Espectaculos

Estrellas del hip hop, ¿En declive?

The New York Times

2018-07-21

Nueva York— El hip hop está evolucionando. Si no, pregúntenselo a sus superestrellas.
Las superestrellas de las primeras generaciones del hip hop vivían el declive de sus carreras fuera de los reflectores. En cuanto veían disminuir su influencia, no lo admitían públicamente; luego se enfocaban en la producción (Dr. Dre), se convertían en actores (LL Cool J, Ice-T) o se dedicaban a complacer a sus viejos fans, sin aspirar a atraer nuevos seguidores (Snoop Dogg).
Pero el hip hop comenzó a crecer exponencialmente: acuñó estrellas más duraderas, multigeneracionales y con mayor poder de permanencia, al tiempo que daba la bienvenida a más artistas jóvenes a la escena.
En meses recientes, varias superestrellas han lanzado álbumes que dan cuenta, desde distintos ángulos, de lo que un rapero hace cuando el género comienza a moverse sin él: Kanye West (41 años), con 'Ye'; Drake (31), con 'Scorpion', y Jay-Z (48), con 'Everything Is Love', al lado de Beyoncé y firmado como The Carters.
Sus recuentos toman muchas formas. Para West, es el reconocimiento de la fragilidad de su salud mental. Para Jay-Z, la aceptación tranquila de la disminución de su estatura pública. Y para Drake (ahora el más joven de esta generación, pero el mayor de la nueva ola) representa la tensión inherente de pasar de alumno a maestro, y de darse cuenta de que tus maestros no fueron mejores que tú, después de todo.
De todos ellos, la senda de West es la más radical en términos de cómo se enfrenta a la perspectiva de ser obsoleto. En “What Would Meek Do?”, el esposo de Kim Kardashian rapea sobre cómo lo ven los escépticos: “Ya ves, está fuera del alcance / no es capaz de relacionarse / el camino hacia él es muy largo”.
Y ahora también aborda públicamente sus problemas de salud.
“Una pulsera de hospital, 100 pulseras”, canta en 'Yikes', en referencia a su hospitalización, en 2016, por cansancio extremo. “Ya sabes que soy sensible, tengo una mente frágil / Cada vez que algo pasa, me quieren mandar al loquero”, se lamenta en 'Wouldn’t Leave'.
“Ese es mi superpoder. ¡No es una discapacidad”, dice al final de “Yikes”, por su diagnóstico de desorden bipolar.
Para Jay-Z, la aceptación de que ya no está en la cumbre comenzó en 2017, con '4:44', un disco melancólico, crudo, de un artista que se ha estado autoevaluando desde hace tiempo, pero que raramente hacía eso parte central de su trabajo.
En 'Everything Is Love' él es la fuerza menos presente. Es encantador, como siempre, escucharlo cantar sobre la deuda que tiene con su esposa.
Una década atrás, un ídolo del rap difícilmente habría cantado sobre cualquier debilidad (Eminem es caso aparte, pues la debilidad ha sido como su gasolina desde el comienzo de su carrera). Pero como la vida lo ha desterrado del centro del hip hop, Jay Z está reimaginando los límites del género, así como su fecha de caducidad.

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