Alejandro Salmón Aguilera
El Diario
Chihuahua— En presencia de los jefes de los tres poderes del estado, la jerarquía eclesiástica de Chihuahua “entregó” al estado a Dios, en una ceremonia religiosa de consagración celebrada en el Gimnasio Manuel Bernardo Aguirre, ante más de 10 mil asistentes, incluida la clase política local.
En el mismo ritual, el gobernador César Duarte Jáquez ofreció perdón a Dios “por todo lo sucedido en el pasado en Chihuahua”.
“Yo, César Duarte Jáquez por este medio me consagro a mí mismo, a mi familia, a mi servicio público en la sociedad, pido al Sagrado Corazón de Jesús que escuche y acepte mi consagración, que me ayude a la intercesión del Inmaculado Corazón de María, le entrego a Dios y a su divina voluntad todo lo que somos, todo lo que tenemos en el estado de Chihuahua”, dijo al micrófono, ante los miles de asistentes que abarrotaron el “Manuel Bernardo Aguirre.
“Le pido a Dios que nos ayude a cambiar todo lo que no sea de él, yo César Duarte declaro mi voluntad delante de Dios, delante de los señores obispos y de mi pueblo, amen”, terminó su intervención.
El ritual religioso de “consagración” consiste en entregar a un pueblo o a un territorio a Dios, según lo explicó el arzobispo de la tarahumara, Rafael Sandoval, durante su intervención ante el micrófono.
La ceremonia fue encabezada por el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda, y acompañada por los obispos de las seis diócesis que hay en la entidad, pero además contó con la presencia del gobernador César Duarte y de su esposa Bertha Gómez; del alcalde de la capital, Marco Adán Quezada y su esposa, así como de los presidentes del Poder Judicial, Javier Ramírez Benítez, y del Legislativo, Francisco Salcido.
A lo largo de la ceremonia, hubo pronunciamientos en contra del aborto, de los matrimonios entre personas del mismo sexo, contra la droga y el homicidio; en contra del hambre y de la desigualdad social, pero no se hicieron referencias a los abusos cometidos por algunos sacerdotes católicos.
Como parte de la celebración, se bendijo una imagen gigante de la Virgen de Guadalupe. Cargada por matachines, la imagen avanzó entre la multitud hasta llegar a un altar colocado en la cabecera este del gimnasio.
Los cantantes Emmanuel y Alejandro Acha, padre e hijo, amenizaron la entrada de la imagen de la Virgen de Guadalupe con una versión “pop” de la popular “La Guadalupana”. En tanto, que el actor y cantante Manuel Capetillo completó la jornada con entonaciones de tipo religioso casi al final de la ceremonia.
Con ese ritual, la entidad fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, según lo expuso el arzobispo Miranda, quien luego roció agua bendita sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe, como patrona del país y del Estado y se le pidió su intercesión para alejar los males que aquejan al territorio.
“Consagrar significa dar en propiedad a Dios algo o alguien, en este caso al Estado de Chihuahua”, explicó, en su discurso, el obispo de la Tarahumara, Rafael Sandoval Sandoval. “Es introducirlo en su ambiente para que sea todo de Dios. Ahora, perteneciendo totalmente a Dios”, añadió el prelado.
Más de 10 mil fieles se congregaron en el gimnasio, más otros cientos que quedaron afuera porque ya no alcanzaron cupo en el interior del inmueble.
Las gradas lucían pletóricas de fieles, mientras que en la parte baja, autoridades civiles y eclesiásticas ocuparon los asientos que fueron colocados ex profeso para esa ceremonia.
El gobernador, su esposa y prácticamente todo el gabinete de gobierno, así como el rector de la UACh, Enrique Seañes y el coordinador parlamentario del PRI, Alejandro Domínguez Domínguez, permanecieron en la ceremonia durante las más cuatro horas que se prolongó.
‘Sintonía’ con el Creador
El obispo de la Tarahumara, Rafael Sandoval, hizo un llamado a elegir a gobernantes que “tengan sintonía con Dios, porque si no, nos van a destruir”.
Señaló que un gobierno que no ora “está enfermo”, y lo mismo pasa con un magisterio o un empresariado que no hace oración.
Al hablar ante la jerarquía eclesiástica del Estado, pero también ante los representantes de los tres poderes de la entidad, el prelado condenó además la acumulación de riquezas, la violencia fomentada por las organizaciones criminales y el cultivo de la droga.
“La desigualdad social y la muerte ensombrecen nuestro estado”, dijo el presbítero, quien añadió: “mientras algunos les sobra de todo, a muchos les falta casi todo, y ese es un pecado del cual nadie se siente culpable”.
Sandoval enfocó su prédica hacia las condiciones de desigualdad y de violencia que “afean”, dijo, a un estado “que es dulce como una canción, como dice el corrido”.
“La droga se presenta como si fuera Dios, que ofrece vida, pero da muerte, y ese sindicato de la muerte tiene varias formas: violencia, suicidio, aborto”.
En torno al aborto, reiteró la postura de la Iglesia Católica: siempre será un crimen “aunque se pueda legalizar”.