Estado

El patriarcado en contraste cultural

Manuel Salcedo/
El Diario

2017-06-17

Cuauhtémoc— Chihuahua es una vasta región en la que conviven diferentes culturas, pero tres de ellas convergen en una misma región: mestizos, tarahumaras y menonitas conviven en la zona de Cuauhtémoc con sus propias tradiciones, entre ellas la manera en que ven y festejan la figura del padre.

Menonitas modernos
Por la separación de las vertientes religiosas que se han presentado entre los menonitas de la región, los padres de la cultura menonita, continúan teniendo en cuenta no sólo la generación de riqueza para su familia, sino el de una idea de responsabilidad con su comunidad y con las culturas mestiza e indígena que se transmite a las futuras generaciones de adultos. Se mantiene la cultura de trabajo y de la explicación de la cultura del trabajo del menonita a los jóvenes, pero existe una noción de comunidad y de responsabilidad para con su entorno que es parte de la modernidad menonita y que se presenta proporcionalmente más en hombres que en mujeres.
Por su contacto con la cultura anglosajona, muchos de los padres modernos, adoptan estilos de vida de padres de Estados Unidos y Canadá que se observan en grupos específicos de menonitas en la región.

Indígenas, alejados de la crianza
Su forma de concebir la vida ha dictado a lo largo de los años, el estilo del padre de familia indígena, encargado del sustento de su familia, pero alejado de la formación de los menores, para el caso de Cuauhtémoc el fenómeno migratorio y de oportunidades laborales, acentúan en la mayoría de los casos, un distanciamiento del padre con sus hijos.
Para algunos indígenas que laboran como jornaleros en Cuauhtémoc, su formación fue diferente a la que ellos tienen con sus hijos, refieren que sus padres enseñaban esa fortaleza que caracteriza  a la cultura indígena de Chihuahua con el estilo de vida apegado a la naturaleza, arraigados a la sierra como el lugar en donde la enseñanza de la naturaleza y de los códigos de conducta, se dictaban a través de sus ritos, se aprendía a ser padre observando a los padres.
Para el caso de Cuauhtémoc, que recibe cada año a un promedio de 20 mil jornaleros de la sierra, se presenta una pérdida de arraigo a la sierra por la imposibilidad de generar recursos con la actividad agrícola, situación que cambia cosmovisión naturalista de ver la vida, por un estilo más mestizo de generar riqueza y de vivir en ciertos lugares, para generar la riqueza.
A pesar de cambios como el de la vestimenta y del lenguaje, se sigue registrando una marcada tendencia al matriarcado salvo pocos casos en donde jóvenes indígenas tienen una visión más integral de familia unida.

Familias parejas
Para el grueso de la población de Cuauhtémoc, resulta más evidente el observar cómo en los últimos años, por la necesidad de generar junto con la pareja, mejores condiciones económicas para vivir, se comparten las responsabilidades similares en el ordenamiento del hogar, su limpieza y en la formación de los hijos.
Cada vez, resulta más común observar a los padres de familia integrados en reuniones escolares, en actividades extraescolares, en la doctrina religiosa o incluso en el pasatiempo diario en parques con los hijos mientras la madre termina sus actividades, pareciera que existe una mayor corresponsabilidad con esa tarea de educar en conjunto a los hijos.
Lo anterior, derivado de que en Cuauhtémoc existe una oferta importante de empleo y una apertura de espacios para la formación profesional que integra a más mujeres, situación que las involucra en el ritmo laboral que demanda un compañero para la formación en conjunto de los menores.

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