Agencias
2018-03-04
Los Angeles— Con su llamativo traje dorado y su peinado y bigote de galán de telenovela, Guillermo Rodríguez se convirtió en lo más llamativo de las primeras horas de la alfombra roja de los Oscar 2018.
Rodríguez tenía hasta hace muy pocos años dos trabajos. De 6:00 de la mañana a 2:30 de la tarde era camarero en un hotel, en el que cobraba unos cinco dólares a la hora más propinas. Después, de 4:00 p.m. a 12:00 a.m., era el guardia de seguridad de un estacionamiento, por el que cobraba ocho dólares la hora.
De pasar de una vida en la que jamás tenía vacaciones y con dos trabajos para mantener a su familia, ayer Guillermo alternó con celebridades de Hollywood y tiene una fortuna de dos millones de dólares.
El originario de Zacatetcas y 47 años de edad, era el que vigilaba los coches de los invitados y del equipo del programa de Jimmy Kimmel, (‘Jimmy Kimmel Live!’), que ayer, por segundo año consecutivo, fue el presentador de la gala de los Oscar.
Guillermo, dueño de un sentido del humor muy particular que para el público estadounidense crece gracias a su cerrado acento mexicano, hizo buenas migas desde el principio con las celebridades invitadas al programa y comenzó a aparecer de forma ocasional hasta lograr su propia sección, Guillermo’s Hollywood Round-Up (algo así como “El repaso de Hollywood de Guillermo”).
Ayer, el mexicano de 1.60 metros de estatura fue una de las estrellas de la alfombra roja y de algunas partes del show en su edición número 90 que premió lo mejor del cine.