Salud Ochoa
El Diario de Chihuahua
Municipio de Julimes– Acompañado de un perro, del silencio prácticamente permanente y de decenas de aves que anidan en las rocas, David Jiménez vive desde hace poco más de un año, en una cueva ubicada junto al Río Conchos justo donde éste cruza los límites entre los municipios de Julimes y Meoqui en la región centro-sur del estado.
Con 73 años que se reflejan en los surcos de la piel del rostro y en la sonrisa desdentada, David dice que siempre le ha gustado la soledad del campo y la vida al aire libre y aunque anteriormente tenía su casa en la cabecera municipal, a poco más de 20 kilómetros del lugar, hace poco más de un año que decidió quedarse de forma permanente bajo una formación rocosa junto al río.
“Soy pescador y siempre venía aquí a sacar peces; el año pasado el Municipio empezó a construir un puente y los encargados de la obra me dijeron que si quería quedarme de velador dos o tres días a la semana y así empecé a quedarme, pero luego me di cuenta que quería vivir aquí. Me gusta más esto”, dice señalando la cueva que yace bajo una enorme roca que forma parte de un cañón a través del cual las aguas del Conchos reclaman su camino.
En su nueva morada de apenas unos cuatro metros de largo por dos de ancho, este hombre de manos callosas y cuerpo enjuto, ha habilitado una pequeña y rústica cocina donde prepara los alimentos del día a día obtenidos del propio río. Junto a ésta, un viejo colchón conforma el área de descanso donde se protege del sol, de los animales y el frío nocturno. La soledad y el silencio, son otra cosa.
El producto de la actividad pesquera, dice, lo comparte a veces con los turistas regionales que llegan a bañarse en el río o a conocer otras cuevas que se encuentran en la misma pared rocosa, pero a las que sólo se puede tener acceso en lancha ya que el agua llega hasta el interior.
“Una de las cuevas tiene como 100 metros de profundidad y hay que ir con mucho cuidado y siempre con un guía; allí adentro hay murciélagos y otras aves que hacen sus nidos. Es peligroso ir solo”.
Por otra parte, continúa, hay quienes acuden hasta allá para comprar peces carpa o bagre que salen de su hábitat a través del anzuelo de David quien hace recorridos en una pequeña balsa por los puntos del río donde sabe que encontrará una mayor cantidad de ejemplares.
Durante las noches asegura no sentirse solo ya que “siempre está mi perro, las aves que duermen en estos nidos que están por todas partes y otros animales que bajan al río. Aquí hay de todo, venados, jabalís, aguilillas, garzas, patos y hasta felinos de gran tamaño, pero si uno no los agrede ellos tampoco te agreden a ti”.
De esta forma, entre los mezquites y las miles de flores amarillas que bordean el río, David pasa sus días asegurando sentirse agradecido con la vida por brindarle la oportunidad de encontrar y permanecer en un sitio como este.