tiempo que la mayoría de los países abandonaron la llamada Regla de Captura, a fin de administrar con más cuidado el flujo de agua en acuíferos. Pero en Texas, donde la propiedad sigue teniendo la preferencia, el estado depende de una ley que se remonta a la Europa medieval.