Patricia Mayorga
El Diario
Chihuahua– En el 2012, dos investigadoras detectaron signos de alerta en el entorno de la Secundaria 14 “Carmen Serdán”, donde estudiaron por lo menos dos de los cinco adolescentes que asesinaron al niño Cristopher Raymundo Márquez Mora.
La cercanía y convivencia con la población penitenciaria del Centro de Reincersión Social (Cereso) número 1, así como con los jales de mina y su condición de zona conurbada con la capital, generaron condiciones sociales adversas a la niñez y adolescencia del fraccionamiento Laderas de San Guillermo, ubicado en el municipio de Aquiles Serdán, alertaron.
El estudio fue realizado dentro del proyecto “Promoción de la participación de actores sociales para implementar proyectos artísticos, culturales y/o formativos con perspectiva de género en escuelas públicas de educación primaria y secundaria del país”, que ganaron Nithia Castorena Sáenz y Lucero se Lourdes Espíndola de la Vega, en la convocatoria del PNUD México.
PÁNFILO, FOCO ROJO
En uno de los talleres, un equipo de varones dibujó a Pánfilo, con las características que ellos consideran que tiene un varón.
En ese personaje reflejan un efecto de la influencia del ambiente que viven los estudiantes en su entorno.
El contacto con convictos y ex convictos se refleja directamente en el bagaje cultural de las y los alumnos, basta recordar el caso del personaje Pánfilo.
El producto de ese personaje surgió de una dinámica que era parte de la implementación del proyecto, para reflexionar sobre la construcción cultural que implica el género. Los estudiantes debían crear un personaje masculino en algunos equipos y uno femenino en otros.
Los estudiantes debían crear el personaje a partir de una silueta humana y señalar los atributos y características que quisieran, además de ponerle nombre y edad.
Uno de los equipos conformado por hombres, representó un varón a quien le llamaron Pánfilo, de 29 años y los últimos 10 los había pasado en la cárcel por el delito de violación y homicidio de quien era su novia y del “vato” con el que ella lo había engañado, explican en los resultados del proyecto.
“Junto a él agregan una pequeña figura de una mujer con los labios de la vagina desgarrados, es la novia violada. Es posible identificar en Pánfilo los estereotipos de violencia menejados por el conservadurismo y por la mayoría de los medios de comunicación públicos: tiene tatuada una hoja de mariguana y una lágrima en la cara; usa pantalones aguados y lo representan con el pene fuera del pantalón, pues lo rompió de una erección; hay latas de cerveza alrededor de él, un cigarro de mariguana y condones. Usa piercings”.
El proyecto incluyó talleres y pláticas sobre temas de género, salud reproductiva y soluciones no violentas de conflictos, como una estrategia para combatir las distintas formas de violencia, como la generada en las aulas y en el noviazgo, entre otras.
“Dentro del diagnóstico que fue comentado por las autoridades escolares anteriores se encuentran casos de violencia en el noviazgo y de utilización de drogas más allá de la primera prueba. Será necesario poner especial énfasis en la caracterización de la violencia y en la solución no violenta de conflictos como una posible continuación de este proyecto, pues en el contexto de un estado sumamente violento, en especial para las mujeres, estas cuestiones aparecen como urgentes de atender”, advirtieron Espíndola y Castorena en la presentación de los resultados.
Alertaron también que había normalización de la violencia, que en las condiciones registradas durante la primera sesión de taller con el grupo de jóvenes son “en suma preocupantes”.
Explican que la violencia de género es fuerte, a tono con los niveles de violencia que se viven en el estado de Chihuahua.
“Hacia el futuro” fue otra dinámica en la que los estudiantes compartieron visiones muy parecidas en sus proyectos de vida.
Ellas y ellos deseaban terminar de estudiar, deseaban conseguir un trabajo para mantener a sus familias y para no depender de alguien.