Itzel Ramírez/
El Diario
Dos horas duró la lectura del dictamen. Después inició su discusión y con ello la aceptación del PRI y del PAN de que la corrupción ha imperado en algunos de sus gobiernos.
Isela Torres, vicecoordinadora del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue la primera en clamar los grados de corruptela de cada partido.
“No estoy negando que en mi partido hay corrupción, de ninguna manera lo podemos negar, muy lamentable, pero cuando ha habido la alternancia queda más que demostrado que a veces saben más de la manera de hacer trinquete de lo que sabíamos nosotros, nos han superado en algunos casos”, leyó la diputada, refiriéndose a la llegada de Acción Nacional al Gobierno de Chihuahua.
Antes, Miguel La Torre había ‘anestesiado’ a la oposición con la lectura de las 100 páginas del dictamen que fijó las bases del Sistema Estatal Anticorrupción. Ahí recitó la acusación que en la iniciativa de reforma hizo el PAN, su partido, en el Congreso.
“… (la corrupción) se vio aumentada por un gobierno tirano y autoritario como lo fue el del exgobernador César Duarte, que durante su período de gobierno fue destinatario de muchas notas en el periódico (…) por sus excesos y autoritarismo, sus grandes fiestas privadas y la vida de lujos que él y su familia se dieron a costillas del erario público”, leyó.
La acusación, las declaraciones de una y otra bancada sobre la tardanza de la reforma y el gusto de los panistas por tener los votos para pasar el dictamen calentaron los ánimos para la respuesta de Torres.
Irónica, la diputada priista dijo que la aprobación de la reforma constitucional terminaría por sí sola con la corrupción.
“El día de hoy cumplimos con el tema de moda en el país y en el mundo que es crear sistemas anticorrupción que nos están poniendo como panacea… a partir de hoy se van a acabar los corruptos. Hoy se acabó la corrupción”, sentenció.
Torres, que fue bajada de la tribuna por formalidades de la práctica parlamentaria –había solicitado la palabra para presentar reservas antes de que se votara en lo general el dictamen–, recordó sin precisar nombres el caso de algún gobernador panista que construyera una presa dentro de terrenos de su propiedad en algún estado del norte del país.
Después de su intervención llegó la contestación de voz de Jorge Soto, diputado panista de los más cercanos a Javier Corral e impulsor de temas de transparencia y rendición de cuentas.
“No quisiera recordarle la larga historia de gobernadores y exgobernadores de su partido. Qué bueno que no niegue que en su partido ha habido corrupción, yo tampoco lo niego en el mío”, dijo.
Minutos después, en respuesta, subiría de nuevo Isela Torres, la voz priista por excelencia cada vez que ese partido en el Congreso hace un exhorto al gobernador Corral.
Fuera ya del análisis de las reservas a la ley, de discusiones sobre presupuesto, facultades y demás, el asunto se tornó político, casi personal.
“A mi compañero y mi amigo y un expresidente que muchos lo reconocían como un excelente presidente… al único que metieron al bote”, se refería la diputada a Javier Garfio, exalcalde de Chihuahua, actualmente sujeto a proceso penal por peculado.
“Yo soy amiga de César Duarte, porque en el PRI no nos avergonzamos de nuestra gente”, concluyó.
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