Staff
El Diario
Villa Ahumada— Es la mañana del sábado, el sol empieza a aparecer en el horizonte del poblado donde la gente intenta continuar con sus actividades cotidianas. Todo parece en calma excepto por el par de unidades con camuflaje que circulan por las calles principales.
La curiosidad es mucha, igual que el día anterior en el que, aseguran, “todo este bordo estaba lleno de gente observando lo que pasaba; lo que más llamó la atención sobre todo a los niños fue la presencia de los helicópteros”.
Una parvada de aves vuela hacia el punto señalado por los ciudadanos emulando las aeronaves que el día anterior volaban también y que ahora se encuentran sobre el suelo en espera de algo, nadie sabe qué, nadie dice nada tampoco.
Alguien se atreve a señalar que durante el operativo los elementos de seguridad se llevaron y golpearon a los trabajadores de un rancho adjunto al inmueble donde se detuvo a Jesús Salas, pero la dueña del lugar los identificó como sus empleados y finalmente los liberaron.
El aire sopla, curiosamente helado a mitad de primavera, el silencio llega de nuevo para luego ser arrastrado por ese mismo viento que trae nuevos recuerdos, “llegaron las grúas y se llevaron las camionetas, la última se quedó cerca de la carretera y tenía varios impactos de bala”.
El bordo empieza a llenarse de curiosos de nueva cuenta. Adultos, jóvenes y niños que quieren enterarse de lo que aún sigue sucediendo en la casa de bardas amarillas y cuyo interior alberga un tobogán, una alberca y la estatua de un tigre”.
El sonido de los motores se escucha, los helicópteros empiezan a elevarse uno a uno; sobrevuelan el área, una, dos, tres veces, luego se van. Las aves los emulan de nuevo y, también en conjunto, levantan el vuelo. Abajo no queda más que esperar.