Juan Carlos García / Agencia Reforma
2018-02-23
Toronto.- Inmersa en una historia de abusos y manipulación, Tonya Harding (Margot Robbie) llega a un punto en que no distingue entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo inapropiado, y sólo acierta a huir de sus problemas.
En el filme ‘Yo, Tonya’ (‘I, Tonya’), que tiene tres postulaciones a los premios Oscar y de estreno en México, el director Craig Gillespie apostó por mezclar la comedia y la tragedia porque no quería que encasillaran la historia de la patinadora, que le parece cruel y digna de contar, en un sólo género narrativo.
“Nos vamos al principio y hablamos, antes de que Tonya Harding fuera una promesa del patinaje artístico, del retrato de una mujer que padeció los abusos de parte de su madre (Allison Janney), el desprecio del público por considerarla ‘white trash’ (término referido a un blanco marginal), a pocos incentivos de vida”, explicó Gillespie.
“Y me encuentro con la narración de Tonya sobre su vida y hay momentos divertidos ¿por qué hacerlo súper dramático, si tiene un poco de todo? Llega un momento en que entiendes que ella no diferenciaba el bien del mal”.
Mientras Robbie se ha hecho de halagos por su papel en el largometraje que se estrena hoy a nivel nacional y que le dio la nominación al Oscar como Mejor Actriz, Janney es la clara candidata a obtener la estatuilla dorada como Mejor Actriz de Reparto por este trabajo, ya que se ha llevado el SAG, el BAFTA y el Globo de Oro.
“Me emociona saber que la película, en general, toca fibras muy profundas acerca de la compasión, los errores y la redención. Yo no creo que esté hecha para juzgar a alguien, sólo creo que se hizo para orillarnos a entender que no todos tenemos los mismos valores, las mismas perspectivas de vida y los mismos ideales”, dijo Janney.
En ‘Yo, Tonya’, el director muestra por etapas cómo la estrella deportiva fue descubierta y consiguió los trofeos más codiciados de Estados Unidos en el patinaje artístico y también, cómo fue que se involucró sentimentalmente con Jeff Gillooly (Sebastian Stan), su esposo, quien además de ser su apoyo, también fue su cruz.
“Cuando Tonya vio la película, quedó encantada con el tratamiento que le dimos y nos agradeció por haber contado su historia. Nunca quisimos hacerlo desde un punto de vista de alabar sus hechos o de despreciarlo, sino de una manera más humana”, afirmó Robbie, quien también es productora de la película.
“Hicimos mucho trabajo de documentación sobre el filme y nos encontramos con una Tonya Harding muy reacia a aceptar compadecerse de su pasado, pero sí en hacerse más fuerte por él... eso me gustó. Le pasó lo que le pasó y siguió adelante”.
El eje central de la cinta son los hechos acerca del famoso ataque de la gente de Harding hacia su máxima rival, Nancy Kerrigan, quien fue apuñalada antes de los clasificatorios a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994.
Ahí empieza el verdadero calvario de Harding, quien fue acusada de conspiración, y tuvo que renunciar a su carrera como patinadora.