The New York Times
2018-07-01
Nueva York— Benicio del Toro se dio cuenta hace poco de que es un velocista.
Siempre se ha identificado con los atletas: el riguroso entrenamiento, el compromiso de todo el cuerpo, el despiadado estira y afloja entre la habilidad y la pura suerte.
Siendo actor de películas como ‘Sospechosos Comunes’, ‘Tráfico’, un par de cintas de ‘Avengers’ y en una reciente incursión galáctica en ‘Star Wars: El Último Jedi’, ha sido notablemente económico al promediar una proporción inusualmente alta de momentos memorables en comparación con los minutos en pantalla.
Pero no fue sino hasta una reciente prueba de resistencia que el actor comprendió el tipo de atleta en que eso lo convertía.
Estaba rodando ‘Escape at Dannemora’, una miniserie de ocho partes y su primer papel en televisión en más de dos décadas. El rodaje se extendió casi siete meses.
“Fue un maratón”, recordó en una entrevista en la torre de Sony en Manhattan. “Tuve que aprender a detenerme y respirar; de lo contrario, iba a estallar”.
Esa lección podría resultar útil. La miniserie de Showtime y el filme ‘Sicario 2: Soldado’, una insólita secuela de la película de 2015, inauguran una nueva era de longevidad para las personalidades en pantalla de Del Toro, lo que sugiere que su extensa trayectoria podría aún encontrar un nuevo impulso.
También marcan un logro más sólido: Nacido en Puerto Rico, es uno de los pocos latinos en encabezar una franquicia cinematográfica de Hollywood, donde los actores hispanos aún deben conformarse con papeles de reparto, si es que acaso los hay.
Desde su actuación revelación en ‘Sospechosos Comunes’ de 1995, se ha abierto paso a toda velocidad a través de películas de ensamble, como ‘Cerdos y Diamantes’, ‘21 Gramos’ y ‘La Ciudad del Pecado’.
Un Oscar como Mejor Actor de Reparto por ‘Tráfico’ (2000) no lo convirtió en una estrella de renombre de la noche a la mañana, pero deambuló hacia un discreto estatus de protagonista, mismo que demostró junto a Halle Berry en ‘Lo Que Perdimos en el Camino’ (2007), y la película biográfica en dos partes ‘Che’ (2008), un proyecto que también produjo.
Si aún es más probable que el público lo reconozca como una guarnición intrigante y no como el plato fuerte, su personaje en las películas de ‘Sicario’ es un punto intermedio, el matón a sueldo que da nombre a la cinta y también la figura casi mítica que logra que le tengan más miedo aunque casi no sea visto.
“Representa la ira en contra de la violencia de la guerra contra el narcotráfico, la maldad que hay en ello”, dijo Del Toro acerca de su personaje. “Es una víctima de los cárteles de la droga, así que se ha vuelto completamente insensible, como un cubo de hielo”.
Pocos esperaban una secuela de ‘Sicario’, pero las reseñas positivas, la fuerte recomendación de boca en boca y sólidos resultados en la taquilla a nivel internacional convirtieron a la película en un éxito modesto, con ingresos mundiales de 85 millones de dólares sobre un presupuesto de producción de 30 millones de dólares.
“No se habló de una secuela cuando estábamos filmando la cinta original”, señaló. “Pero fue una de esas cosas en las que pensé: ‘¿Por qué no? Hagámosla’”.
Respecto a su carrera, el boricua declara que a veces ha opuesto su deseo de sobresalir como actor contra un impulso por desafiar los estereotipos negativos, un predicamento con el que lidian muchos actores de color.
“Si debo elegir entre romper un estereotipo y obtener un buen papel, siempre voy tras el buen papel”, comentó. “Simplemente creo que el buen papel siempre será más satisfactorio”, expresó.