Estado

‘Al aire’ vestigios de la masacre

Staff/
El Diario

2017-07-07

Las Varas– Los cuerpos quedaron dentro de la bodega y en un radio de un kilómetro había más perforados por las balas.
Entre un quintal de cebolla y cajas de cereal están los rastros hemáticos. Pollo crudo, condones, papas, tomates, mariguana, radios, sangre y más sangre es lo que se observa en el espacio cerrado.
Una bolsa de papel que olvidaron los peritos especializados en la escena del crimen contiene más de 200 elementos balísticos asegurados.
“No quedó el sitio asegurado”, dijo un policía y tras de él se observan los cordones rojos atados a piedras en ambos lados de la carretera.
Integrantes del cártel de la Línea fueron sorprendidos el miércoles por un grupo rival de entre 120 y 150 personas armadas, al parecer de ‘El Tigre’.
“Aquí estaban los del cártel de la Línea y llegaron los del ‘Jaguar’ (del Cártel de Sinaloa), cuando llegan los compañeros de la Comisión Estatal de Seguridad (CES) y los enfrentan ya no se supo de qué grupo eran”, explica un agente que pide el anonimato por no estar autorizado para dar declaraciones.
“La balacera duró casi dos horas, cuando nos reportaron nos acercamos lo más rápido, venimos de Madera, de Chihuahua, de Gómez Farías, de Temósachic, todos montamos el operativo y ellos nos superaban en número”, agrega.
“Eran de 120 a 150 hombres, no sabemos si es así, tampoco de dónde salieron tantos, era como para que dijeran miren la fuerza que tenemos”, agrega.
El bodegón donde fue el tiroteo recibe a los visitantes con una cita bíblica: “Buscar a Jehová mientras puede ser hallado. No tener tiempo para Dios es vivir perdiendo el tiempo”.
Detrás de esa puerta quedan vestigios de la masacre.
El trayecto a Las Varas se torna macabro a la entrada del ejido, situado a poco más de 390 kilómetros de Ciudad Juárez, una ciudad que sabe lo que es la excesiva violencia.
La señalética que avisa la llegada a la comunidad con mil 429 habitantes, según el último censo del Inegi en el 2014, está perforada con impactos de fusiles de asalto, conocidos como “cuernos de chivo” y justo ahí se percibe el olor a muerte.
Los grupos delictivos tomaron el panteón del ejido para ocultarse y entre las tumbas improvisaron un campamento donde también se registró una balacera y capillas, criptas y rejas están baleadas, sobre la tierra quedan aún elementos balísticos.
Para ocultar sus crímenes cavaron cinco fosas en un radio de 20 metros que está a 80 metros de la carretera que conduce al pueblo.
Ahí inhumaron en forma clandestina los cuerpos destazados de siete personas, localizadas la semana pasada. Una víctima más era osamenta. Dos cuerpos estaban decapitados y el resto desmembrados. 
Los vecinos de Las Varas aseguran que este mismo grupo se retiró durante el operativo policial implementado tras atacar la comandancia foránea donde murieron dos agentes estatales y el pasado lunes se apostaron a la bodega de almacenamiento de alimentos procesado para ganado para asentarse en el lugar.
En el interior ocultaron los vehículos, entre ellos una camioneta blindada habilitada para montar un rifle de alta precisión y ahí pernoctaron dos días.

Carreteras sin vigilancia
Durante el trayecto a Las Varas no se observaron volantas o puntos de revisión aleatorios de las corporaciones pese al estado de alerta tras el enfrentamiento entre los grupos antagónicos que se disputan el trasiego de drogas en la Sierra codiciada por sus bondades naturales y múltiples caminos.
Lo que sí se observó fueron decenas de capillas edificadas a San Judas Tadeo, el santo favorito de los narcotraficantes. (Staff / El Diario)

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