Agencias
2017-06-18
Los Angeles— Cuando Lorde, nacida como Ella Yelich-O’Connor en Nueva Zelanda, apareció en la escena con 16 años, era distinta a lo que se espera de una ídolo adolescente: no era virginal, como la primera Britney Spears o Miley Cyrus, ni era rebelde, en el sentido de tomar al sexo como bandera del traspaso a la adultez. Lo de Lorde era un poco más oscuro, ayudado por su voz grave, pero siempre desde el punto de vista juvenil: era la que no encajaba en las fiestas, pero porque era más interesante que la bonita del curso.
‘Pure Heroin’, su disco debut, tenía sonidos que exploraban hacia el lado electrónico, con letras de extrema madurez sobre ver la vida como millennial.
Cuatro años después, Lorde regresa con su segundo disco, ‘Melodrama’. Según los críticos, Lorde muestra una evolución; los sonidos han cambiado, ahora de la mano de Jack Antonoff como productor, perfilado como el nuevo Rey Midas del pop, después de haber trabajao con Bleachers y Fun.