Estado

Cárcavas, al paso de la erosión

Salud Ochoa
El Diario

2014-07-06

Coyame del Sotol— Son las 11 de la mañana de un día de junio, el calor “quema” en el desierto del Este de Chihuahua a pesar de la presencia de algunas nubes y los rastros de la lluvia del día anterior.

La humedad se siente en la piel, en los soplos aislados de aire que llegan hasta las afueras del poblado de Coyame del Sotol, donde las plantas de “guamis” empiezan a reverdecer a pesar de que en algunos casos sus raíces van quedando expuestas.
La tierra se ha ido. “El aire y la lluvia se la están llevando”, dicen los especialistas, mientras muestran cómo inicia el proceso de erosión.
Todo empieza con pequeños riachuelos que van formándose al caer la lluvia, que acá, en la desértica aridez del Norte, es escasa. Pero también es verdad que cuando hay lluvia “es muy fuerte y con mucha velocidad” lo que hace que arrastren el suelo y se lleven la tierra generando enormes cavidades que al ojo común parecieran algo “natural”, pero que para el conocedor son las llamadas “cárcavas”, signo inequívoco del avanzado proceso de erosión.
Con el tiempo, ese pequeño río va ganando profundidad, socavando lentamente la corteza terrestre, llega por todos los frentes hasta generar enormes cavidades que parecen ríos naturales, aunque en realidad son la ausencia de suelo.
La escasez de vegetación es una de las causas principales de la pérdida de suelo ya que el entramado de raíces que se forman bajo tierra funcionan como una especie de “red protectora” –explican–, que retiene la tierra y evita la erosión; por tanto, al perderse la vegetación, se pierde también el suelo dejando como consecuencia un paisaje erosionado y estéril que asemeja una triste estampa donde la vida generada por el agua y la vegetación son sólo recuerdos.
El calor aumenta conforme las manecillas del reloj se acercan al mediodía. Caminar se complica porque “la tierra está suelta” y los pies se hunden fácilmente, igual que se hunden las llantas de los vehículos por lo que, en ambos casos, se debe avanzar lento para evitar quedar varado.
Pararse en la orilla de una “cárcava” también es un riesgo ya que, precisamente por el estado tan frágil de la capa terrestre, ésta puede desprenderse y la persona resbalar con facilidad. Lo mismo sucede con los animales, dice Alberto Pérez, especialista en el área agroforestal, “si el ganado transita cerca de la orilla puede caer” además de que las cárcavas son más dañinas en cuanto más numerosas y profundas sean llegando incluso a inutilizar grandes áreas de cultivo o terrenos dedicados al pastoreo.
Los rayos del sol se intensifican y la tierra, húmeda apenas unas horas antes, se seca. En la distancia se observan decenas de socavones que semejan un laberinto en el cual, la conciencia medioambiental se encuentra extraviada.

Recuerdo de agua

Según información de la Sagarpa, una cárcava es una zanja producto de la erosión que generalmente sigue la pendiente máxima del terreno y constituye un cauce natural en donde se concentra y corre el agua proveniente de las lluvias.
El agua que corre por la cárcava arrastra gran cantidad de partículas del suelo. Se inician cuando el suelo ha sido removido por el flujo superficial formando pequeños surcos considerado como zanjeado incipiente, y a medida que aumenta el escurrimiento se forman pequeños canalillos que van creciendo en ancho y en profundidad hasta formar secciones transversales de diferentes formas que se agrandan con la presencia de las avenidas máximas.
Cuando las cárcavas crecen y no se pueden cruzar por los implementos agrícolas, es cuando estas secciones transversales están sometidas a procesos de crecimiento laterales hacia los taludes de las márgenes derecha e izquierda de la cárcava, en la parte alta o inicio de la misma y es cuando es necesario realizar obras y prácticas para su control.

Causas naturales y humanas

En el documento denominado “Control de Cárcavas” de la Subsecretaría de Desarrollo Rural de la Sagarpa, la dependencia explica que la mayor parte de éstas se forman debido a las actividades humanas y otras por la presencia de eventos de lluvia extraordinarios que saturan al suelo, por las condiciones de pendiente y de lo impermeable del sustrato lo que ocasiona movimientos en masa de los suelos o el aumento en los sistemas de drenaje en las laderas y las montañas.
El sobrepastoreo propiciado por el crecimiento de los hatos ganaderos que rebasa la capacidad de carga permisible y la reducción de cobertura de la vegetación; la expansión de los terrenos de cultivo de escarda en las partes altas de las laderas o de las montañas sin tomar en cuenta el manejo de los suelos y la cobertura vegetal que causa un concentración de los escurrimientos superficiales; la deforestación debido a los cambios de uso del suelo, la sedentarización de la milpa, la producción de madera, el aprovechamiento de especies maderables y no maderables que causan una reducción de la propia vegetación para proteger a los suelos contra la erosión y la presencia de sistemas de drenaje naturales que van creciendo continuamente, ya que no tienen la capacidad para desalojar los crecientes escurrimientos superficiales son las causa más comunes.
La dependencia explica que las acciones del hombre como el uso inapropiado de las zonas forestales, de pastizales y de selvas donde realizan tala inmoderadas, establecen cultivos anuales sin el uso de prácticas de conservación de suelos hacen que con en el tiempo los terrenos productivos se vuelvan improductivos y se abandonen sin protegerlos de los agentes erosivos. De igual forma, el desarrollo de infraestructura para la producción: como surcados, terrazas, bordos de captación de escurrimientos con sus estructuras vertedoras, canales de desviación, caminos mal trazados o sin mantenimiento preventivo provocan la formación y crecimientos de las cárcavas cuando los escurrimientos se concentran en las zonas de rotura.
 

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